Agradando a Dios con lo mejor

Julio Ruiz

Updated on:

Predicas Cristianas - Cuando Dios dice Si

Agradando a Dios con lo mejor

0
(0)

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Agradando a Dios con lo mejor

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Génesis 4:3-5

INTRODUCCIÓN:

El presente sermón produce de entrada una reacción a nuestro corazón, porque lo primero que pensamos es hasta dónde esto ha sido una realidad en nuestras vidas en el año que termina y será nuestro compromiso en el año que comienza.

La naturaleza humana con demasiada frecuencia nos traiciona porque, si bien es cierto que deseamos dar lo mejor de nosotros al Señor, pronto descubrimos cuán egoístas somos y retenemos con nosotros aquello que una vez prometimos entregarlo a Dios. La lista sería larga para anotar todas aquellas cosas que al pesarlas en la balanza del tiempo nos revelan que hemos quedado fallos en los compromisos de dar lo mejor al Maestro.

Al revisar esa lista nos daremos cuenta que estuvimos fallos en tantas cosas donde prometimos serle fiel. Cuando revisamos este asunto de traer lo mejor a Dios nos encontramos en el mismo comienzo de la Biblia la historia del primer homicidio que se dio en un culto de adoración y que tuvo que ver con el tema que presentamos hoy. Esta es la historia de Caín y a Abel.

Esa historia sangrienta nos revela las dos actitudes que tenemos cuando seleccionamos lo que vamos a traer delante del Señor. El texto dice: pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. ¿Por qué no agradó a Dios las cebollas, puerros, zanahorias, tomates, etc., que Caín trajo a Dios? La clave del texto está en las palabras “los primogénitos de las ovejas” y “de lo más gordo de ellas”.

No es que a Dios no les gusta los vegetales por preferir la carne, sino la actitud del corazón y la irresponsabilidad en preparar lo mejor para el Señor. Si el texto dijera que Caín preparó las primicias de sus cosechas y lo mejor de ellas, el asunto sería otro. Y esto fue lo que exactamente hizo Abel. Veamos, pues, como esta historia nos puede ayudar para seleccionar “los primogénitos” y lo “más gordo” de nuestra vista para traérselos al Señor.

I. AGRADANDO A DIOS CON LO MEJOR DE MI DEVOCIÓN

1. Mi devoción con su palabra (Salmo 119:97).

El Salmo 119 le da ocho nombres a la Biblia con el que distingue su importancia. Y el presente texto es la más hermosa declaración que encontramos en la Biblia respecto al amor por la palabra. Fíjese que el salmista no dice: “Oh, cuanto amo yo tu casa, oh Dios”. Tampoco dice: “Oh, cuanto amo yo el compañerismo de los hermanos, oh Dios”.

No, el salmista simplemente dice: “Oh, cuando amo yo tu ley, oh Dios”. Eso habla de intimidad, de ser atraído por ella como cuando uno tiene un gran amor. Cuando usted tiene un gran amor, sus pensamientos, actitudes, detalles y entrega es para eso que ocupa tu corazón.

Amar la palabra de Dios es que ella ocupe el primer lugar en nuestras vidas porque a través de ella Dios me habla y el Espíritu Santo me la interpreta para mi propio crecimiento. El resultado de amar la palabra será que todo el día ella es mi meditación.

Eso significa que todo lo que hago debiera estar impregnado de la palabra de Dios. Mis amados, la lectura de la Biblia no es una opción. Si yo no amo la palabra no podré crecer espiritualmente. Pero si hago de ella mi más grande amor, seré un creyente victorioso.

2. Mi devoción con la oración (Lucas 11:5-10).

Esta parábola del “amigo de la media noche” es muy significativa en el asunto de la oración. Los hechos ocurren de noche, lo que hace el relato más interesante. La llegada del viajero que se hospedó en la casa de su amigo lo puso en aprieto. El hecho de llegar en la noche avanzada porque todos estaban durmiendo nos habla de la importancia de la oración.

La oración en este contexto de la parábola debe ser inoportuna e insistente. Observe que la necesidad levantó al amigo a clamar por ayuda. Note que la sorpresa de la parábola se da cuando el tercer amigo dice que se iba a levantar a darle el pan al solicitante, no porque era su amigo, sino por la importunidad se levantará y le dará “todo lo que necesite”. Eso es interesante.

El resto del texto habla de la perseverancia, la promesa y la seguridad que Dios responde a nuestras oraciones mejor de lo que muchas veces pedimos. La oración tiene poder. La oración abre la puerta. La oración tiene su propósito al ver la forma cómo Dios responde. El creyente no ha descubierto todavía cuánto puede hacer la oración perseverante. Pídale a Dios un fresco y verdadero deseo de ora insistentemente.

II. AGRADANDO A DIOS CON LO MEJOR DE MI AMOR POR OTROS

1. El peligro de no hablar al impío (Ezequiel 3:18).

Al profeta Ezequiel se le asignó la tarea de ser un “atalaya” para la salvación del impío. Su trabajo consistía en advertir de las consecuencias que le vendrían al impío si no se arrepentía de su mal camino. La Biblia nos dice lo terrible que será para el impío que rechace la oferta de la salvación.

