La verdadera espiritualidad

Sin embargo la Biblia no enseña esto.  Pablo, en su primera carta a los corintios les dice en 1:5 que ellos “habían sido enriquecidos en todas las cosas”, y en 1:7 les recalca que “nada les faltaba en ningún don”.  La frase “nada os falta”   puede traducirse también como de “nada carecéis”, “de nada estáis privados”,  “de nada pasáis necesidad”.

La iglesia de Corinto era pues una iglesia muy favorecida en carismas o dones.  Lo más lógico sería esperar que una iglesia tan rica en dones espirituales, y que había sido fundada por el mismo apóstol Pablo, sería una iglesia con una alta y verdadera espiritualidad.  Sin embargo, no era así, sino mas bien lo contrario.

En el 3:1-4 de la misma carta, Pablo les dice que “no les podía hablar como a espirituales sino como a carnales”.  El calificativo “carnal” aquí tiene la connotación de alguien que está dominado por la carne, o sea, la naturaleza pecaminosa heredada de Adán.

Ser carnal, es pues, lo contrario a ser “espiritual”, lo cual significa ser dirigido y guiado por el Espíritu de Dios.  Los corintios, con todo y que eran ricos en dones espirituales, tenían una conducta dominada y regida por la carne, en lugar del Espíritu Santo.  Esto era la causa de todos los problemas que se suscitan y se desarrollan a lo largo de la carta.

Una palabra de advertencia y aplicación, hermanos: los dones espirituales no fueron dados a los creyentes para cambiar su carácter, sino para hacerlos mas útiles y eficientes en el ministerio dentro del cuerpo de Cristo.

Segundo: Tampoco la verdadera espiritualidad es algo que se adquiera a través de experiencias místicas (1 Corintios 14:33, 40).

Por muy fantásticas e impresionantes que sean las experiencias místicas o extáticas que se tengan, nunca van a proporcionar espiritualidad en la vida de quienes las experimenten.

Una vez más la iglesia de Corinto nos sirve de ejemplo.  Ellos tenían cultos y una liturgia verdaderamente rebosantes.  El gozo y las manifestaciones místicas eran exuberantes.  Tanto en lo individual como en lo congregacional los corintios eran dados al éxtasis, al grado que Pablo tiene que decirles que “Dios no es un Dios de confusión o tumulto, sino de paz” (14:33)

Los cultos de los corintios, eran pues, faltos de estabilidad y firmeza, por lo que terminaban en confusión y desorden.

Al igual que ellos, hoy muchas iglesias y creyentes quieren alcanzar un nivel alto de espiritualidad con experiencias tenidas de culto en culto.

Para tal efecto manipulan el ambiente congregacional, generando así un ambiente que propicia las experiencias místicas.

Sin embargo, es bueno aclarar a estas alturas, que la espiritualidad no  es un fin, sino un medio para lograr el fin por el cual Dios nos ha salvado: anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable.

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