Se cumplió la palabra de Jesús: ¡apartados de Dios nada podremos hacer!
3. Búsqueda de un celo generacional
2 Entonces Asá sacó plata y oro de los tesoros del templo del SEÑOR y del palacio real, y se los envió a Ben Adad, rey de *Siria, que gobernaba en Damasco. También le envió este mensaje: 3 «Hagamos un pacto entre tú y yo, como el que hicieron tu padre y el mío. Aquí te envío oro y plata. Anula tu pacto con Basá, rey de Israel, para que se marche de aquí.» Mi corazón se quiebra cuando leo estas líneas, pero no puedo juzgarlo, porque el templo y los tesoros salen sobrando si la presencia de Dios no estaba presente en la vida de uno. Cuando la presencia de Dios se deja de experimentar en nuestra vida, es fácil robarle los recursos a Dios, cuando su presencia falta en nuestras vidas somos tan livianos para alabarle por mera emoción de victorias superfluas y nunca porque le sentimos dentro de nosotros aun sobre las pruebas.
No importa que tan adornado tengas un santuario o que tan apto o preparado estés o qué posición tengas delante de la sociedad, si tu templo interior está sucio y vacio de Dios, no hay nada que hacer. Te sentirás un don alguien siendo un don nadie. Hoy Dios llama al sacerdocio presente para nunca dejar de instruir a los suyos, hoy hay tantos altares que seducen a los nuestros que tenemos que tener intimidad con Dios para que su celo nos mueva a quebrar aquello que pueda doblar la fe de nuestros hijos y aun la nuestra. Pareciera que Abías padre de Asa no se tomó tiempo para recordarle lo que David y Salomón con mucho esfuerzo prepararon para Dios, cuando desconoces lo que ha costado a nuestros antecesores lo que hoy disfrutamos, es fácil despilfarrar los recursos que Dios llama vienes venideros (paz, gracia, amor, salvación, etc). Si mis hijos desconocen lo que costó el sacrificio de mi Jesús, jamás podrán tener afecto por las riquezas de su gracia. Es mi responsabilidad grabar en el corazón de mis hijos y recordarles a cada momento no solo lo que hace Dios y lo que nos da, sino quien es Él a pesar de lo que no hace y de lo que no nos da.
Revisando el costo de los antecesores de Asa. 1º Crónicas 22 no declara que David estaba extremadamente alegre por ver como la presencia de Dios representada por el arca del pacto regresaba de tierra de los filisteos, que su primer anhelo fue construir una casa para que su Gloria estuviera presente. Cada sacrificio que David y Salomón realizaron para la construcción del templo y la dedicación notamos que eran carneros propios y que les costaban. David se encargó de inculcar un celo generacional en su hijo Salomón por la casa de Dios que le ordena entregar lo mejor para Él. 1 Crónicas 22. 14 <> Sin embargo David hace una aclaración tajante 1º Cr 21.24: <>
En Asa encontramos sacrificios de animales ajenos, no entregó nada suyo, pero aquellos que vieron su gloria fue porque entregaron lo mejor y se dedicaron a enseñar a sus generaciones que todo es de Dios y de lo recibido de su mano le damos. Este tipo de instrucción es la que falta a las nuevas generaciones, donde los padres enseñemos a nuestros hijos a tener afecto por las cosas de Dios. Miremos por un momento los ejemplos claros de cómo Salomón no solo sucede el trono de su padre sino el afecto que su padre tiene por Dios. 1º Cr 22.14 David declaró que con mucho esfuerzo había separado y dedicado oro, plata, piedras y madera para la cada de Dios por su afecto a la casa de Dios. 2º Cr 9.10 Salomón también preparó y añadió tal como su padre David se lo encargó para la edificación del Templo.
Lo más interesante es que lo mejor que recibió (madera de sándalo como nunca antes se había visto) la utilizó para la casa de Dios y los instrumentos de los músicos. 1º Cr 22. 5 David declaró que la casa de Dios debería ser magnifica por excelencia. 2º Cr 2.5; 6.1 Salomón también se apropio de esta idea y la hizo realidad. 1º Cr 29.14 David dijo, ¿quién son yo y quien es mi pueblo?… pero te daremos lo mejor Reconoció su condición y Dios le honró 2º Cr 6.18 Salomón dijo: ¿es verdad que tu habitarás con el hombre en la tierra? Reconoció su condición y la gloria se manifestó.
Conclusión.
Si nuestro anhelo es que nuestros hijos hereden también un afecto por Dios como el nuestro y vivan bajo la Gloria de Dios, debemos esforzarnos por buscar ser esos sacerdotes que enseñan la palabra de Dios, esos sacerdotes que llevan a los nuestros a la presencia de Dios, cuando esto sea una realidad se provocará sin duda en celo generacional por Dios; porque entonces le conocerán de manera personal y el será hallado por ellos.