Él restaura la esperanza

La mujer le responde que ella no necesita nada. 2 Reyes 4: 13. “… Y ella respondió: Yo habito en medio de mi pueblo”. Giezi interrumpe la conversación y le dice: eso no fue lo que me dijiste cuando estábamos en la mesa.

¿Sabes? Cuando te acercas a la gente y comienzas hablar con ellas y le preguntas: ¿Cómo estás? Ellos responden: Bien, en bendición, pero entre más tiempo pasas con ellos te das cuenta que tienen esperanzas, deseos, palabras proféticas que ya han olvidado y en otras se han dado por vencidos.

Esta mujer ya se había dado por vencida con aquello. Giezi le dice: tú me dijiste que querías tener un hijo. ¿Qué paso? Ella agacho la cabeza. El profeta pregunta: ¿Es verdad? Ella dice: es que ya hace tanto tiempo, si hubo un tiempo en el que yo quería un hijo, pero… ya ha pasado tanto tiempo.

Quizás tienes algunas esperanzas, promesas de parte de Dios, pero ya ha pasado tanto tiempo. Entonces viene un profeta y te dice: veo algo en ti.

El profeta le dice: ¿Es verdad? Y ella responde: si. 2 Reyes 4: 16. “Y él le dijo: El año que viene, por este tiempo, abrazarás un hijo…”. Eliseo le dice el año que viene tendrás tu hijo. 2 Reyes 4: 16. “… Y ella dijo: No, señor mío, varón de Dios, no hagas burla de tu sierva”. La sunamita le dijo: mire profeta no se juegue conmigo, no me mienta, no me diga mentiras.

¿Por qué ella dijo eso?

Porque llevaba tanto tiempo creyendo que ya no le quedaba nada de esperanza. No me digas si Dios no lo va a hacer. El profeta le dijo de aquí a un año tendrás en tus brazos a un hijo.

¿Qué pasó? Paso el año y esta mujer dio a luz un hijo. Luego el niño creció. 2 Reyes 4: 18. “Y el niño creció…”. Pero de repente al niño le da algo como una hemorragia o derrame cerebral. 2 Reyes 4: 19 20. “Y dijo a su padre: ¡Ay, mi cabeza, mi cabeza!… y murió”.

Aquel niño no solo fue un hijo, ese niño representaba la promesa de Dios, representaba el destino de ella, su futuro, era más que su hijo, era su vida.

Ella toma a su hijo lo acuesta y sale a buscar el profeta. 2 Reyes 4: 22. “Llamando luego a su marido, le dijo: Te ruego que envíes conmigo a alguno de los criados y una de las asnas, para que yo vaya corriendo al varón de Dios, y regrese”. Ese tiempo quizás Eliseo ya estaba viejo o cansado, pero toma su vara y se la entrega a Giezi, y le dice: ve y pon la vara sobre el cuerpo del niño y levántalo. 2 Reyes 4: 29. “Entonces dijo él a Giezi: Ciñe tus lomos, y toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño”.

Giezi va y coloca la vara sobre el niño y no pasa nada. Observa esto: Eliseo no le hubiera pedido a Giezi que hiciera algo si él sabe que no era capaz de hacerlo. Giezi ya había levantado a otras personas de la muerte, él también había visto como Eliseo la hacía. Giezi una vez había caminado en gran poder, pero algo paso en su caminar para que perdiera su poder, autoridad, la habilidad.

La sunamita le dice; quiero al profeta. El profeta toma al niño y hace que el niño pase hasta el aposento que la madre había preparado para él.

No puedes esperar hasta que entres en el momento de crisis para ponerte a construir un aposento. Tienes que construirlo cada día, antes de que ocurra algo. Tienes que determinar antes de que venga la crisis, antes de que venga el problema, antes de la dificultad financiera, antes de que el médico te digas que tienes cáncer.

La mujer tomo al niño y lo llevo arriba al aposento, en el tiempo de la crisis ella tenía un lugar.

A muchos el enemigo les ha dicho: te equivocaste, ese no fue Dios quien te hablo, esa no fue la Palabra de Dios para ti; y aun así, ese deseo  nunca se ha ido, está allí. Y Dios te ha hablado que vas a levantar un negocio, que te casaras, que tendrás hijo, que te dará una casa, que serás pastor, profeta, apóstol, que veras a tu familia convertirse. Y tú has preparado un aposento. El diablo te ha mentido.

Eliseo se acostó sobre el niño muerto y colocó una mano sobre la otra, ojo a ojo y boca a boca. Soplo sobre el niño y no paso nada.

Él pudo haber dicho: bueno ya es tarde, será que ya le toco la hora. Esto era una prueba terrible, pero aquella mujer había preparado aposento, ella creyó lo que dijo el profeta. 2 Crónicas 20: 20. “… Creed en Jehová vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados”.

Otra vez el profesa sobre el niño y no pasa nada. Algunos han sido tentados a abandonar, no te des por vencido. 2 Reyes 4: 30. Y dijo la madre del niño: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré”.

No ha terminado la historia, no termina hasta que tú digas. Mantente ojo a ojo, mano a mano y boca a boca.

De repente el niño resucitó, volvió la vida. El profeta levanta al niño y le dice a la madre: aquí está tu hijo. Porque preparaste un lugar para el Señor.

Prepara tu casa, mantente en tu lugar.

1 comentario en «Él restaura la esperanza»

  1. Que bendicion, de Dios esta palabra. me la tomo para mi ya que era estiril y creo que concebire, hay esperanza en NUESTRO SALVADOR. JESUCRISTO. ALELUYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

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