El poder del testimonio

Las palabras de los hombres podían endulzar la mente, y el ego de las personas, pero eso no significa necesariamente que se está llegando al corazón. Esto es lo que Pablo dice en este texto.

2. Un poder que viene del cielo (vers. 5b).

¿Cuál es ese poder? Pablo les dice a sus hermanos que el evangelio que ellos recibieron fue “en poder, en el Espíritu Santo y en plena certidumbre…”. Es un poder de arriba, de Dios, a través del Espíritu Santo. El corazón que no es tocado por el Espíritu Santo puede producir decisiones, pero no conversiones. Cuando el texto dice en plena certidumbre se refiere a lo mismo.

Jesucristo había dicho que cuando llegara el otro Consolador convencería a la persona de pecado, de justicia y de juicio (Juan 16:8). “Certidumbre” es una palabra que determina la seguridad de nuestra salvación. Mientras que la incertidumbre es lo que genera temor, ansiedad e inseguridad, si somos o no salvos.

La palabra “certidumbre” fue la misma que usó Lucas para hablar del primer tratado, lo primero que escribió. Él dedica su libro a un tal Teófilo y le dice de las cosas “ciertísimas” que habían sucedido entre ellos.

Así, pues, la experiencia de nuestra conversión que da origen a nuestro testimonio tiene que estar basado en la declaración de este texto. El evangelio que llegó a nosotros tiene que ir de las palabras de los hombres al poder del Espíritu Santo.

II. EL PODER DEL TESTIMONIO SE CONFIRMA POR LOS HECHOS

1. A través de la obra de la fe (vers. 3ª).

La fe de un creyente no puede ser pasiva, debe tener su obra. Esto fue lo que Pablo vio en aquella pujante y transformadora iglesia. El evangelio llegó a ellos en poder y la fe que habían depositado en Dios los llevó a obrar delante de los hombres.

Fue la obra de la fe la que hacía que la gente viera en ellos un cambio de corazón y a su vez aquel ejemplo de fe los llevaba a creer y a buscar lo que ellos habían encontrado. Y ciertamente que la fe nos da testimonio de lo que hablamos, pero la obra de la fe habla de una fe puesta en acción.

Esto tiene que ver con ser hacedores de la palabra. Santiago nos ha dicho que la fe sin obras está muerte (Santiago 2:17). La fe debe tener su fruto, eso es su evidencia.

2. Por medio del trabajo de amor (vers. 3b).

Parecido a la fe, si el amor no va a la acción es solo un sentimiento. Los hermanos de Tesalónica habían experimentado un profundo amor entre ellos, y por sus padres espirituales, entre ellos el apóstol Pablo.

Su dedicación al Señor y la respuesta en obediencia hacia los que los formaron era notoria. Por esta razón fue que Pablo escribió de ellos este hermoso reconocimiento: “acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre …”.

Mis hermanos, el amor tiene que ser demostrado. Debe tener trabajo. Una señal distintiva de haber conocido a Cristo es la clase de amor que ahora tenemos. Esto tiene que ser nuestra carta de presentación. Si no se ve esto, no hay testimonio real.

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