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El forastero desconocido

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: El forastero desconocido

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Lucas 24:13-32

INTRODUCCIÓN:

Solo un escritor como Lucas nos pudo dejar una historia como esta. Una profunda tristeza se había apoderado de los caminantes de Emaús por la muerte prematura de su admirado Maestro, Jesús de Nazaret.

Cuando el ser humano pierde la esperanza, pareciera haberlo perdido todo. Y el asunto es que no es fácil que alguien se recupere de alguna tragedia tan rápidamente, aun teniendo los consoladores que vienen al rescate, como lo tuvo el patriarca Job en la antigüedad.

Así que la actitud de estos caminantes con toda su plática, sus dudas y sus tristezas representan a esa humanidad que camina en la misma condición. Sin embargo, cuando se descubre al Cristo resucitado, y se comienza a andar con él, el corazón pronto arde de gozo vers. 32. Pero cuando descubrimos que el forastero que camina junto a nosotros es el mismo Jesús, la esperanza renace y la alegría domina nuestra vida.

Qué privilegio tuvieron aquellos dos varones de ir conversando con en el “forastero desconocido” para luego darse cuenta de que el hombre de quien hablaban con tristeza y desilusión es el mismo que ahora se les aparece para decirle que no está muerto, que ha resucitado de los muertos.

El gozo es el gran mensaje de la resurrección. Dejemos que el Cristo resucitado camine con nosotros para que él disipe las dudas, el temor y la tristeza. El forastero de Emaús es el Cristo que había muerto. Veamos el impacto de esta noticia.

I. LA MUERTE CREA UNA CRISIS EN LA ESPERANZA

1. La etapa del sentimiento de la pérdida (verss. 13-15).

En el caminar de nuestras vidas podemos ser invadidos por ciertos sentimientos de fracaso por una gran pérdida. El no haber visto el feliz cumplimiento de una acción emprendida pudiera traer a la mente aquella sensación de culpa, de frustración y de total desaliento.

La muerte prematura de alguien tan amado, querido, respetado y que había llenado la vida de esperanza, produce un sentimiento de dolor y de una terrible pérdida. Aquellos dos caminantes, quienes por seguro habían estado con el Señor, vienen hablando de una historia pasada.

El hecho mismo que se alejen de Jerusalén, en el momento más crítico, muestra ya que no tenían más esperanza de volver a ver a Jesús. Es por eso por lo que buscan consolarse evocando el recuerdo de quien fue aquel ilustre personaje.

Seguramente ellos habían descubierto en aquel joven galileo las cualidades y características del Mesías prometido. La muerte de por si trae una crisis por el sentido de dependencia que se tiene con el ser amado.

La conversación que más abunda es del pasado, de todo que la persona significó para ellos. Ninguna pena fue mayor que perder a Jesucristo.

2. La etapa de la confusión (vers. 16).

La confusión de estos hombres fue mayor cuando leemos en el texto que fueron cegados intencionalmente para que le fuera revelado todo por el forastero desconocido. La confusión de aquellos tristes caminantes giraba en lo bueno que fue Jesús, sus obras, su poder, e incluso, la aprobación que de él tuvo Dios.

Habían puesto en el hombre que desafío el sistema establecido la esperanza de la redención de Israel vers. 21; sin embargo, esto se había esfumado. Sus esperanzas y sus sueños habían sido destruidos.

Una gran desilusión y desconcierto se reflejaban en sus tristes palabras. Para ellos, sencillamente ¡Jesús había fracasado! Es una pena que mucha gente viva todavía de esta manera.

Para muchos, Jesucristo sencillamente fue un gran personaje; a lo mejor un gran “iluminado”, un maestro de reconocida moral; pero alguien que finalmente murió.

Sin embargo, para los que piensan de esta forma la resurrección de Jesucristo es la gran nota de la esperanza. No hay razón para la tristeza si el compañero del camino se llama Jesucristo.

II. LA MUERTE CREA UNA CRISIS EN LA FE

1. Caminar con Jesús sin reconocerlo (vers. 18).

Esta es la parte cumbre de esta historia. El forastero desconocido es Jesús, pero ellos no lo pueden ver; sus ojos están cegados, les perturba una gran pena, una gran tristeza. A menudo la incredulidad no acepta el testimonio de los que no vieron el cuerpo en la tumba.

Se le puede dar crédito a la muerte cruenta del salvador, pero no se acepta el hecho histórico que él haya resucitado para siempre. La incredulidad cierra el corazón. Estos discípulos revelaban que ellos todavía no habían creído en la resurrección de Jesucristo.

Habían oído el testimonio de las mujeres. Dicen que hasta les habían asombrado con la noticia vers. 22, y que algunos de los que estuvieron con ellos también estaban corroborando lo que las mujeres decían; sin embargo, ellos van de regreso a Emaús.

La noticia que él esté nuevamente vivo no cabe en sus perturbados pensamientos. Y muchas veces esta es la misma experiencia por la que pasamos en la vida espiritual. Hablamos de Cristo y pensamos como si fuera un personaje histórico, y caminamos con él, pero no lo reconocemos porque pareciera que nuestro Cristo está muerto.

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