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El ministerio de la restauración

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: El ministerio de la restauración

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 3 Porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4 Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; 5 porque cada uno llevará su propia carga“.  Gálatas 6:1-5

INTRODUCCIÓN:

No sabemos que pasó en este pasaje. Desconocemos quién fue la persona sorprendida en una falta a la que Pablo hace referencia. El asunto es que hay un pecado que ha salido a la luz. ¿Alguien había mentido, peleado, adulterado, o hizo una evasión de impuesto? No lo sabemos. Pero la fuente del rumor había sido encontrada. El asunto es que había una transgresión en la iglesia y era notorio.

¿Quién estaba en peligro en este pasaje? ¿A quién le dedica Pablo cinco versículos advirtiéndole sobre lo que podría sucederle en esta situación como esta, pero también lo de restaurarle? ¿El que ha caído? ¿O el que está a punto de ayudarlo a ponerse de pie?

Cada verso excepto uno tiene una gran luz amarilla intermitente que está diciendo: ¡Cuidado! ¡Cuidado! Y el mensaje de advertencia no se dirige sólo al que ha caído, sino a los que intentan ayudar. Cada ministerio de la iglesia es importante, pero el que tiene que ver con la restauración es el que demanda más de nosotros. No es fácil lidiar con las cargas que otros llevan.

Lamentablemente estamos más listos para juzgar la condición del caído que lo que estamos para levantarlo. Lo que más prevalece es el espíritu de los fariseos para condenar al que ha fallado.

Recordemos lo que hicieron con la mujer, que según ellos fue sorprendida en adulterio. Como necesitamos encarnar las palabras de Cristo cuando le dijo aquella mujer: “Ni yo te condeno, vete y no peques más”. Hablemos, pues, de este necesario ministerio en la vida de la iglesia. Conozcamos uno de los asuntos que demanda una gran compasión de la iglesia como lo es la restauración.

I. HAY CARGAS QUE DEMANDAN UNA RESTAURACIÓN

1. Hay cargas producto de nuestros pecados (vers. 1).

Cada vez que pensamos en la palabra “carga” la asociamos con alguna enfermedad, desempleo, pérdida de un ser querido, soledad, rechazo, etc., y las personas que los sufren como víctimas. Y esto es correcto.

Pero Pablo nos muestra en el versículo 1 que muchas de las cargas que se llevan incluyen faltas como resultado de algún pecado cometido, y que los oprimidos por tales transgresiones experimentan una culpa que demanda un pronto auxilio.

La palabra “sorprendido” tiene que ver con alguien que huye del pecado, pero por cuanto este es más veloz que él, le alcanza y le atrapa. Este es el trabajo de la tentación. Previo a la caída hay toda una oferta seductora para satisfacer lo que la Biblia define como la concupiscencia o el deseo desordenado de nuestro interior.

Quien incurre en esto queda atrapado en su pecado y puesto en evidencia. El resultado final es que la persona entra en un estado de vergüenza que lo que más desea no es que se le señale, sino que se le restaure. Ese es su clamor. Es la experiencia que tuvo David cuando Natán le dijo: “Tú eres ese hombre”. Los Salmos 32 y 51 hablan de su culpa.

2. Hay cargas producto de nuestro estado emocional (vers. 2).

En este pasaje Pablo reconoce que las cargas de la vida no solo las llevan los que no tienen a Cristo, sino que hay creyentes con cargas que traen consigo y están buscando desesperadamente encontrar alivio.

Sabe usted de aquellos hermanos que llevan una carga emocional, muchas veces vista en terribles depresiones, padres que llevan la carga de un hijo rebelde o hijos que llevan la carga de padres que abusan de ellos, cargas económicas que producen una tensión por las deudas o las cosas que faltan…

En relación a esto hay tres cosas que se nos dicen respecto a las cargas. Por un lado, se nos ordena a “sobrellevar las cargas los unos los otros”. Esto significa que hay cargas que demandan de otro hombro porque llegan a ser muy pesadas. Pero también Pablo habla de una carga que no es transferible. Es el hecho que cada uno lleva su propia carga.

Este es un texto que pone en evidencia la realidad de las cargas de la vida. Y si bien es cierto que debemos compartir las cargas, llevar nuestras propias cargas, mejor será echar nuestras cargas al Señor, porque él nos sustentará (Salmos 55:22).

II. HAY UN ESPÍRITU CORRECTO PARA LA RESTAURACIÓN

1. El espíritu de mansedumbre (vers. 1).

Pablo recomienda que al que ha sido sorprendido (que ha quedado atrapado en una falta), que sea restaurado con un espíritu de mansedumbre. El que Pablo esté hablando en estos términos es una revelación que su corazón había sido totalmente transformado. Recordemos que el era “fariseo de fariseos”.

Su formación estricta le conducía a traer a los transgresores de la ley; eso es, aquellos que la habían quebrantado por algún pecado, para ser apedreados. No había en él tal espíritu de mansedumbre. Cuando usted piensa en una persona mansa, ¿qué idea viene a su mente?

Es interesante que cuando se trata de explicar los rasgos de la mansedumbre, raramente escuchamos que una persona mansa no significa que es “débil”. El concepto de la verdadera mansedumbre como alguien la definió, “es estar enojado en el momento correcto en la medida correcta y por la razón correcta”. El sabio ha dicho que con misericordia y verdad se corrige el pecado (Proverbios 16:16). El espíritu de mansedumbre al estilo de Jesús dirá: “Ni yo te condeno…”.

2. El espíritu de vigilancia personal (vers. 1b).

Este texto es sorprendente. Por un lado, no solo nos presenta a alguien que ha caído y que está experimentando todos los efectos de culpabilidad que implica la caída misma, sino de la persona que es llamada hacer el trabajo de la restauración. Considere quién debe ser esta persona. Ya hemos dicho que debe ser alguien con mansedumbre que es uno de los sabores del fruto del Espíritu.

Lo otro es que el trabajo de la restauración es para personas espirituales. Esto significa que no todos están aptos para lidiar con las cargas de la vida ajena. Imagínese los fariseos por un momento acusando a la mujer que según ellos fue sorprendida en adulterio. Cuando fueron confrontados por Jesús, por ser más pecadores que la mujer, se fueron de su presencia.

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