Quien es mi madre

b. Isaac representa a la libertad total (vers. 30b).

Cuando uno compara la vida de estos dos jóvenes provenientes de un mismo padre, pero de distintas madres, no ve alguna diferencia al principio. Por un lado, ambos fueron circuncidados. Esa experiencia comenzó con Ismael siendo ya grande.

Lo mismo pasó con Isaac al momento de nacer. Y tampoco hubo diferencia entre estos hermanos en relación con su carácter. Un estudio del comportamiento de Ismael nos muestra que él fue un hombre bueno, a pesar de nacer de la esclava.

Observamos que ambos hijos enterraron a su padre y no se ve que después haya altercado. Por cierto, eso no sucedió entre Jacob y Esaú.

De este último se dice que fue tratado como profano (Hechos 12:16-17). Así que entre estos hermanos no había mucha diferencia para ilustrarnos que esto es lo que pasa algunas veces entre el legalista y los cristianos.

Y esto nos manifiesta otra vez que la salvación no es por lo bueno que seamos, sino por la obra de la gracia, representada en Isaac. Este hijo, a diferencia del anterior, no es nacido bajo la carne sino bajo el Espíritu.

La diferencia entre ambos hijos es que la gracia hizo distinto a Isaac. Isaac es hijo de la promesa. He allí la diferencia. Un hijo representa la esclavitud y el otro la libertad.

III. CONSIDEREMOS LOS DOS COMPORTAMIENTOS

a. Ismael se burló de Isaac cuando era niño (vers. 29)

Si esta conducta se ve entre hijos de ambos padres, ¿se puede imaginar lo que sucede a los hijos con diferentes madres? Pues esto fue lo que sucedió entre estos dos hijos. Ismael fue un reflejo de lo que ya sabía a los 12 años.

Como quiera que haya sido él tuvo que enterarse que si bien era el mayor no iba a ser el heredero. Cuando aplicamos esto a lo que Pablo está explicando, llegamos a la conclusión que el hijo de la esclava, representando acá a los que siempre reaccionan bajo el legalismo de su religión o su propia justificación, siempre se burlarán de lo que hacemos.

Uno puede imaginarse que la burla que hizo Ismael a su hermano menor giraba en relación con el asunto de la promesa. En no pocas veces le recordaría a Isaac que él, por ser el mayor, era el heredero directo de su padre.

Cuando uno lleva esto al plano de la comparación entre la ley y la gracia, vamos a notar que la gente que vive confiada en la justicia de sus propias obras se burlará de los que ahora transitamos el camino de la gracia. El hombre que vive su vida para si mismo, que ha creado su propio sistema de valores, se burlará de “Isaac” que vive en la libertad.

Isaac refleja la conducta de un hijo libre. No sabemos que tanto se defendía Isaac de Ismael cuando altercaban. Por el carácter tranquilo que vemos en la vida de Isaac pensamos que resistía aquellas molestias con extrema paciencia.

Hay algo en esto que es muy interesante. Cuando se vive en la libertad con la que Cristo nos ha hecho libres no tenemos que hacerle caso a la burla que otros hagan de nosotros.

La sola seguridad que nos ofrece el saber que somos hijos de la heredera, de la Sara de la promesa, nos mantendrá tranquilos ante los ataques y las burlas de los que se amparan bajo el manto de sus obras y su propia justificación.

En el sermón que tiene Spurgeon sobre esta alegoría, él dice: “No debemos establecer ninguna diferencia.” Ismael preguntó: “¿No soy yo tan bueno como tú? ¿No sirvo yo igualmente a mi padre?

En cuanto a ti, tú sabes que eres el favorito de tu madre, pero mi madre es tan buena como la tuya.” Y de esta manera molestaba y se burlaba de Isaac. El hijo de la esclava siempre reaccionará ante la conducta del hijo de la libre. Nada explica mejor este comportamiento de los dos hermanos que el saber la diferencia entre la ley y la gracia.

IV. CONSIDEREMOS LOS DOS RESULTADOS

a. La herencia es del hijo libre (vers. 30).

El tema de la herencia en la carta a los gálatas es recurrente. Cuando uno lee la historia de Sara y su actuación con el hijo de Agar y la forma cómo le echó de la casa, nos parece duro e injusto. Injusto porque ella misma fue la que le pidió Abraham que le diera un hijo en su esclava.

Sin embargo, cuando ella tuvo al hijo de promesa no miró con buen agrado a Ismael, y le pidió a su propio padre que lo echara de la casa. Al final Dios concedió a Sara su petición (Génesis 21:10, 12).

Para sorpresa del lector, Dios estaba de acuerdo con esa acción. El asunto es que aquí estaba en juego la herencia. Y en esto decimos que no era la herencia de Abraham.

No tenía que ver con sus bienes, que ya eran muchos. La herencia era que en él serían benditas todas las naciones. Pero que el hijo de quien vendría tal herencia no fue el que resultó de la carne, pues Abraham se adelantó a los planes de Dios.

Era el hijo que vendría como un milagro, como lo es nuestra salvación. La ley, afirma Pablo, no concede el derecho de recibir la herencia, así como Agar no aseguraba la herencia por ser esclava. Los esclavos nunca tienen herencia.

b. El espíritu del pacto de la gracia (vers. 24).

Ya hemos dicho que Pablo está hablando de una alegoría al usar los nombres de Agar y Sara y al hablar de los dos pactos. Un resultado visible de toda esta exposición es lo que tiene que ver con el pacto de gracia.

Es mucho decir que no somos hijos de la esclava sino de la libre. Esto significa que los privilegios que tenemos son muy grandes, por lo tanto, y como lo explica Pablo, es absurdo que los gentiles de aquel tiempo y también nosotros, estemos bajo la ley que no pudo ni puede librar a los judíos de la esclavitud.

El pacto de la gracia nos ha librado del espíritu del primer pacto que era de pecado y de muerte. El espíritu del primer pacto era de un poder legalista, basado en una condición, llamada “si lo haces vivirás”. El espíritu del primer pacto fue de persecución; el espíritu del segundo pacto es de libertad para amar y servir, no de libertinaje.

El espíritu de primer pacto hizo que sus profesantes fueran violentos (como Pablo al principio), duros y autoritarios con el creyente. El espíritu del pacto de la gracia, que viene de la madre Sara, es de humildad, amor, paz y servicio incondicional. Ya quedamos libre del espíritu del primer pacto.

CONCLUSIÓN

¿Quién es tu madre? Bueno, la respuesta a la presente pregunta queda respondida acá. Ya hemos dicho que somos hijos de Abraham, pero nuestra madre es Sara. Somos hijos también de la promesa, somos de igual manera herederos.

Pablo dice que esa madre constituye el segundo pacto, no el del Sinaí que era el pacto de la esclava y que correspondía a la Jerusalén actual que está con sus hijos. Sin embargo, el pacto de Sara, el que corresponde a la Jerusalén de arriba, es donde ahora estamos y nos movemos.

Así que no solo sabemos quién es nuestra madre, sino que sabemos donde está. Pablo nos recomendará a buscar las cosas de arriba, donde está Cristo sentado (Colosenses 3:1) Sobre todo este particular el mismo Pablo dirá después:

Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es gracia; de otra manera la obra ya no es obra.”. Entonces es por gracia. La madre Sara nos reveló el pacto de la gracia.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

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