Levantate y anda

· Si tuve un accidente de joven y me quede así –Contesto Víctor.

· ¿Quieres ser sano? –Dijo Jesús Manuel.

Víctor lo volvió a mirar y sonrió con media sonrisa (tipo falsa), puede ser como nunca había sido sanado no creía en estas cosas.

· A mí no me vengas con palabrerías, conozco bien a los charlatanes como tú, solo venís a sacarle el dinero a mi pastor–Contesto Víctor.

· Bueno yo solo te digo que en el momento que toques el agua de aquel estanque que cruza antes del pulpito serás sano –dijo Jesús Manuel.

· Ya, usted dedíquese a predicar que muchos como tu han pasado por aquí y yo sigo igual –contesto Víctor.

En ese día el culto al Señor fue glorioso, hubieron sanidades, liberaciones  y milagros de todo tipo y muchos aceptaron al Señor como su salvador.

Y que pensáis, Víctor ¿toco el agua o no toco el agua? no, no toco el agua porque hay que volverse como un niño, hacerse pequeño y humillarse ante Dios para aceptar lo que Dios te dice, pero eso aunque se sepa cuesta.

Hacer méritos está bien, ser buena persona, tener buen testimonio, etc…, pero somos sus escogidos (Ef 1:4) y lo que cuenta es la fe.

Después de terminar el culto, Víctor como de costumbre, repaso toda la iglesia miro por si alguien se había dejado algo y repasando la iglesia en su silla de ruedas paso por el estanque y entonces pensó:

¿Sera que toco el agua? No, no creo que funcione en 38 años no ha funcionado porque iba a funcionar ahora, pero ese día no sé si por la mirada del predicador o por la unción del ambiente o por curiosidad, Víctor toco el agua.

De repente un calentor empezó a recorrer su cuerpo de dentro hacia fuera y apenas se puso en pie cayó al suelo de rodillas y empezó a alabar y a glorificar el nombre del Señor, nunca había cantado desde que estaba así y empezó a entonar desde dentro del corazón un cántico hacia Dios, las lagrimas brotaban de los ojos de Víctor y corrían por sus mejillas y cantaba:

“Grande eres tú, grandes tus milagros son, no hay otro como tú, no hay otro como tú”. (Cantó la canción en primera persona)

Y fue sano.

Al poco tiempo Jesús Manuel se hallaba predicando en otra iglesia y después del culto vio a Víctor que había asistido a ese culto, y le dijo ¿es que tocaste el agua?, bueno al final para vergüenza mía sí.  Entonces le dijo Jesús Manuel ahora que has sido sanado no peques más no sea que te suceda algo peor.

TEXTO DEL MENSAJE:

Aquí se demuestra la grandeza y la abundancia de gracia de nuestro Señor, este milagro demuestra que la salvación es por gracia, nunca por obras.

Ellos estaban atrapados en su enfermedad y no reconocieron al Señor, en el caso del paralitico de Betesda, no es condenable el que no reconociera a Jesús, en el caso de Víctor sí, es diacono y por lo que entiendo sí que es cuanto menos reprochable, porque Víctor sabe que el sacrificio en la cruz también fue por él, el paralitico porque su época era antes de la muerte de Jesús, por eso tuvo que venir Jesús a sanarlo, pero Víctor vive en el tiempo de la gracia, sabe que el único que puede sanarlo es Jesús. Pero lo que sí quiero dejar claro es que en ambos casos la actitud de estar 38 años tan cerca del estanque, tan cerca de Jesús (sirve en una iglesia 38 años), y no dar el último paso, el paso de la fe, eso da a entender que en esas dos personas hay un problema de falta de perdón de ellos hacía ellos mismos.

Más tarde, después de la sanidad de este hombre, Jesús lo encontraría en el templo y hablaría con él, entonces conocería a Jesús y confiaría en él.

Lo mismo con Víctor después de sanarlo, el siervo lo encontró predicando en otra iglesia y entonces entendió uno de los principios más importantes para la vida que somos salvos por gracia, que la gracia no se puede comprar, que a Dios no se le gana por pena sino por fe, jamás he visto a Jesús sanar a nadie por pena, al contrario decía: tu fe te ha sanado”:

· El centurión, (Mt 8:10), (No he hallado tanta fe en Israel)

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