La labor del creyente “atalaya” es amonestar al impío respecto a su camino desviado de manera que no muera en sus delitos y pecados. Es invitarle a creer en el Señor y arrepentirse porque la Biblia dice que “el que no cree, ya ha sido condenado”. Esa sentencia de condena ya está revelada y lo único que la hará cambiar es cuando se arrepentimiento de corazón.

Pero frente ese terrible peligro, muchos decidimos callar y no alertar pensando que “Dios es quien va a juzgar.” Pero mis hermanos, este texto nos dice claramente que si nosotros no le hablamos al pecador de su camino, él va a morir en su pecado, pero Dios nos demandará y nos hará responsable de la muerte eterna del impío. He sido llamado para advertir del fuego eterno que nunca se apaga en compañía de Satanás si el pecador no se arrepiente. Esto es serio.

2. Librando nuestra alma al advertir al impío (vers. 19).

Este texto nos presenta la otra cara de la moneda. Nos habla del trabajo que debe hacer el “atalaya”. Nos revela este texto que nuestra responsabilidad no es hacer que la gente se convierta sino presentarles el mensaje que los pueda librar de una muerte eterna.

Nosotros sabemos cuan dura es la palabra de Dios, sin embargo, nuestra tarea debe ser alertar al pecador que si no se arrepiente de sus pecados morirá y su muerte será eterna. Otra vez, es amonestarle hasta que sepa que, si rechaza el evangelio de la gracia, no sólo será excluido de la gloria de Dios, sino que alma será atormentada para siempre en el fuego eterno.

Nuestro trabajo como cristiano es traer a los hombres al conocimiento de Cristo. Es evangelizarlos para que ninguno se pierda, sino que tengan vida eterna. En este sentido, el asunto que más debiéramos pedirle al Señor es que nos de pasión por las almas.

Que ninguna persona con la que tengamos contacto se quede sin saber que hay un salvador que lo ama y lo quiere librar de una muerte eterna segura. Que, frente a la proximidad de la venida de Cristo, nada más nos ocupe el tiempo que ser verdaderos atalayas que advirtamos el juicio inminente que se cierne sobre este mundo.

III. AGRADANDO A DIOS CON LO MEJOR DE NUESTROS BIENES

1. Debemos dar según hayamos prosperado (1 Corintios 16:2).

Lo que Pablo escribió a los hermanos corintios respecto a la mayordomía del dar ya Abel lo había practicado muchos años atrás. El planteamiento respecto al porqué Dios miró con agrado la ofrenda de Abel pasó por la prueba de dar según hayas sido prosperado.

No tenemos que poner en dudas que Caín fue prosperado como agricultor y lo mismo su hermano Abel como pastor de ovejas. Los dos habían prosperado en sus oficios, el asunto estuvo en la determinación de dar lo mejor. El tema de dar al Señor lo que a él le pertenece sigue siendo el “talón de Aquile” para muchos hermanos todavía.

Como no fueron enseñados sobre esta parte de la mayordomía, a la hora de dar, esbozan sus argumentos y al final se pierden de una de las bendiciones más gratas que disfruta un auténtico discípulo de Cristo.

No son pocos los que no están de acuerdo con el diezmo porque lo consideran de la ley, cosa que no es cierta, porque antes de la ley ya el diezmo existía. Y el asunto es que Pablo lleva la práctica de dar a un nivel mayor cuando nos dice que nuestra meta es dar según hemos prosperado. Esto no le pone límites al dar.

2. Debemos dar con gozo en el corazón (2 Corintios 9:7).

Pablo nos sigue hablando de este tema en el contexto de la ofrenda que dieron los hermanos de macedonia, a quienes él reconoce que vivían en extrema pobreza (2 Corintios 8:2), pero que esa condición no impidió que fueran ricos en su generosidad, constituyéndose después en un modelo a la hora de dar para la obra.

A este respecto es que Pablo recomienda dar como una decisión sabia, inteligente, llena de adoración y gratitud, no con tristeza ni por necesidad, sino con gozo. Y es tan importante la enseñanza de esta mayordomía que el apóstol recomienda preparar esto con anticipación, de una manera responsable antes de dar.

Mis hermanos, la inversión más segura que tenemos los creyentes es la que hacemos en el “banco del cielo”. De hecho, tenemos la recomendación de haceos tesoros en el cielo donde nada afecta esa inversión y será lo más estable. Pablo nos dice acá mismo que el acto de dar con gozo, de sembrar generosamente, de no retener lo que a Dios le pertenece, es respaldado por el poder de Dios que hace que abundemos en gracia y que tengamos lo suficiente (vers. 8). Traigamos este nuevo año lo mejor a nuestro Señor.

IV. AGRADANDO A DIOS CON LO MEJOR DE MI SERVICIO

1. Servicio hecho con diligencia (Romanos 12:11).

El capítulo 12 de Romanos tiene de todo para que el creyente no tenga excusas cuando de servir al Señor se trata. En efecto, después que Pablo nos exhorta a presentarle al Señor nuestro cuerpo en sacrificio vivo, agrega una larga lista de nuestros deberes como hijos de Dios.

