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Agradando a Dios con lo mejor

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Agradando a Dios con lo mejor

Predicas Cristianas Lectura Bíblica de Hoy: Génesis 4:3-5

INTRODUCCIÓN:

El presente sermón produce de entrada una reacción a nuestro corazón, porque lo primero que pensamos es hasta dónde esto ha sido una realidad en nuestras vidas en el año que termina y será nuestro compromiso en el año que comienza.

La naturaleza humana con demasiada frecuencia nos traiciona porque, si bien es cierto que deseamos dar lo mejor de nosotros al Señor, pronto descubrimos cuán egoístas somos y retenemos con nosotros aquello que una vez prometimos entregarlo a Dios. La lista sería larga para anotar todas aquellas cosas que al pesarlas en la balanza del tiempo nos revelan que hemos quedado fallos en los compromisos de dar lo mejor al Maestro.

Al revisar esa lista nos daremos cuenta que estuvimos fallos en tantas cosas donde prometimos serle fiel. Cuando revisamos este asunto de traer lo mejor a Dios nos encontramos en el mismo comienzo de la Biblia la historia del primer homicidio que se dio en un culto de adoración y que tuvo que ver con el tema que presentamos hoy. Esta es la historia de Caín y a Abel.

Esa historia sangrienta nos revela las dos actitudes que tenemos cuando seleccionamos lo que vamos a traer delante del Señor. El texto dice: pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. ¿Por qué no agradó a Dios las cebollas, puerros, zanahorias, tomates, etc., que Caín trajo a Dios? La clave del texto está en las palabras “los primogénitos de las ovejas” y “de lo más gordo de ellas”.

No es que a Dios no les gusta los vegetales por preferir la carne, sino la actitud del corazón y la irresponsabilidad en preparar lo mejor para el Señor. Si el texto dijera que Caín preparó las primicias de sus cosechas y lo mejor de ellas, el asunto sería otro. Y esto fue lo que exactamente hizo Abel. Veamos, pues, como esta historia nos puede ayudar para seleccionar “los primogénitos” y lo “más gordo” de nuestra vista para traérselos al Señor.

I. AGRADANDO A DIOS CON LO MEJOR DE MI DEVOCIÓN

1. Mi devoción con su palabra (Salmo 119:97).

El Salmo 119 le da ocho nombres a la Biblia con el que distingue su importancia. Y el presente texto es la más hermosa declaración que encontramos en la Biblia respecto al amor por la palabra. Fíjese que el salmista no dice: “Oh, cuanto amo yo tu casa, oh Dios”. Tampoco dice: “Oh, cuanto amo yo el compañerismo de los hermanos, oh Dios”.

No, el salmista simplemente dice: “Oh, cuando amo yo tu ley, oh Dios”. Eso habla de intimidad, de ser atraído por ella como cuando uno tiene un gran amor. Cuando usted tiene un gran amor, sus pensamientos, actitudes, detalles y entrega es para eso que ocupa tu corazón.

Amar la palabra de Dios es que ella ocupe el primer lugar en nuestras vidas porque a través de ella Dios me habla y el Espíritu Santo me la interpreta para mi propio crecimiento. El resultado de amar la palabra será que todo el día ella es mi meditación.

Eso significa que todo lo que hago debiera estar impregnado de la palabra de Dios. Mis amados, la lectura de la Biblia no es una opción. Si yo no amo la palabra no podré crecer espiritualmente. Pero si hago de ella mi más grande amor, seré un creyente victorioso.

2. Mi devoción con la oración (Lucas 11:5-10).

Esta parábola del “amigo de la media noche” es muy significativa en el asunto de la oración. Los hechos ocurren de noche, lo que hace el relato más interesante. La llegada del viajero que se hospedó en la casa de su amigo lo puso en aprieto. El hecho de llegar en la noche avanzada porque todos estaban durmiendo nos habla de la importancia de la oración.

La oración en este contexto de la parábola debe ser inoportuna e insistente. Observe que la necesidad levantó al amigo a clamar por ayuda. Note que la sorpresa de la parábola se da cuando el tercer amigo dice que se iba a levantar a darle el pan al solicitante, no porque era su amigo, sino por la importunidad se levantará y le dará “todo lo que necesite”. Eso es interesante.

El resto del texto habla de la perseverancia, la promesa y la seguridad que Dios responde a nuestras oraciones mejor de lo que muchas veces pedimos. La oración tiene poder. La oración abre la puerta. La oración tiene su propósito al ver la forma cómo Dios responde. El creyente no ha descubierto todavía cuánto puede hacer la oración perseverante. Pídale a Dios un fresco y verdadero deseo de ora insistentemente.

II. AGRADANDO A DIOS CON LO MEJOR DE MI AMOR POR OTROS

1. El peligro de no hablar al impío (Ezequiel 3:18).

Al profeta Ezequiel se le asignó la tarea de ser un “atalaya” para la salvación del impío. Su trabajo consistía en advertir de las consecuencias que le vendrían al impío si no se arrepentía de su mal camino. La Biblia nos dice lo terrible que será para el impío que rechace la oferta de la salvación.

La labor del creyente “atalaya” es amonestar al impío respecto a su camino desviado de manera que no muera en sus delitos y pecados. Es invitarle a creer en el Señor y arrepentirse porque la Biblia dice que “el que no cree, ya ha sido condenado”. Esa sentencia de condena ya está revelada y lo único que la hará cambiar es cuando se arrepentimiento de corazón.

Pero frente ese terrible peligro, muchos decidimos callar y no alertar pensando que “Dios es quien va a juzgar.” Pero mis hermanos, este texto nos dice claramente que si nosotros no le hablamos al pecador de su camino, él va a morir en su pecado, pero Dios nos demandará y nos hará responsable de la muerte eterna del impío. He sido llamado para advertir del fuego eterno que nunca se apaga en compañía de Satanás si el pecador no se arrepiente. Esto es serio.

2. Librando nuestra alma al advertir al impío (vers. 19).

Este texto nos presenta la otra cara de la moneda. Nos habla del trabajo que debe hacer el “atalaya”. Nos revela este texto que nuestra responsabilidad no es hacer que la gente se convierta sino presentarles el mensaje que los pueda librar de una muerte eterna.

Nosotros sabemos cuan dura es la palabra de Dios, sin embargo, nuestra tarea debe ser alertar al pecador que si no se arrepiente de sus pecados morirá y su muerte será eterna. Otra vez, es amonestarle hasta que sepa que, si rechaza el evangelio de la gracia, no sólo será excluido de la gloria de Dios, sino que alma será atormentada para siempre en el fuego eterno.

Nuestro trabajo como cristiano es traer a los hombres al conocimiento de Cristo. Es evangelizarlos para que ninguno se pierda, sino que tengan vida eterna. En este sentido, el asunto que más debiéramos pedirle al Señor es que nos de pasión por las almas.

Que ninguna persona con la que tengamos contacto se quede sin saber que hay un salvador que lo ama y lo quiere librar de una muerte eterna segura. Que, frente a la proximidad de la venida de Cristo, nada más nos ocupe el tiempo que ser verdaderos atalayas que advirtamos el juicio inminente que se cierne sobre este mundo.

3 comentarios en «Agradando a Dios con lo mejor»

  1. Pastor Julio , que bendicion hermano, soy el pastor Humberto Araica , nos conocimos en la ciudad de Surrey BC donde yo inicié mi ministerio pastoral,

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