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Llamados a una relación mayor

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Llamados a una relación mayor

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Juan 15:12-17

INTRODUCCIÓN:

Cómo le gustaría que el Señor lo llamara: como siervo, hijo o amigo. Bueno, la respuesta no es fácil porque la Biblia le da un lugar a todo esto. Por ejemplo, en las recompensas finales, la premiación va acompañada de estas alentadoras palabras: “Bien, buen siervo y fiel, sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré”. Y como hijos de Dios, pues eso es lo que nos da un sentido de pertenencia. Llegamos a ser hijos de Dios al momento cuando nos entregamos al Señor.

Es esto lo que nos da el privilegio de o llamar a Dios como el “Padre nuestro”. ¿Y por qué ser llamado amigos de Jesús? Creo que la mayoría de los discípulos al principio no estaban muy ganados con la idea de ser llamados “siervos”.

La figura de un Mesías humilde no era compatible con el hombre que esperaban para que les libertara del yugo al que estaban sometidos. La iniciativa de Jesús de llamarlos sus amigos buscaba una relación más íntima. La manera cómo Jesús los trató durante su revela porqué él los llamó a esta categoría de “amigos” en lugar de “siervos”.

Tres ellos: Juan, Jacobo y Pedro, fueron de ese grupo más íntimo. La verdad que el ser llamados “amigos” por el Señor, es algo que enaltece lo que es la amistad y el amor. Debemos asegurarnos que cada uno de nosotros tiene en Jesús el más grande de los amigos. Pero no es fácil tener amigos. De hecho, muchos andan en la vida sin tener verdaderos amigos.

Proposición: Dios busca tener una relación más íntima con nosotros por eso nos llama amigos.

Oración de Transición: ¿Quién es un amigo según este nuevo nombramiento de Jesús?

I. UN AMIGO SEGÚN JESÚS TIENE EL MANDAMIENTO DE AMAR

1. “Este es mi mandamiento” (vers. 12ª).

Este mismo texto Jesús lo va a repetir pero hablando de “un nuevo mandamiento” (Juan 13:34). Una cosa son los mandamientos que dan los hombres, pero otra tan distinta es que Jesús nos da.

La Biblia nos habla no sólo de 10 mandamientos, sino de 613, según el contenido de la Torá o Pentateuco en el Antiguo Testamento. Y algunos calculan que los mandamientos que Jesús dijo en el Nuevo Testamento andarían por unos 90.

Sin embargo, Jesús mismo resumió los mandamientos del Antiguo Testamento a dos, cuando dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”.

Y también: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:37:40). Esta fue la respuesta a la pregunta que hizo un intérprete de la ley acerca de “¿cuál es el más grande mandamiento?”. El asunto es que para Jesús el amor es el mandamiento más grande y más importante.

Así, pues, amar no es una opción, sino un mandato. Si tuviéramos que aplicar los linderos sobre el cual amar a otros, lo primero que nos encontramos es que debiera ser proporcional al amor que le tengo a mi Dios. Un auténtico amigo es gobernado por un amor genuino. Si no actúa bajo este sentimiento, entonces no es amigo.

2. “Que os améis unos a otros” (vers. 12b).

Este es al amor definido… el amor puesto en acción. Note que Jesús no dijo: “Que os peleéis unos a otros”. Tampoco dijo: “Que os critiquéis unos a otros”. De ninguna manera dijo: “Que os menospreciéis unos a otros”. Ni tampoco dijo: “Que os maltratéis unos a otros”.

Al contrario, cuando dijo: “Que os améis unos a otros”, estaba introduciendo la manera cómo el mundo calificaría su doctrina y sus enseñanzas. Jesús estaba convencido que era a través de este mandamiento que sería predicado su evangelio. No en vano también dijo: “En esto conoceréis que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos por los otros”.

En este mandamiento radica la esencia de la verdadera amistad. ¿Por qué decimos esto? Porque como no es fácil amarse los unos a los otros, entonces no es fácil tener amigos. La expresión que os améis traduce un verbo en el tiempo presente, lo que describe una actitud y acción constante, perdurable.

El sello distintivo de un verdadero amigo se evidencia por el amor con el cual reconoce y estima a los otros. No puede ser mi amigo quien no me ama. Jesús ya no iba a llamar más a sus discípulos siervos, sino “amigos”. Los verdaderos amigos se aman mutuamente. Ese es su sello distintivo.

3. “Como yo os he amado” (vers. 12c).

¡Qué frase tan sublime! ¡Qué declaración tan grande! La verdad es que nadie ha amado como nos amó Jesús. En el mundo algunos hombres se atreven a imitar este amor, pero siempre se quedarán cortos y la pura letra, porque el hombre por su propia condición no es capaz de amar de esta manera.

El cantante Rafael lo expresó así: “Como yo te amo… como yo te amo… convéncete… convéncete…nadie te amará. Como yo te amo… como yo te amo olvídate…olvídate nadie te amará, nadie te amará nadie, porque… Yo te amo con la fuerza de los mares, yo, te amo con el ímpetu del viento yo, te amo en la distancia y en el tiempo yo, te amo con mi alma y con mi carne yo, te amo y su mañana yo, te amo como el hombre a su recuerdo yo, te amo a puro grito y en silencio yo, te amo de una forma sobrehumana yo, te amo en la alegría y en el llanto yo, te amo en el peligro y en la calma yo, te amo cuando gritas cuando callas yo te amo tanto yo te amo taaanto yooo”.

Obviamente esto es pura letra. El único que puede amarnos con la intensidad y sin importarnos como somos, se llama Cristo. La exigencia para “amarnos unos a otros” tiene como límites la forma cómo Cristo nos ha amado.

II. UN AMIGO SEGÚN JESÚS SE SACRIFICA POR LOS DEMÁS

1. El sacrificio del amigo (vers. 13).

Para ese momento los discípulos no sospechan que el Maestro les esté enviando un mensaje real. Él iba a morir por ellos, porque habían llegado a ser sus amigos. No es sino después de la resurrección cuando ellos entendieron estas palabras.

La verdad es que de acuerdo a lo que Jesús nos dice, la mejor definición del amor es la del sacrificio. Para poner la vida por otro, necesariamente tengo que sacrificarme.

Eso fue lo que hizo Jesús por todos nosotros; por lo tanto, el mejor amigo del hombre seguirá siendo Jesús. David y Jonatán son un verdadero ejemplo en la Biblia acerca de una amistad real. Hay términos que son sorprendentes con los que la Biblia califica aquella limpia relación. La amistad entre los dos comenzó con estas palabras: “Lo que deseare tu alma, haré por ti” (1 Samuel 20:4).

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