La generación que desconoció a Dios

2. Dios es un Dios celoso (vers. 13)

Como es de esperarse cuando el pueblo que dice amar a Dios se aleja de él para entregarse en servicio a un nuevo ídolo, la ira de Dios se enciende. La Biblia nos dice que él es un “Dios celoso”. No puede pretender quien ha adorado a Dios y decide unirse a un nuevo ídolo que él no reaccione pues fue él mismo que dijo: “No tendrás dioses ajenos delante de mí”.

La Biblia también añade: “Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo” (He.10:31) Y esto fue lo que aquella generación apóstata experimentó. Tome en cuenta que lo primero que se desató fue la ira de Dios (vers. 12).

Luego Dios los entregó en manos de lo peor que había en ese lugar a manera de disciplinarlos. Por cuanto abandonaron a su Dios él mismo se encargó que les fuera muy mal en la medida que intentaban avanzar. Dios no tolera que sus hijos le cambien por otros ídolos.

Romanos 1 nos muestra lo que hace un Dios airado con una generación que persiste en hacer lo malo. Entregados a “una mente reprobada” (vers. 28) nos indica hasta dónde Dios puede llevar a una persona que persiste en pecar y no dar gloria a su nombre. Cuando se cambia a Dios por los ídolos de la carne, nos exponemos al ardor de su ira.

III. ES LA QUE ABANDONA EL CAMINO DEJADO POR LOS PADRES

1. Abandonar el camino de los padres (vers. 17).

Esta pudiera ser una clara característica de una generación apóstata. ¿Por qué tenemos algunos hijos que no terminan de consagrarse al Señor? Muchos de nuestros hijos saben que sus padres se invirtieron en ellos; se esmeraron en darle el mejor ejemplo, entre las que se cuenta: el amor, la fidelidad y el apego a la palabra de Dios.

Sin embargo, tenemos hijos que siguen sus propios caminos y se olvidan de las sendas antiguas donde sus padres le formaron. El camino de los auténticos padres cristianos está signado por el respeto, el amor, la honestidad y la verdad.

Cuando un hijo no valora eso y se enrumba en sus propias decisiones, comienza a transitar los linderos de la desobediencia. Mire lo que la Biblia nos dice a este respecto: “Hijo mío atiende la instrucción de tu padre, y no abandones la enseñanza de tu madre, pues serán para ti un bello adorno como un collar y una corona” (Proverbios 1: 8-9). Los hijos sabios optan por seguir la instrucción de sus padres.

2. Abandonar la palabra dejada por Dios (vers. 17).

Una señal de padres piadosos es el valor que le dan a la palabra de Dios y su afán para darla a conocer a sus hijos. La generación que se levantó después que murió Josué desconoció lo primero que Dios le recomendó a este líder antes de introducirlos en la tierra prometida: “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué 1:8).

La apostasía es el abandono de la palabra de Dios. La presente generación no solo está desconociendo la palabra de Dios, sino que no cree en ella. La tendencia del humanismo moderno es sacar a Dios y su palabra de todos los lugares donde ella ha sido rectora para la formación moral y espiritual de los pueblos.

¿Qué le espera a una generación que saca a Dios y su palabra de su vida y decisiones? ¡Un total desastre! Cuando se abandona la palabra se introduce la apostasía. ¿Qué importancia tiene la Biblia para esta generación? ¿Podrá decir ella, “oh cuando amo yo tu ley, todo el día es ella mi meditación” como lo decía el salmista? ¿Cuántos hijos nuestros estudian seriamente la Biblia como palabra de Dios?

IV. ES LA QUE DEJA DE APLICAR LA DISCIPLINA CORRECTORA

1. No seamos más padres indulgentes (1 Samuel 3:13).

Aquella generación que no conoció a Jehová dejó su huella vista a través de todo el libro de Jueces, terminando con estas palabras: “En aquellos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Jueces 21:25). Ningún otro libro en la Biblia nos muestra la rebelión, arrepentimiento, apostasía y abandono de Dios como éste.

Una de las cosas visibles en el libro es la manera cómo los padres fueron indulgentes con sus hijos. El más notable de esos casos fue el de Sansón. Sus padres le consentían en todo; vea cuando él le pidió una mujer, y aunque se opusieron un momento, al final le consintieron. ¿No sucede lo mismo hoy día?

Pero el caso más emblemático de esa indulgencia lo presentó el sacerdote Elí, el hombre que estaba llamado a ser líder espiritual y ejemplo en la conducción de su hogar. En su negligencia en la disciplina hacia sus hijos les honraba más a ellos que a su Dios. Él sabía de la conducta que mostraban, pero no los reprendía.

La única manera de hacer que esta generación regrese al Señor es que los padres se determinen corregir y disciplinar a sus hijos a tiempo. Los padres no deben condescender en todo lo que sus hijos le pidan. La palabra “no”, firme y sostenida, podrá ayudar a nuestros hijos a saber que hay reglas, límites y valores que respetar en el hogar.

Los padres tienen que ejercer una disciplina más rigurosa, pero me temo que aún en esto hay cierta ignorancia. Esta generación será preservada cuando mantenga la resolución de Josué quien antes de morir dejó su legado para ser recordado y vivido (Josué 24:15). Josué fue un modelo para su generación y la nuestra.

2. Siendo padres diligentes (1 Samuel 1:10-11).

Ana marca la diferencia en esta historia continuada del libro de los Jueces. Lo primero que vemos en esta mujer es una carga de oración. Observe la forma como ella oró por su hijo. Luego vemos a ella como una mujer de visión. ¿Para qué quería ella tener un hijo? Vea la respuesta del presente texto.

Hermanos ¿cuál es el deseo que tenemos para nuestros hijos? ¿Qué es lo que le pedimos al Señor que sean? Pero lo más grande en la vida de esa mujer es que ella estaba dedicada a su hijo (1 Samuel 1:20). ¿Cuál fue el resultado?

Bueno, se sabe que Samuel ha sido uno de los más grandes hombres que haya conocido el pueblo de Israel. Amados padres, la diligencia que tengamos con nuestros hijos ahora nos asegurará una generación que ame de corazón al Señor y que al final no sea una generación apóstata. Que la visión del Salmo 144:12 sea la visión para cada familia.

CONCLUSIÓN:

Cuando Pedro predicó su sermón en el día de Pentecostés instó a sus oyentes a librarse de aquella generación apóstata, al decirnos: “Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación” (Hechos 2:40).

Lo mismo hizo Pablo, quien, al referirse a la conducta ejemplarizante de un auténtico creyente, dijo: «Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo…” (Filipenses 2:14). Salvemos nuestra generación trayéndola al Señor.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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