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Rut, la emigrante

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Rut, la emigrante

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Rut 1:9-18

INTRODUCCIÓN:

Hoy celebramos el día de nuestra herencia hispana, conocido como el “Día de la Hispanidad”. Se trata, pues, de reconocer nuestras raíces de donde venimos. Todos llevamos sangre de emigrantes. El tema de la emigración está a la orden del día. Los que vivíamos en países cuyos ciudadanos no emigraban por las bondades de sus tierras y su condición económica, ponderábamos con asombro la cantidad de gente que ha tenido que dejar sus países y aventurarse a vivir en lugares desconocidos.

Todos los días a la orilla de algún mar vemos cantidades de personas que llegan buscando refugio. Otros lo hacen por los “caminos verdes” y caminos del desierto, atravesando terribles peligros tan solo para llegar al lugar donde han puesto su esperanza para una vida mejor.

Para otros, los aeropuertos son testigos de las lágrimas de aquellos que han dejado a sus amados para ir rumbo a otros sitios en busca de lo que ya no tiene en su país. Y si bien es cierto que hoy estamos tan familiarizados con este tema de la emigración, de modo que los que pastoreamos iglesias en países como Canadá o Estados Unidos, donde la mayoría provenientes de otros países, ya este asunto era común en los tiempos bíblicos.

De hecho, cuando analizamos el origen del pueblo de Dios nos encontramos que Israel fue una nación de inmigrantes. Considere, por ejemplo, que Abraham inmigró de Ur de los caldeos a la tierra que posteriormente fue la prometida por Dios.

De esta manera tenemos que Jacob emigró de Beerseba a Egipto y después de 400 años salieron a la tierra prometida. Y esa historia de inmigración bíblica nos encontramos con Rut quien se constituye en una referencia para hablar de lo que enfrenta un inmigrante a la hora de salir de su parentela y asentarse en un lugar ajeno. Veámoslo.

I. TODO EMIGRANTE ENFRENTA EL DOLOR DE LO QUE DEJA ATRÁS

a. Salir del lugar de donde se había estado (vers. 7).

La historia de Nohemí con sus nueras viviendo en aquella tierra extraña es una de las más significativas cuando se aborda el tema de la emigración. Por un lado, está el hecho en sí que Nohemí viviera fuera de Judá y por otro y las mujeres de sus hijos de pretendiendo vivir fuera de Moab. En ambos casos se pone en evidencia el dolor que produce la partida.

En el caso de Nohemí, ella tuvo una situación menos complicada para su regreso al hogar de sus padres. Pero en el caso de las dos hijas adoptivas, la posibilidad de salir de su hogar era algo que levantaba el dolor en su más viva expresión.

Si bien es cierto que las dos nueras habían aprendido mucha de la cultura judía, por la influencia de sus esposos, ellas pertenecían a la tierra de Moab. Allí vivieron, allí crecieron y allí se casaron. Pero llegó el día de tomar una decisión de dejar a su patria.

Al final la historia de ellas termina cuando una regresa a con sus padres y no se sabe más nada, y la otra, Rut, decide irse a explorar el mundo del emigrante. Ella tuvo que dejar atrás a sus padres y amigos. Esto es el asunto que más duele al momento de salir. Ese es un momento de dolor y de honda tristeza. La partida de la tierra arranca parte del corazón.

b. Alzar los ojos y llorar (vers. 8).

Este texto es conmovedor y revelador. Nada es más doloroso que una despedida. Cuando los niños están pequeños ellos no sienten tanto el impacto dejar la tierra y la parentela; de dejar la casa donde se nació. Pero cuando ya se es adulto, donde hemos tenido una acumulación de vivencias y experiencias, el salir de ese hogar que nos vio nacer es un tiempo de profunda tristeza, dolor y hasta impotencia.

Honestamente, nadie quiere salir de su tierra. Y es que no hay tierra como aquella donde nacimos. Es cierto que hay otros países que nos dan la bienvenida. Sus bondades, respaldadas por su progreso y mejor estilo de vida nos hacen la vida más llevadera, pero en el fondo de cada corazón que ha emigrado existe un vacío que no es tan fácil de llenar.

Uno puede imaginarse el cuadro de esta historia. Nohemí fue más que una buena suegra. Ella fue como la mamá para estas dos mujeres. El llanto prófugo de aquel momento era real. Las entrañas se conmueven ante el abrazo de la despedida. Y es que la verdad de no ver pronto a los seremos que amamos nos constriñe el corazón. Lo que queda atrás está lleno de mucho amor y recuerdos.

II. TODO EMIGRANTE ENFRENTA EL DESAFÍO DEL PAÍS QUE ESCOGE

a. Iremos contigo a tu pueblo (vers. 10).

Si bien es cierto que en el corazón de todo ser humano está arraigado un fuerte nacionalismo y un incondicional patriotismo, también es cierto que a la hora de tener que enfrentar las duras realidades por las que pasa el país que amamos, la decisión de dejarlo pesa mucho. ¿Qué había pasado en Moab?

Pues al principio fue una tierra que satisfizo las necesidades de Nohemí y toda su familia, pero al final muchas cosas cambiaron. La tierra que les vio nacer ahora es tierra de tristeza y de soledad. Nohemí vino huyendo de su país por falta de pan, pero ahora deja la tierra de Moab pues al parecer oyó que en Belén (“casa de pan”) volvió haber alimento.

Frente a este escenario se plantea la posibilidad del regreso. Así que la ausencia del esposo y las condiciones ahora planteadas hicieron que aquellas mujeres siguieran a su suegra en este nuevo comenzar. La oración “iremos contigo a tu pueblo” es una franca determinación de querer ser parte de una nueva vida más allá del entorno familiar. El emigrante se prepara para hacer su vida en otro país.

b. Tu pueblo será mi pueblo (vers. 16).

Se ha dicho con mucha justicia que la disposición de Rut de seguir a Nohemí es la historia con las expresiones de consagración más hermosas que hay en toda la literatura mundial, al decidir entrelazar su futuro con el de su suegra a sabiendas que a lo mejor no se casaría otra vez. Nohemí insistió tres veces (verss. 11-12, 15) para que Rut, al igual que Orfa, se regresaran a su tierra.

Rut decidió ser parte del pueblo de Nohemí. De esta manera confesó su lealtad al pueblo de Israel (tu pueblo) y al Dios de Israel (tu Dios). La decisión de Rut de ser parte de un nuevo pueblo es uno de esos conmovedores ejemplos a los que enfrenta todo emigrante.

Por un lado, está rompiendo con el pasado donde sembró sus raíces que tuvo que ver con su cultura, costumbre y vivencias. Pero, por otro lado, al escoger “el otro pueblo” aceptó su cultura, costumbres y sobre todo el respetar sus leyes.

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