El forastero desconocido

2. Caminar sin reconocer las Escrituras (verss. 25-26).

Lo primero que vemos en esta historia es a un forastero desconocido, cual más elocuente evangelista, explicando a estos incrédulos discípulos todo lo que Moisés dijo de él y como fue confirmado por los profetas que vinieron después. No hay ningún libro en el Antiguo Testamento que no hable de Jesús y su sufrimiento. Si no lo es las profecías, lo es por la simbología.

En esta historia, estos incrédulos discípulos finalmente fueron convencidos. Sin embargo, la incredulidad de ellos levantó el asombro del extraño caminante cuando tuvo que decirles: “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!vers. 25.

Jesús había dicho que moriría y al tercer día resucitaría. Los profetas lo habían dicho mucho tiempo atrás. A ellos se les había revelado este tiempo, pero los hombres quienes deberían confirmar la noticia no creen las Escrituras.

Esto no ha cambiado mucho. Al igual que los caminantes de Emaús, nosotros sabemos lo que han dicho las Escrituras acerca del Mesías prometido, pero ignoramos las Escrituras por falta de su lectura y de su aplicación para nuestras vidas.

III. LA RESURRECCIÓN CREA UNA CONFIANZA INQUEBRANTABLE

1. Invitando al forastero a casa (vers. 29).

Qué emoción irían sintiendo aquellos discípulos en la medida que Jesús se les va revelando. La explicación sólida del Antiguo Testamento, llevándolos sin dudas hasta la profecía de la resurrección, deja ver entre ellos que Jesús está vivo.

Pero todavía sus ojos están cerrados para ese gran descubrimiento. Ellos van a conocer al Jesús resucitado cuando finalmente le invitan a entrar a su casa. ¡Este detalle es importantísimo en este relato! Jesús se revelará por completo en la vida de una persona, cuando se le invita a posar en nuestras vidas.

Note que cuando llegaron a la aldea, Jesús siguió de largo; y en esto encontramos una de las grandes cosas de nuestro amado Salvador. Él es el caballero que deja a cada hombre y a cada mujer tomar sus propias decisiones.

El texto dice: “y él hizo como que iba más lejosvers. 28. El no se detiene ni entra en la vida de nadie a menos que sea invitado. Aquellos dos hombres no podían dejar que Jesús siguiera de largo. Ellos sabían que la noche se avecinada, y ahora que han descubierto al Cristo resucitado no quieren perderse de su sublime presencia.

2. Comiendo con el forastero en casa (verss. 30-31).

Qué privilegio para esos hombres al invitar al Cristo vivo a permanecer con ellos el mismo día de la resurrección. Y es que lo que más quiere Jesús es entrar en cada casa. Él sigue caminando como el Cristo vivo y triunfante y está esperando que algún corazón le invite a posar.

¿Qué hizo Jesús cuando entró aquella casa? ¿Qué hace Jesús cuando entra a la vida de una persona? “Y aconteció que estando sentados con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les diovers. 29. El partimiento del pan en la mesa es el más grande símbolo de comunión íntima, la más certeza de su presencia, su más completa provisión para el hogar.

No siempre se le permite a Jesús sentarse a nuestra mesa para compartir el pan. A veces decimos que él es el “huésped invisible y el oyente silencioso”, pero a lo mejor está pasando de largo porque no lo invitamos a la mesa de nuestra vida.

Haríamos bien en hacer lo que hicieron aquellos discípulos: obligar a Jesús a quedarse en casa. Aseguremos siempre que el Cristo resucitado ha entrado en la casa y parte el pan con nosotros. ¿Es la presencia del Cristo resucitado real en nuestras vidas?

IV. LA RESURRECCIÓN CREA UN ESTADO DE GOZO INEFABLE

1. Corazones ardientes ante la noticia (vers. 32).

La compañía de Jesús al lado de aquellos tristes caminantes comienza a surtir un efecto extraordinario. Mientras oían aquel forastero aplicar lo que Moisés y los profetas dijeron sobre él, sus ojos fueron abiertos y sus corazones comenzaron a arder y lo que hasta entonces era frustración y desánimo ahora se traduce en un cambio de actitud.

El semblante de sus caras seguramente se llenó de gozo y de aquellos rostros enlutados por el impacto que produce la muerte, comienza a irradiar la más alta expresión de alegría. Aquellos discípulos hicieron la pregunta que debiera ser la nota distintiva de la iglesia de hoy. “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría la Escrituras?vers. 32.

Amados hermanos, Cristo resucitó para que nuestros corazones ahora ardan por él. Los cristianos del primer siglo fueron impactados por la noticia del Cristo resucitado, y eso hizo de ellos hombres y mujeres que vivieron con el mayor de los gozos, tanto así que el morir por Cristo también fue su mayor placer. La resurrección de Cristo es la más grande noticia del gozo del corazón.

2. Corazones ardientes para dar a conocer la noticia (vers. 33).

El impacto de la resurrección hizo regresar esa misma noche aquellos desanimados y cansados caminantes. Cómo podían ellos dormir cuando tenían una noticia tan grande que dar. Había unos 11 kilómetros entre Emaús y Jerusalén, y a ellos no le importó la distancia que la terminaban de recorrer para regresar a Jerusalén.

No les importó que ya estaba avanzada en la noche. Emaús representaba el ocaso del día, Jerusalén representaba el amanecer de un nuevo día, y eso es la resurrección. De esta manera, el Cristo resucitado produce un ardiente deseo por dar a conocer la noticia.

Tenemos que decir que esto es una auténtica señal de un cristiano, y es el efecto de la resurrección. Nadie pudo quedarse callado cuando supieron que Cristo había resucitado. Observe que a quienes primero convencen son a los incrédulos creyentes vers. 33.

Los discípulos no solo habían perdido la esperanza, sino que están encerrados por un terrible miedo. A veces necesitamos de predicadores que nos convenzan de que ha resucitado el Señor. La noticia de la resurrección no podemos callarla. Eso transformó el mundo hasta hoy.

CONCLUSIÓN:

Ninguna noticia llega a ser tan grande que aquella donde se declara a alguien técnicamente muerto o desaparecido, y luego es hallado vivo. Mi padre siempre me contó de otro hermano que tuvo, y con quien vivió por lo menos hasta que fueron jóvenes.

Un día ambos se separaron y lo que único que mi padre supo fue que su hermano de infancia había muerto. Con esa idea vivió por unos 50 años, de modo que hasta el nombre que yo llevo -Julio Rafael- me lo puso en memoria de su hermano muerto.

Pero un buen día recibimos una carta escrita por el mismo hermano de papa donde no solo manifestaba que estaba vivo, sino que contaba acerca de una gran familia cristiana que el Señor le había dado. Hice todos los arreglos para aquel increíble encuentro.

Jamás se me olvidaré aquella tarde cuando esos dos viejos, después de más de 50 años, tuvieron ese encuentro. Todos lloramos de profundo gozo; mi tío estaba vivo.

Amados hermanos, la noticia que Cristo vive debe transformar todos nuestros corazones y cuales caminantes de Emaús convertir la tristeza en esperanza, la incredulidad en fe, no dejar que siga de largo sino invitarlo a “quedarse en casa” y a tener una pasión por él que nos levante para dar a conocer esa gran noticia. Amén.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.
Iglesia Bautista Ambiente de Gracia, Fairfax, VA

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