La humildad hace la diferencia

Para decir la verdad es necesario ser auténtico, honesto con uno mismo y con los demás. Por lo tanto, ser humilde es admitir mis defectos y limitaciones. Así como mis cualidades, con sinceridad, honradez, y con rectitud ante los demás.

La diferencia en por qué muchos cristianos progresan y prosperan, y otros en las mismas condiciones no lo hacen, está determinada por la humildad de corazón con que actúan los primeros.

Y la Palabra es clara en esto, si queremos recibir honra por nuestra prosperidad y progreso, primero necesitamos desarrollar humildad en nuestra vida para que muera el orgullo y la soberbia.

Fíjense que en el pasaje que leímos la humildad está relacionada directamente con la enseñanza, es decir que en un aspecto importante en el cual debemos manifestar la humildad es en el momento en que debemos disponer nuestro corazón para aprender, y con lo aprendido, servir a Dios con humildad sabiendo que nuestra sabiduría viene de Él.

La humildad para recibir sabiduría – Dos actitudes fundamentales

La humildad para recibir sabiduría se basa en dos actitudes fundamentales. El ser enseñable, que es lo que le hace abrir su mente y su corazón para mejorar como cristianos y como personas. Pero también para hacer las cosas de mejor forma, y esa forma es conforme a la voluntad del Señor.

Y la otra actitud fundamental en un cristiano es el ser corregible. Pues esto es lo que le llevará a poder modificar y corregir sus comportamientos negativos frente a la Palabra de Dios y cambiar los hábitos que conducen al fracaso a su familia, a su salud, y a su economía.

La persona que no permite que se le enseñen las cosas de Dios nunca conocerá al Señor y por lo tanto no podrá ser corregido por la Palabra ya que el Espíritu ha sido contristado a causa de su orgullo.

Por lo tanto, “ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda maliciaEfesios 4:29-31

Pero sobre todo, no permite ser corregido debido a la ignorancia que posee en ese aspecto aunque sea muy sabio en las cosas naturales y del mundo. “porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica. Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversaSantiago 3:15-16.

La persona que está dispuesta a aprender las cosas de Dios, pero no a corregir su forma de vivir, recibe el conocimiento pero no transforma su comportamiento. Por lo tanto no ve el fruto en su vida de progreso y prosperidad. Y para esto, la apertura mental es fundamental, tanto para aprender las cosas nuevas como para corregir cosas que ya veníamos haciendo mal conforme a la Palabra y guía de Dios.

¿Cuando empieza la humildad?

La humildad empieza en el momento que reconocemos a Dios como soberano y dueño de nuestra vida, que por Su voluntad y amor nos dio la vida y que por lo tanto somos sus hijos.

Teniendo este conocimiento nos sometemos a Su voluntad por amor y agradecimiento, no de mala gana, sino porque entendemos que todo lo que somos y todo lo que tenemos es por gracia y misericordia del Señor.

Esta manifestación de humildad es la que nos lleva a recibir y obedecer sus ordenanzas y Palabra tal como Dios la inspiro a quienes escribieron la biblia, sin quitarle ni añadirle nada.

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