Todo esto para ponerlos dentro de lo que debe ser el servicio que le prestamos al Señor. Y es en medio de todos deberes que Pablo nos dice que seamos diligentes, sobre todo cuando se trata del servicio del Señor. Nosotros no podemos ser negligentes en el servicio a Dios.

No puede ser que cuando se trata de las cosas de Dios ellas ocupen el último lugar. Pablo nos dice cuatro cosas que deben ser consideras cuando se trata de lo que hacemos para el Señor. Por un lado, nos dice que seamos diligentes, que es todo lo contrario a la negligencia, a la irresponsabilidad.

Nos dice que no seamos perezosos, eso significa que, así como nos preocupamos por el trabajo diario, mostrando prontitud, lo hagamos con mejores ganas cuando se trata del Señor y su obra. Y también nos dice que tengamos un espíritu ferviente a la hora de servir a nuestro amado Señor.

2. Presentando mis dones al servicio (Romanos 12:4-5).

El Señor no se le escapó nada al salvarnos, pues no solo nos dio el don de la salvación, como su regalo eterno, sino también nos equipó con los dones del Espíritu Santo para su servicio. Pablo previamente al tema de los dones nos ha dicho que, si bien es cierto que nuestro cuerpo tiene muchos miembros con sus funciones, de igual manera nosotros como iglesia, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo.

Así tenemos que en la iglesia gozamos de la diversidad de dones y talentos que cada uno tiene como miembro para que responsablemente los usemos honrando al Señor y con ello hagamos crecer la iglesia dinámica y balanceadamente. Que el uso de mis dones traiga gozo personal al saber que soy útil para el Señor.

Mis amados, para Dios cada acción que hagamos en su nombre y para su servicio, cuenta. Él no pasa por alto aún las cosas más pequeñas, y a lo mejor hasta insignificantes para algunos, que contribuyen a la extensión de su reino. Comience haciendo algo. Use sus dones y talentos. Siempre habrá una cosa que hacer en la iglesia porque la “mies es mucha y los obreros son pocos”. Dedíquese al Señor.

CONCLUSIÓN:

Al regresar a la historia que da origen nuestro mensaje, nos encontramos posteriormente que se dice de Caín y Abel en el Nuevo Testamento. De Caín se dice que sus obras eran malas, porque era del maligno (1 Juan 3:12). Sus acciones, incluyendo lo que trajo al Señor lo delatan como un hombre con un corazón malo. Pero por otro lado tenemos a Abel de quien se dice que por fe ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín (Hechos 11:4).

Una cosa queda clara acá. Ambos adoradores fueron instruidos anticipadamente para traer su ofrenda delante del Señor. Pero la falta de fe de Caín, tan contraria a la de Abel, hizo que Dios mirara con desagrado lo que el primero trajo. El acto de traer lo mejor al Señor es un acto de fe.

Es reconocer que Dios mira mi corazón y ve cuanta sinceridad hay en lo que hago, en lo que estoy presentando. Al repasar estas cuatro cosas tratadas, cual ofrendas que las traemos al altar para comenzar un nuevo año, le decimos al Señor “aquí te traigo lo que tengo”.

Por fe me dedicaré este nuevo año a darte lo mejor de mi devoción, lo mejor de amor para los demás, lo mejor de mis diezmos y ofrendas y lo mejor de mi servicio.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

Central de Sermones… Predicaciones Cristianas

¿Qué tan útil fue esta publicación?

¡Haz clic en una estrella para calificarla!

Julio Ruiz
Autor

Julio Ruiz

Pastor en Virginia en los Estados Unidos, con 42 años de experiencia de los cuales 22 los dedicó en Venezuela, su país de origen. Otros 9 años los dedicó a pastorear en Vancouver, Canadá y los últimos 9 años en Columbia Baptist Church en su ministerio hispano, donde estuvo hasta agosto del (2015). A partir de octubre del mismo año (2015) comenzó una nueva obra que llegó a constituirse en iglesia el 22 de mayo de 2016 bajo el nombre de Iglesia Bautista Ambiente de Gracia en la ciudad de Burke, Virginia. El pastor Julio es Licenciado en Teología y ha estudiado algunas cursos para su maestría en Canadá. Además de haber sido presidente de la convención bautista venezolana en tres ocasiones, también fue profesor del seminario teológico bautista. El pastor Julio por espacio de unos 18 años publica sus sermones y artículos por estos medios. Es casado con Carmen Almera Ruiz y tiene tres hijas y una nieta: Laura, Oly, Sara e Isabella. Si usted quiere comunicarse con el pastor Julio, llámelo al (571) 251-6590.

3 comentarios en «Agradando a Dios con lo mejor»

  1. Pastor Julio , que bendicion hermano, soy el pastor Humberto Araica , nos conocimos en la ciudad de Surrey BC donde yo inicié mi ministerio pastoral,

    Responder

Deja un comentario