Por tanto, compartiendo la inquietud del Apóstol, hoy meditaremos sobre el capítulo 12 de la Primera Epístola a los Corintios. Específicamente, estudiaremos de cerca los versos 1 al 7, esperando que la Biblia nos ayude a comprender la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Puntos a desarrollar
A. El Espíritu Santo se manifiesta en la vida de cada creyente para edificar
1. Es necesario, amados míos, hacer este esfuerzo ya que la ignorancia es un instrumento del pecado. Por medio de la ignorancia, el pecado nos mantiene atados, haciendo lo que no edifica.
2. Por el contrario, El Espíritu Santo nos lleva al conocimiento. El Espíritu de Dios nos dirige a conocer a Cristo, como dice el Evangelio de Juan: “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad;… El me glorificará; porque tomará de los mío y os lo hará saber” (Juan 16:13a, 14).
Por lo tanto, el Espíritu es quien nos lleva a reconocer el señorío de Jesucristo en nuestras vidas, como dice el Apóstol: “nadie puede llamar a Jesús ‘Señor’, sino por el Espíritu” (1 Corintios 12:3).
3. De este modo, encontramos que el Espíritu de Dios es quién nos capacita para la vida cristiana. El nos capacita para vivir en forma agradable a Dios. Es el Espíritu quien “nos ayuda en nuestra debilidad ” (Romanos 8:26a).
Resumen: Por lo tanto, encontramos que el Espíritu Santo quien se manifiesta en la vida de cada creyente.
B. El Espíritu Santo se manifiesta de distintas maneras
1. Ahora bien, si hemos dicho que el Espíritu Santo capacita, debemos reconocer que da distintas capacidades. Estas capacidades son llamadas “dones”, literalmente, “regalos” que el Espíritu Santo da para la capacitación del pueblo de Dios. En 1 Corintios 12 se ofrece una corta lista de dones en los versículos 8-10. Esta lista se complementa con la de Romanos 12:6-8.
2. A su vez, estas capacidades conllevan distintos ministerios en la Iglesia. Es decir, cada don implica un ministerio o una tares específica dentro de la vida de la Iglesia donde ese don será particularmente útil. Efesios, otra de las cartas de tradición Paulina, ofrece una lista de ministerios en el 4:11.
3. Ahora bien, ¿cuál es la norma o el criterio que nos permite saber que un don o un ministerio proviene de Dios? Pero podemos saber que las capacidades y las habilidades son de Dios—no por lo fantástico o sobrenatural—sino por el propósito que tengan.
Ese fin no es otro que el de glorificar a Dios en nuestras vidas o, como dice Efesios 4:12: “A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo“.