Una madre llamada María

Una madre sabe lo que es capaz de hacer su hijo.  La inversión hecha en ellos le lleva a tener tal confianza que son capaces de recomendarlos para las mejores tareas. Así actúa una madre.

IV. MARÍA REVELA EL DOLOR QUE TRAE TAMBIÉN LA MATERNIDAD (Juan 19:25-27)

Una madre sufre por su hijo en todas las etapas de su vida. Por supuesto que ninguna de ellas espera que su hijo muera antes que ella lo haga. Sin embargo, son muchas las madres que han tenido que asistir a su hijo en esa terrible noticia.

Mi propia madre le tocó ver esto con su hijo menor y no puedo olvidar su rostro lleno de dolor cuando aquello ocurrió. El que una madre tenga que ver morir a su hijo tiene que ser un dolor desgarrador. En el caso de María la situación no pudo ser peor.

Ella ha sido la única madre a quien se le dijo que su hijo “para morir nació”. Cuando ella y su esposo José presentaron a su Jesús en el templo, un sacerdote llamado Simón, quien esperaba la consolación de Israel con la llegada del Mesías, profetizó a María que una espada traspasaría su propio corazón.

María vivió sabiendo que el hijo de sus entrañas sería el salvador del mundo y que la muerte sería la vía para eso. ¿Sabe usted lo que significa esto para una madre? El momento del cumplimiento de todas las profecías llegó y María lo vivió. El día de su muerte nadie más lo sufrió como ella.

Observe que María estaba al pie de la cruz. Exactamente en el lugar correcto, al lado de su hijo a quien lo ve sufrir terriblemente y quien está muriendo por toda la humanidad. No siempre hablamos del sufrimiento de María, pero aquella escena tuvo ser desgarradora.

Cuando hablamos del sufrimiento de las madres, estos tienen distintos matices.

Nadie experimenta más dolor que una madre. Obsérvalas cuando ellos nacen, cuando se enferman, cuando se van de la casa, cuando se casan, cuando caen en terribles vicios y no se diga si caen en una cárcel. Así, pues, sabe usted lo que significa consolar a una madre cuando su hijo muere anticipadamente. María experimentó eso.

V. MARÍA CELEBRA LA VICTORIA FINAL DE SU MATERNIDAD (Hechos 1:12-14)

María no solo estuvo al pie de la cruz, sino que seguramente se encontró entre las mujeres a quienes se les dio la noticia de la resurrección de su hijo. Si bien es cierto que los evangelios no especifican que María fue a la tumba para preparar al hijo con las demás mujeres, no dudamos que el interés de aquella madre tuvo que ser hasta el final.

Nadie estuvo más interesada en esto que ella como madre. Si estuvo al pie de la cruz, con mayor razón tuvo que estar en su entierro. De manera, pues, que el gozo de la resurrección fue, seguramente, la más grande noticia dada a aquella madre. Es Lucas quien nos dirá más adelante que María, la madre de Jesús, estaba con los discípulos y los 120 reunidos el día de Pentecostés.

Ella, al igual que los discípulos, fue testigo cercano de todo lo que sucedió con Jesús. María tuvo que ser muy clave en toda la historia de la iglesia después que Jesús resucitó. Para Lucas, ella tuvo que ser la principal fuente de donde tuvo una historia de primera mano acerca de Jesús y todo su ministerio.

El gozo de esta manera no tuvo límites.

Ella lo parió, crió, educó, sufrió y al final vio el triunfo de su hijo como ninguna otra madre. Hijos, ustedes son la satisfacción, el gozo, el triunfo y la corona de sus madres. Vivan siendo obedientes a sus padres, pero, sobre todo, obedezcan a Dios. Al final, y como lo hizo Jesús, la obediencia a Dios produce el mayor y más sublime gozo en el corazón de la madre.

CONCLUSIÓN:

A María debemos verla en el contexto de lo que fue su maternidad. La manera cómo le han levantado, hasta el extremo de ponerla igual o superior a Dios, no le hace bien al propósito de su escogencia de parte de Dios y contradice lo que fue su declaración.

Veámosla como madre y sacaremos las más grandes lecciones para la vida.

María como modelo de madre establece el ejemplo para nosotros cuando dirige su alabanza, adoración y glorificación solamente a Dios:

Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva; pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones, porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre” (Lucas 1:46-49).

Madres, les propongo el ejemplo de María. Véanla dedicando a su hijo al Señor, véanla en la educación de su hijo, véanla en la confianza que tuvo en él.

Véanla en su más intenso dolor, pero sobre todo, véanla regresando al gozo del principio cuando su hijo resucitó como la primicia de lo que todos haremos un día.

María no fue perfecta, como no lo son las madres, pero ella fue fiel y obediente. Imiten sus virtudes

© Julio Ruiz. todos los derechos reservados.

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