Los Privilegios de ser hijos de Dios

Que suple nuestras necesidades.

Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!” (Mateo 7:11). Cristo nos revela el corazón de Dios el Padre.

Él no es egoísta [que piensa sólo en él], envidioso [que se enoja si sus hijos prosperan] ni avaro [tacaño]. No tenemos que mendigar ni arrastrarnos cuando venimos con nuestras peticiones delante de nuestro Padre. Él es un Padre amante que comprende, cuida y conforta a sus hijos.

Si los seres humanos [siendo malos por naturaleza] pueden ser bondadosos con sus hijos, imagine cuán bondadoso puede ser Dios, el creador de todo lo bueno. “Todo lo que es bueno y perfecto desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre, quien creó todas las luces de los cielos. Él nunca cambia ni varía como una sombra en movimiento.” (Santiago 1:17 NTV).

Que nos dirige.

Uno de los privilegios de la adopción es ser dirigido por el Espíritu Santo. El hijo que pertenece a la familia de Dios es guiado por el Espíritu de Dios, por eso dice Pablo “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios» (Romanos 8:14).

Los hijos de Dios no somos guiados por medio de impresiones o impulsos mentales que suministran dirección en las decisiones de la vida. Más bien, es el Espíritu de Dios el que nos guía y dirige de manera objetiva e intencional. Ilumina la mente de los hijos de Dios para que entiendan la Palabra de Dios y los capacita para que obedezcan las Escrituras y agraden al Padre celestial.

Que nos disciplina como hijos.

Aunque no siempre se reconoce como un privilegio, el hecho de que Dios nos discipline como sus hijos es una bendición. Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirige: “Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo” (Hebreos 12:5-6, citando Proverbios 3:11-12).

Dios nos trata como verdaderos hijos.

Y ¿qué hijo hay a quien el padre no disciplina y corrige? La disciplina forma parte de la educación formal de los hijos. Aunque a veces no existe esa disciplina, y otras veces es aplica de la peor forma. Felicito a los padres que se ocupan de disciplinar correctamente a sus hijos.

La biblia dice que cuando Dios nos disciplina, lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad” (Hebreos 12:7, 10). Su disciplina nunca es resultado del capricho y la ira, sino que es siempre para nuestro provecho. Su objetivo es que participemos de su santidad. Y la santidad nunca puede ser producida fuera de la escuela de Dios.

Que nos instruye a vivir como familia.

El Nuevo Testamento se refiere muchas veces a los cristianos como «hermanos» y «hermanas» en Cristo (Romanos 1:13; 8:12; 1 Corintios 1:10; 6:8; Santiago 1:2; Mateo 12:50; Romanos 16:1; 1 Corintios 7:15; Filemón 1:2; Santiago 2:15). Pablo le dice a Timoteo “No reprendas con dureza al anciano, sino aconséjalo como si fuera tu padre. Trata a los jóvenes como a hermanos; a las ancianas, como a madres; a las jóvenes, como a hermanas, con toda pureza” (1 Timoteo 5:1-2).

Este concepto bíblico de la iglesia como la familia de Dios nos enseña que el trabajo de la iglesia es un «trabajo de familia». Por lo tanto, los miembros de esta familia nunca deben competir unos con otros ni obstaculizarse unos a otros en sus esfuerzos de servir a Dios y a Su iglesia, sino que más bien debieran alentarse unos a otros y darle gracias a Dios por el progreso o éxito que tenga cualquier miembro de la familia.

1 comentario en «Los Privilegios de ser hijos de Dios»

Deja un comentario