No hay victoria sin batalla

Hoy quiero darte gracias, Señor Todopoderoso por la vida que me has dado, y por la que le has dado a esta congregación. Siempre has estado con nosotros protegiéndonos, y preparándonos para vencer nuestras batallas cuando tenemos que luchar contra nuestras adversidades y problemas.

Desarrollando nuestra fe

El Señor quiere que desarrollemos nuestra fe, logrando la victoria sobre toda circunstancia de la vida, armándonos con sus armas para no caer derrotado. Es exactamente por eso le entregamos todos los problemas por los que estamos pasando, venciendo junto a Él toda adversidad que se haya levantado contra nosotros. Pues bien sabemos que tenemos un Dios que vence y salva, también debemos saber que debemos estar en la batalla.

Muchos niegan la existencia de pecados ocultos por las malas enseñanzas. Pero el enemigo nos sorprende con su ingenio, y mientras esos muchos cierran los ojos a la realidad, se abren a pensamiento que encierran maldad, y sutilmente la perversidad va tomando fuerza en sus vidas. Pero los cristianos debemos estar siempre alertas, teniendo claro que:

no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestesEfesios 6:12.

Necesitamos luchar para obtener la victoria

Es probable que sean conscientes de la necesidad de luchar contra la maldad, pero sienten que les falta algo. Se sienten sin armas enfrentando una batalla. No se dan cuenta que lo que necesitan es más Jesucristo en su corazón. Necesitan más comunión, más lectura de la Palabra. Todo eso es lo que fortalece la fe y nos brinda la seguridad de que nuestro Dios es Todopoderoso.

Debemos entender que con oración y una comunión íntima con el Señor tenemos asegurada la victoria, porque estaremos llenos del poder de Dios, entonces:

someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazonesSantiago 4:7-8.

El cristiano entra en crisis cuando se han desmoronado sus bases influenciado por el mundo, solo quedan las ruinas, hay quienes piensan que existen muchas formas de ser cristiano donde se piensa que existen muchos caminos para llegar a Dios, sin embargo, el Señor nos dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por míJuan 14:6, y fuera de esto todo es mentira.

La vida cristiana

De manera que la vida cristiana debe ser como fue la vida de Cristo. Entendiendo que somos peregrinos en el mundo, que transitamos por un camino angosto y difícil, que además tiene diferentes obstáculos que debemos superar. Estas son las diferentes batallas que tenemos que pelear.

Por lo tanto, debemos lucir como soldados, y vivir como soldados, porque Cristo nos hizo la vida cristiana que tenemos batallas por pelear, y un enemigo por derrotar. Por lo tanto debemos ser muy cautelosos en nuestra manera de andar.

Si tenemos que considerar como le ha ido a los cristianos en cuanto a victoria sobre el pecado tenemos que decir que estamos viviendo tiempos lamentables. Sería como imaginar un campo de batalla donde se ve a muchos soldados tendidos y a punto de rendirse, abatidos por causa del pecado, y a punto perder la guerra espiritual.

Aunque hablar de las batallas del cristiano engloba todos los aspectos de su vida, lo espiritual, lo emocional, y también físico, pongamos la atención en un enemigo que convive dentro nuestro, y que se llama: El pecado que mora en mí, pues se trata de un enemigo que muchos cristianos no han podido vencer en su totalidad, por eso vemos que el apóstol Pablo dijo:

veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembrosRomanos 7:23.

Uno de los enemigos más implacable del cristiano es el pecado que habita en su propia naturaleza carnal:

porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo1 Juan 2:16

Esto es lo que derriba al cristiano abriéndole una puerta al enemigo, quien se encarga de aplastar la conciencia generándole frustración y desanimo, repicándole para convencerlo que es un pésimo cristiano y que a Dios ya no le interesa y no va a usarlo más en la congregación.

Cuántos hemos vivido esta experiencia; cuántos han sido doblegados por su propio pecado; cuántos no han podido renunciar a su naturaleza carnal y siguen siendo vencidos aunque lo he intentado durante años.

Hay una forma de vencer el pecado que mora en mí, y está en Jesucristo. Orando todos los días, leyendo la Palabra. Nos hemos encargado de alimentar y complacer durante años nuestra naturaleza carnal, y ahora queremos vencer leyendo un par de versículos y momentos de oración, cosa que no va a suceder. Esta es una batalla que se extiende a lo largo de nuestra vida.

Lo primero que el cristiano debe hacer es tomar conciencia de que mientras estemos en este mundo vamos a estar en guerra espiritual con el pecado y debemos comportarnos como soldados o seremos derrotados.

Nuestra postura mental debe ser la de un soldado en batalla, donde cada día despertamos sabiendo que estamos en guerra, de manera que cualquier descuido nos va a representar una posibilidad de caída:

porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar1 Pedro 5:8.

Efesios 6:13 nos dice: “Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo”, por lo que debemos mirarnos para ver si la tenemos, o ver qué parte nos está faltando, miremos si tenemos el cinto de la verdad, primero de conciencia a fin de ser libre de la mentira y la hipocresía; la coraza de justicia, para practicar la verdad y la justicia de Dios.

El apresto del evangelio, porque debemos estar convencidos que estamos en paz con Dios por la sangre de Cristo y no por nosotros mismos; el escudo de la fe, porque es quien va a pelear por nosotros si verdaderamente confiamos en el Señor, el yelmo de la salvación, que nos da la seguridad de nuestra salvación; y por último, el única arma de ataque que tenemos, la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios, pues como cristianos tenemos que saber usar muy bien la palabra de la verdad, para sumar a todo esto la oración en todo tiempo en el Espíritu.

Pero no alcanzamos a vencer el pecado porque no estamos andando en el Espíritu de forma constante sino de a ratos, siendo que Dios nos manda a vivir en el Espíritu durante toda nuestra vida y no satisfacer los deseos de la carne:

porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréisRomanos 8:13,

Y esto no es otra cosa que una vida sujeta a total obediencia a la Palabra:

someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazonesSantiago 4:7-8.

Ahora pregunto: ¿estamos listo para la batalla?

¿Anhelas una vida sin pecado?, bueno, así como hemos dedicado tiempo y años a mantener esta carne con alimentos, vestimentas y placeres, ahora debemos atender la vida en el Espíritu, dedicándole tiempo y proveyendo para lo espiritual cada día a fin de andar en el Espíritu y no caer en pecado.

Para concluir

Solo te pido que recuerdes algo: No hay victoria sin batalla, no puedes pretender logros sin esfuerzo, no puedes pretender crecimiento espiritual sin conocer a Dios, y sobre todo, no puedes avanzar en la vida cristiana si te mantienes sujeto a las cosas del mundo:

vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás2 Pedro 1:5-10.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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