El ministerio de la restauración

Los hombres espirituales como Bernabé pueden restaurar a un Juan Marcos. La otra característica de este texto es que la persona que trabaja en la restauración debe tener un espíritu de vigilancia. El asunto es que mientras se trabaja en la restauración de alguien debo recordar lo que el mismo Pablo dijo: “El que piense estar firme, mire que no caiga”.

III. HAY ACTITUDES QUE AFECTAN LA RESTAURACIÓN

1. El que se cree ser algo y no es nada (vers. 3).

La posibilidad de ayudar a aquellos que tienen sus cargas queda eliminada por aquellos que se creen ser algo. La vanagloria es un enemigo de las buenas acciones.

Cuando el caminante de la parábola del “Buen Samaritano” cayó herido por los ladrones, dos de los que se creían que eran algo (el sacerdote y el levita), no le ayudaron por su soberbia y arrogancia.

Los hombres que viven bajo su propia justicia no conocen la misericordia y por lo tanto no tienen sensibilidad alguna para ayudar a otros a llevar sus cargas.

Algunos se creen tan autosuficientes que no son capaces de bajarse y ayudar a otros. Son my pocos los samaritanos que descienden de su cabalgadura y se toman el tiempo necesario para curar las heridas de los que llevan cargas que los ladrones de esta vida le han infligido.

Nos sorprende como Pablo cambia de un cristiano espiritual, capaz de ayudar por su carácter al necesitado, a otro que vive solo para si mismo sin importarle la desdicha ajena. Esto nos revela que hay creyentes que necesitan ser quebrantados para que sientan las penas de los que llevan sus propias cargas y esperan para ser restaurados.

2. El que cree que su obra es mejor que otra (vers. 4).

Pablo sigue tratando con alguien que es tan culpable como el que fue sorprendido en algún falta. La persona egoísta no está capacitada para labrar la dicha ajena. La advertencia de este texto es para que la persona se examine así misma de tal manera que primero sea capaz de probar su propia obra y después de eso quedar preparado para ayudar al que está llevando su pesada carga.

Pablo describe este pasaje la actitud de alguien que se cree superior a los demás en su hablar, su moralidad, su prestigio académico y hasta su orgullo espiritual, al mejor estilo de los fariseos. Como aquel fariseo que le daba gracias a Dios porque no era como aquel infeliz publicado. Hay actitudes que son feas en la vida un creyente.

Muchos viven tan encerrado en su egoísmo y su orgullo que se engañan así mismo. Tengo la impresión que algunos creyentes viven su evangelio sin ningún tipo de obras. Será bueno recordarnos de acuerdo a la admonisión de Santiago que la fe sin obras está muerta (Santiago 2:17). El ministerio de la restauración demanda de hombres que piensen más en la obra de otros que la de ellos mismos.

IV. HAY UN PROPÓSITO EN LA RESTAURACIÓN

El vers. 2 de este pasaje pone de manifiesto un extraordinario resultado cuando nos preocupamos y trabajamos en el bien de los que llevan sus pesadas cargas. Cuando nos dedicamos a la restauración del hermano caído, de aquel que está llevando sus propias cargas, Pablo nos dice que estamos cumpliendo con la ley de Cristo.

Hay una ley que nadie pudo cumplir, la de Moisés. De esa ley nos dice esta misma carta que cuando somos guiados por el Espíritu ya no estamos bajo ella (3:13). Por otro lado, se nos dice de una manera contundente que: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley”.

¿Hemos sido liberados de la maldición y la carga de la ley mosaica solo para cargar con una ley más radical de Cristo? De ninguna manera.

La ley de Cristo es resumida por él mismo cuando dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:29-30).

Los fariseos se esmeraban por cumplir la ley de Moisés tratando de ayudar al prójimo, pero lo que hacían era poner sobre ellos pesadas cargas que ellos mismos no estaban dispuestos a llevar. Que distinto el creyente.

Cuando nos amamos mutuamente, nos cuidamos mutuamente, nos exhortamos mutuamente y nos levantamos mutuamente, estamos cumpliendo con la ley de Cristo. No es muy difícil su ley. El que restaura al hermano caído cumple con la ley de Cristo.

CONCLUSIÓN:

El apóstol Pedro fue sorprendido en una falta. Él negó tres veces al Señor y fue público y notorio a los adversarios de Jesús. De esta manera Pedro pasó a ser conocido como el otro discípulo que traicionó a Jesús, negándole tres veces que le había conocido. ¿Cómo fue restaurado otra vez al ministerio?

Veamos el ejemplo de Jesús en esto para entender mejor a Pablo cuando nos ha hablado sobre el ministerio de la restauración (Juan 21:15-19). Por un lado, lo buscó y lo invitó a la mesa. Eso dio tiempo para que Pedro entrara en confianza y a su vez notara que no había reproche de parte de su Maestro. Después Jesús se dirigió a él con palabras amorosas, pero muy firmes.

Al principio lo llamó Simón, hijo de Jonás, como para recordarle quién era él antes de venir a Cristo. Simón significa “caña débil”, pero que Jesús lo había transformado en Pedro, “pequeña roca”. Luego le hizo tres veces la misma pregunta: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos?”. Y ante la voz quebrantada de Pedro reconociendo que si lo amaba, el Señor le dijo: “Apacienta mis ovejas”.

Observamos en esto que la restauración de Pedro fue rápida. Fue hecha por alguien era era espiritual; la hizo Jesús. Fue hecha bajo un espíritu de mansedumbre y de mucho amor. Y sobre todo, la restauración fue hecha sobre la base de regresar al ministerio que había abandonado.

Pedro había vuelto a la pesca, pero Jesús lo había llamado para pastorear sus ovejas. El ministerio de la restauración tiene como finalidad volver a traer al hombre caído a una relación profunda de amor con su Señor y a una integración al cuidado de las ovejas.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA.

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