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Transformando el dolor en bendición

“…Has cambiado mi lamento en baile; Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría…” Salmos 30:11

INTRODUCCIÓN.

“…También el reino de los cielos es semejante al hombre tratante, que busca buenas perlas; que hallando una preciosa perla, fué y vendió todo lo que tenía, y la compró…”  Mateo 13:45-46 SRV

Las perlas están por nácar, que es una sustancia que se produce en el interior de las ostras. La perla es el resultado una reacción ante el dolor provocado por la presencia de una partícula de material extraño, como puede ser un grano de arena dentro del cuerpo blando molusco. La perla, por así decirlo produce ante la irritación una lágrima que va gradualmente envolviendo el grano de arena. Esta lágrima va redondeando y poco a poco cubriendo aquello que provoca dolor hasta que forma una preciosa esfera con un brillo hermoso. Después de un cierto tiempo aquello que empezó como un desagradable dolor se convierte en una piedra de gran valor. Jesús mismo experimento el dolor y nos enseña a transformar el dolor en bendición.

Por tanto así dijo Jehová: Si te convirtieres, yo te repondré, y delante de mí estarás; y si sacares lo precioso de lo vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos á ti, y tú no te conviertas á ellos. Jeremías 15:19 SRV

I. El dolor nos previene de algún mal mayor

El cáncer de un ser querido fue detectado gracias a que él llegó al hospital a causa de un dolor en los riñones por piedras.

Él siempre glorificó a Dios dijo que gracias a este dolor pudo percatarse de un mal mayor que había pasado desapercibido.

El infarto es conocido como el asesino silencioso, porque a menudo no es anunciado con algún tipo de dolor como otros malestares o enfermedades, razón por la cual el infarto toma por sorpresa a su victima.

II. El dolor nos hace buscar refugio en Dios

A)Nos hace conscientes de nuestra fragilidad y de la necesidad de fortalecernos en Dios.

Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.   2 Corintios 12:10 RV1960

En mi angustia invoqué á YHWH, Y clamé á mi Dios: El oyó mi voz desde su templo, Y mi clamor llegó delante de él, á sus oídos. Salmos 18:6 SRV

El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los jóvenes se fatigan, y se cansan; los niños flaquean y caen; pero los que esperan en YHWH tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas, como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.   Isaías 40:29-31

III. El dolor nos hace entender a los que pasan por trances amargos

Empero traed á la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sufristeis gran combate de aflicciones: Por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra parte hechos compañeros de los que estaban en tal estado.  Hebreos 10:32-33

Porque vosotros, hermanos, habéis sido imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido también vosotros las mismas cosas de los de vuestra propia nación, como también ellos de los Judíos.  1 Tesalonicenses 2:14 SRV

IV. Nos hace madurar,crecer ser pacientes

La congoja es mejor que la risa, porque la tristeza de semblante puede mejorar al corazón. Eclesiastés 7:3

Porque aunque os contristé por la carta, no me arrepiento, bien que me arrepentí; porque veo que aquella carta, aunque por algún tiempo os contristo, Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte. Porque el dolor que es según Dios, obra arrepentimiento saludable, de que no hay que arrepentirse; mas el dolor del siglo obra muerte. 2 Corintios 7:8-10 SRV

Hermanos míos, tomad por ejemplo de aflicción y de paciencia, á los profetas que hablaron en nombre del Señor. He aquí, tenemos por bienaventurados á los que sufren. Habéis oído la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso.  Santiago 5:10-11 SRV

V. Nos hace valorar las cosas que Dios nos ha dado.

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