Escogiendo a Dios para que nos guie

El respeto a la autoridad espiritual, en obediencia a  quien ha  Dios ha puesto como líder, es fundamental para el éxito del pueblo de Dios. Estamos por iniciar un nuevo viaje. Por esas cosas que sólo Dios hace, nos mudaremos a la Iglesia Bautista Jerusalén. “Jerusalén” significa “ciudad de paz”. Mis amados levantémonos y vayamos juntos a Jerusalén. Dios nos llama a consolidar esta obra de Ambiente de Gracia.

III. LA GUÍA DE SU PRESENCIA ES NECESARIA PARA QUE DIOS NOS MUESTRE EL CAMINO

a. “Te ruego que me muestres ahora tu camino…” (vers. 13).

Todo viaje a lo que descocido envuelve mucha incertidumbre. Dios le había prometido a Moisés la tierra que “fluye leche y miel”, y esa es su meta, su objetivo final. Pero una mala noticia lo había llevado a este texto.

Dios le había dicho que no les acompañaría, que hasta allí había llegado con ellos y en consecuencia estaba enviando a su ángel para que le acompañara. Pero Moisés llegó a la conclusión que si Dios no les acompañaba en el camino que no saldría.

Es verdad que un ángel es poderoso para guiar, pero no será igual que el mismo Dios. Él no solo conoce el camino, sino que puede abrir el camino; pero lo que es más importante, él mismo es el camino. A veces no sabemos qué camino tomar.

Muchos de ellos son inciertos y llenos de peligros. Solo quien conoce el camino como el Señor podrá conducirnos. Mudarnos a otro sitio es un nuevo camino por  transitar.

Desconocemos las sorpresas que aguardan. Es sabio pedir al igual que Moisés que Dios nos muestre el camino. Su presencia  es luz para las noches oscuras y frías pero nube fresca sobre el sol avasallante del desierto. Él es el camino.

b. Que tú andes en medio de nosotros (vers. 16).

El liderazgo de Moisés nos muestra que en la vida espiritual no debe haber tratos a medias. Que para emprender la ruta de un nuevo tiempo, así como Moisés emprendería la ruta hacia la tierra prometida no debe haber un conformismo con lo que hasta ahora hemos vivido.

La determinación el vers. 15, nos conduce a la pregunta del vers. 16. Dios le había dicho a Moisés que él había hallado gracia delante de su ojos. Esta es una de las oraciones que más se repite en este texto (verss. 12b, 13ª, 13c, 16, 17). Cuando la gracia del Señor es una realidad en la vida del creyente tiene asegurada su presencia en el camino a transitar. Moisés llegó a esta conclusión en este texto.

Mis amados tenemos de Dios el recurso de su gracia para emprender el camino.

No hay razón para no seguir adelante en esta nueva etapa. Contamos con el Dios que nos asegura sus bondades celestiales para el camino a recorrer. Pero su misma presencia para el viaje demanda que nosotros nos apartemos para él en santidad, amor y servicio. Que dejemos la indolencia atrás y avancemos a lo que está delante. No habrá por qué temer si Dios es nuestro guía en este nuevo camino.

IV. LA GUÍA DE SU PRESENCIA ES NECESARIA PARA PODER VER SIEMPRE SU GLORIA

a. Te ruego que me muestres tu gloria (vers. 18).

Moisés no se quiere mudarse de donde está sino cuenta con lo que es más importante para él y su pueblo: su maravillosa gloria. Ya le había pedido que le mostrara el camino a seguir.

Pero Moisés quiere todo de su Dios, de allí que esta nueva petición de su gloria es como la cumbre de toda aspiración del creyente. No siempre le pedimos a Dios que nos muestre su gloria.

Somos tan rápidos en pedirle a Dios tantas cosas que esto sería la última que haremos. ¿Qué importancia tiene pedir que Dios nos muestre su gloria? Pues que la gloria de Dios es su más notable manifestación de su presencia. Observe la importancia del vers. 9. Nadie más fue testigo de esa gloria de Dios como lo fue Moisés.

Este texto nos revela el grado de intimidad de Moisés con esa gloria: Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero (vers. 11). Este profundo deseo de un creyente nos pone en la dirección correcta para avanzar en nuestro camino.

La gloria de Dios es la garantía de todas las victorias futuras. Nuestra afanada vida material y el poner tanto nuestra mirada en las cosas de abajo nos roba la visión de su gloria.

b. Su gloria nos hace bien (vers. 19).

¡Qué hermoso es este texto! Cuánta invitación hay en él para amar a Dios y serle fiel. Dios no solo le asegura a Moisés que le acompañará en el camino, que le mostrará siempre su gloria como fue por todas partes, sino que también le asegura que todo el bien que él tiene por su propia naturaleza, le será mostrado a su siervo.

Por otro lado, cuando el texto nos dice “y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente…” es la garantía que no vamos solos en este nuevo viaje. Y esta promesa de parte de Dios fue reconfirmada y garantizada a Moisés.

Observe lo que Dios le dijo a Moisés al renovar el pacto y mostrarle su gloria: “Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró. Y dijo: Si ahora, Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros; porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por tu heredad. Y él contestó: He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo” (34:8-10).

CONCLUSIÓN:

La última frase del texto citado nos dice que será cosa tremenda la que yo haré contigo. Esto es una garantía absoluta que Dios está con nosotros al emprender nuestro próximo viaje.

Esta tiene que ser nuestra seguridad basada en esta promesa. ¿Estamos preparados para las cosas tremendas que Dios hará con nosotros? Cuál será  nuestra parte para ver esas tremendas cosas entre nosotros.

Bueno, tenemos que reconocer al igual que Israel que somos un pueblo rebelde y hasta de dura cerviz; eso tiene que cambiar. Tenemos que sujetarnos más a la autoridad espiritual dejada por Dios. No es a Aarón sino a Moisés que debemos seguir.

También necesitamos conocer el camino y la gloria del Señor. Esto también se nos ha dado. Cuando Moisés estaba por sacar a su pueblo de Egipto, el faraón de turno le presentó algunos cómodos arreglos que son los mismos que nos presenta Satanás. Él sabe que nos gusta la vida cómoda y sin muchos compromisos. Pero frente a esto la respuesta de Moisés debe ser la nuestra (Ex. 10:8-9).

Mis amados, no sabemos qué nos espera en este nuevo viaje, pero al igual que Moisés decimos: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” (Ex. 33:15). Escuchemos la promesa divina: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. Levantémonos y vayamos juntos a esta nueva tierra. Amén.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

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