Renovar la forma de pensar

Cuando no se tiene la cabeza ocupada, hay tiempo para la ociosidad. Hay tiempo no para desarrollar ideas, sino para desarrollar pelambres, para hablar mal del otro. ¿Cuantas veces nos juntamos con hermanos o con familiares y nuestra conversación gira en torno a los que no están presentes?

Y no en los mejores términos precisamente, sino que hablamos con una falta de amor fraternal, con absoluta irreverencia nos referimos a nuestro hermano, a nuestro familiar o a nuestro prójimo, que falta de respeto a Dios, que nos está viendo y es testigo de nuestras conversaciones, acaso la palabra no dice “no erréis, las malas conversaciones, corrompen las buenas costumbres1 Corintios 15:33.

O no fue el mismo Señor que dijo que si llamaremos necio a nuestro hermano seríamos culpables ante el concilio, y nuestra forma de referirnos a nuestros hermanos muchas veces es mas fuerte que eso.

No es cierto que nos referimos en malos términos a nuestro líderes cuando no nos gusta su actuar, o no están de acuerdo con mi forma de pensar. No es menos cierto que criticamos duramente su forma de hacer las cosas, como se comportan o como se conducen en la iglesia, que deberían hacerlo de esta forma o deberían comportarse de esta otra.

Acaso muchas veces nos cuesta alegrarnos sinceramente cuando nuestro prójimo progresa, nos gusta verlo revolcándose, porque de esa forma lo vemos como inferior a nosotros, y a un inferior se le puede prestar ayuda, nos pasa también que no nos alegramos como debería ser cuando un hermano es bendecido ya sea material o espiritualmente.

Renovar la forma de pensar – Segunda División 

Primera Salida, Cristo murió en la cruz, para dar vida al hombre, para que este no se conformara al molde que le impone esta sociedad sin Dios.

En el mismo pasaje que hemos leído de romanos, el apóstol Pablo nos dá tres claves para conocer la voluntad de Dios. La primera es un cuerpo entregado, la segunda una vida separada, y la tercera una mente transformada. Nos detendremos en la tercera clave por esta vez, renovar la forma de pensar.

El apóstol Pablo nos enseña en su mensaje a la iglesia de Filipos, que hay que cambiar la forma de pensar, y no lo hace como un deseo de su corazón hacia sus discípulos, sino que lo ordena, esto pensad, es un imperativo.

Pablo con la visión que le había dado el Espíritu Santo, veía el peligro que se cernía sobre la iglesia si los creyentes no eran transformados en su forma de pensar. Por eso la primera salida que se vislumbra y que es una orden de la palabra de Dios, es renovar el entendimiento, transformar los pensamientos.

Renovar la forma de pensar

Y esto no se consigue con un acto mágico, los pensamientos se transforman por un acto de la voluntad humana. Cuando vienen a mi mente los deseos de referirme mal a mi hermano, yo poseo la capacidad mental para expulsar de mi mente ese pensamiento y traer a mi corazón un pensamiento amable.

Si doy lugar, es como una pequeña bola de nieve que se echa a rodar montaña abajo, la avalancha es segura. Si la detengo en su inicio, la avalancha jamás se producirá, por lo tanto tenemos que buscar las cosas positivas que hay en el otro.

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