2. Una mirada de enojo (vers. 5ª).
Hasta ahora, lo que sabíamos de alguna reacción de Jesús fue cuando entró en el templo y se llenó de ira frente a lo que hacían allí los cambistas. Pero no conocíamos esta parte del carácter y la mirada de Jesús. Marcos destaca esta oración: “mirándolos alrededor con enojo”. ¿Qué vio Jesús en aquellos hombres que produjo esta reacción repentina de su carácter? ¿Qué encendió en él este enojo santo? ¿Por qué encontramos solo en este texto esta reacción del Maestro?
La pregunta de Jesús había dejado a estos hombres sin palabras. Ninguno de ellos podía responderle, ni siquiera los más letrados y avanzados en el estudio de la ley. Pero con su pregunta, Jesús mostró que rehusarse a hacer bien el día de reposo equivalía a hacer el mal. Si el sufrimiento no se alivia, entonces se hace daño al que sufre. Eso no lo entendía esta gente.
Ellos estaban obsesionados por la letra y la tradición más que por el amor y la compasión por el que sufre. Mis hermanos, Jesús sigue mirando la actitud de cada uno de aquellos que se dicen ser maestros o seguidores de Dios. Nada produce más su reacción que ver alguna insensibilidad aún en la casa de Dios.
3. Una mirada de tristeza (vers. 5b).
Además de la mirada de enojo, en Jesús también hay una mirada de tristeza cuando ve que hay corazones tan endurecidos. Jesús comprobó por sí mismo que los hijos de los hombres son muy malos. Que sus perversos corazones se hacen más visibles, aun en la casa del Señor. La mirada de Jesús de esta manera nos lleva a examinar nuestros corazones. Nada puede ser más doloroso para el hombre que endurezca su corazón frente a su Señor que desea todo el bien para él.
El problema de fondo de una actitud como la de aquellos religiosos era su hipocresía. Ellos habían hecho que el sábado fuera su señor, pero Cristo los había confrontado, diciendo que él era “Señor del sábado”. Previo a esto Jesús demostró que la ley judía estaba subordinada al bienestar del hombre, y que la necesidad humana de sobrevivir estaba por sobre cualquier ley. Él puso el ejemplo de lo que hizo David al entrar al templo y buscar pan para sus hambrientos soldados (1 Samuel 21:1-6).
En la tristeza de Jesús quedó demostrado que estos hombres eran maestros de la ley, pero no la conocían. Estaban más interesados en la letra que en el espíritu de la palabra.
III. ESTA PREGUNTA LLEVA AL MILAGRO DE LA RESTAURACIÓN
1. La fe para extender la mano (vers. 5c).
La pregunta que queda sin respuesta de parte de los fariseos la contesta el Señor diciendo que en el día de reposo se puede hacer el bien. La interpretación que los escribas y fariseos había hecho que guardar el día de reposo no era más que una tradición de los ancianos.
Cuando Jesús abordó este tema con la presente pregunta, ya había confrontado a todos estos hipócritas, al hacerle otra pregunta: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le eche mano, y la levante? (Mateo 12:11).
Como no era malo hacer el bien, Jesús procedió a llamar al hombre al centro de todos y en presencia de los acusadores, y hasta burladores, le dijo al pobre hombre: Extiende tu mano. He aquí el camino del milagro. Si él tenía la mano seca, qué iba a extender.
Mis amados, aquí está uno de los asuntos que más nos confrontan en nuestra vida cristiana para que se dé un milagro. Hay cosas que nos parecen imposibles que sucedan, pero nuestro Señor nos dice extiende lo que no se mueve ni tiene vida en ti. Solo obedece y cree. Cada milagro en nuestras vidas demanda activar nuestra fe.
2. La fe para restaurar la mano (vers. 5d).
Jesús hizo dos preguntas en una para la que no hubo respuesta y ambas confrontaron la hipocresía de aquellos incrédulos hombres. La otra decía: ¿Es lícito en los días de reposo… salvar la vida, o quitarla?
La pregunta de Jesús esperaba una sola respuesta. Si decían lo contrario, entonces ellos mismos estaban violando el día de reposo, porque de acuerdo a la ley de Moisés lo que estaba permitido era salvar la vida y en todo lo que se pudiera hacer el bien.
Como no hubo respuesta, otra vez Jesús toma la iniciativa de decirle al hombre que mantuviera su brazo extendido. Aquel hombre no saldría igual como entró porque Jesús restauró su mano seca. El texto simplemente nos dice que la mano le fue restaurada sana. El trabajo de restauración es una obra del carpintero de Nazaret. La obra del Señor sigue siendo la misma. Hay personas que tienen algo seco, sin vida, muerto por muchos años.
A lo mejor es algo tan importante como la mano derecha de aquel hombre. Este hombre no tenía un mal tan grave como el leproso o el paralítico, pero fue restaurado. Para el Señor cada situación por la que pasamos es de su interés. Él desea restaurar. Pero él desea ver tu fe para que eso ocurra. ¿Qué es lo que necesita ser restaurado hoy en tu vida?
CONCLUSIÓN:
La actitud de aquellos hombres puso en evidencia que hay problemas en los hombres que no tienen mucha importancia. Reveló un grotesco menosprecio a un hombre que por tantos años había sido cohibido de hacer muchas cosas porque estaba imposibilitado. Sus pensamientos, por aquello de guardar el día de reposo, era que ese hombre con su problema podía esperar hasta el día siguiente para ser sanado.
Sin embargo, Jesús nos muestra en esta historia que él es Señor del sábado. Que “el día de reposo se hizo para el hombre, y no el hombre para el día de reposo” (Mateo 2:27). Por lo tanto, Jesús puede sanar en cualquier momento.
Nadie tiene por qué esperar para ser sanado. Si Jesús está presente, como le dijo a Marta y a María, ese mismo día él podía resucitar a Lázaro y no esperar el día de la resurrección. Los milagros de Jesús no son para el día después, sino para hoy. Recíbalo hoy.
© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA
Muy bueno este mensaje, me gustaría aprender mas para también llevarlo a otros para que aprendan lo significa la palabra de Dios.
Si muy bueno Cristo nuestro restaurador me gustaría aprender mas para ayudarme y ayudar a los hijos de Dios