El testimonio del perdón de pecados y salvación también sería una mentira.
Esta es la razón central de la muerte de Jesús en la cruz. Por lo tanto, si Jesús no resucitó de entre los muertos, entonces el pecado ganó la victoria sobre él, y seguirá siendo victorioso sobre toda la humanidad.
Si Jesús permanece muerto, entonces, cuando morimos, nosotros también permaneceremos muertos y condenados. Si Jesús no resucitó de los muertos, la verdad de Romanos 6:23, que habla que “la paga del pecado es muerte” se cumplirá sin la otra parte, “más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”, que nos trae otra esperanza.
Si esto es así, la muerte y el castigo eterno serían la única posibilidad para creyentes y no creyentes por igual. Si Cristo no resucitó, entonces él no trajo el perdón de los pecados o la salvación o la reconciliación o la vida espiritual, ya sea para ahora o para siempre. Si aún habiéndole conocido luchamos con esta naturaleza, ¿cómo sería la vida sin el perdón de pecado? Si esto es así, Cristo fracasó en la cruz (Romanos 5:10). Los hombres seguirían en sus pecados.
a. Y si Cristo no resucitó los que murieron no tienen esperanza (vers. 18).
“Durmieron en Cristo” es un eufemismo común para referirse a la muerte. ¿Qué es lo que Pablo nos está diciendo con esto? Si no hay resurrección de los muertos, entonces todos los santos del Antiguo Testamento se habrían perdido para siempre. De igual manera, la misma consecuencia se aplicaría a todo cristiano que ha muerto desde que Pablo escribió esta carta.
El mismo Pablo, los otros apóstoles, y todos los cristianos de todas las épocas pasarían la eternidad en el tormento sin Dios y sin esperanza. Su fe habría sido en vano, sus pecados no habrían sido perdonados y su destino sería la condenación.
Dicho de otra manera, si Cristo no resucitó de los muertos, entonces el infierno es la habitación de hombres como Pablo, Pedro, Santiago, el resto de los apóstoles, San Agustín, Calvino, Lutero, los mártires y los que todavía siguen muriendo por causa o a causa del evangelio. Esta es una conclusión intolerable, pero real si Cristo no resucitó.
b. Y si Cristo no resucitó seríamos los más indignos (vers. 19).
Esto es como decir que somos unos pobres diablos. La palabra “conmiseración” significa: “Sentimiento de pena y dolor por la desgracia o sufrimiento que padece otra persona”. De esta manera nos tendría el mundo si Cristo no resucitó. Seriamos el hazmerreír de todos. Seríamos parecidos a los pasajeros del Titanic que iban comiendo, celebrando, bailando, pero viajando rumbo a una total destrucción cuando el barco chocó con aquel fatídico témpano de hielo.
Si Cristo no resucitó se acabó todo. Todos habríamos confiado en una patraña. Sin la resurrección y la salvación y las bendiciones que trae, el cristianismo sería como las demás religiones. Sin la resurrección, no tendríamos Salvador, no habría perdón, ni tampoco esperanza de estas cosas. Si Cristo no pudo darnos la vida eterna, tampoco podría mejorar nuestra vida terrenal.
La vida cristiana sería una burla, una farsa, una broma trágica. Pero la buena noticia es que el cristiano no es digno de lástima, porque Pablo inmediatamente añade: “Mas ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos.” (vers. 20).
III. ¿CUÁLES SON LOS HECHOS DE LA RESURRECCIÓN?
El pasaje anterior nos parece como muy deprimente. Nos deja por el suelo. Pero qué bueno que no termina allí. A partir de ahora vamos a ver como Pablo torna todos los argumentos negativos en positivos.
¿A qué conclusión llega?
Que el evangelio es de incomparable valor. La fe del evangelio es eficaz. Los apóstoles del evangelio proclamaron esta verdad y nadie les detuvo desde entonces. El pecado ha sido derrotado, ha sido perdonado.
Los que han muerto en Cristo hoy están en la gloria con él. Los cristianos no son dignos de lástima. Son las personas más bendecidas y privilegiadas de toda la tierra. La resurrección significa que Cristo es el vencedor de la muerte, el pecado y Satanás. Jesucristo es la primicia (vers. 20). Donde él está ahora, también nosotros estaremos.
Qué triste sería la vida si esto es todo lo que hay. ¿Qué pasaría si aquí padecemos y sufrimos, o si nos mantenemos en forma, pero al final no ir a ninguna parte?
Porque él vive, nosotros también viviremos.
La buena noticia del evangelio es que así como a través de Adán todos los hombres mueren, por medio de Cristo, todos tendrán vida (vers 21). Así como en Adán se conoció el origen de la muerte, Cristo es el camino de la vida a través de la resurrección. Adán trajo la muerte al mundo, por lo tanto, todos ahora moriremos. Pero Cristo trajo la vida eterna, de manera que en el caso del creyente “aunque esté muerto vivirá” (vers. 22). Esta es la verdad y el corazón de la resurrección.
CONCLUSIÓN:
Alguien ha escrito con mucha justicia que el cristianismo es la religión de la resurrección. Si no hay resurrección, no hay cristianismo. La semana santa no son los conejitos y los huevos de chocolates como parte de la tradición americana de Easter; ni tampoco es un tiempo para el disfrute de la carne, en las playas, como suele suceder en mucho de nuestros países.
Nadie puede ser cristiano sin creer en la resurrección. Si no hay resurrección de cuerpos, entonces Cristo no resucitó. Jesús demostró que era humano, pero resucitó como un hombre. Eso fue la experiencia de comer pescado asado con los discípulos. La resurrección es la coronación de la muerte.
¿Cuál es su respuesta frente al hecho de la resurrección? En Hechos 17:32-34 encontramos tres respuestas a la predicación sobre la resurrección. Una respuesta sería reírte de Cristo y decir que el que cree esto es un loco. Ese es un grupo. Otros nos tildarían de charlatanes como los atenienses con Pablo, señalándonos de ignorantes e incultos.
Pero hay un tercer grupo que reconoce a Jesús como el Hijo de Dios. Es el grupo que cree y se une a nosotros. ¿Con cuál de estos grupos se identifica usted? Nadie puede permanecer neutral frente a este hecho.
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