Este es el corazón de la fe del pueblo de Dios. Para el judío, el Señor (Yahvé) es totalmente único, uno en esencia y que solo Él es Dios. Por lo tanto, la demanda de este único Dios es que lo amemos con todo el corazón.
Hay muchos mandamientos que fueron dados al pueblo de Dios, pero éste es la esencia de todos. De hecho, Cristo nos dirá que este es el más grande mandamiento (Marcos 12:28-34). Los hijos de las familias judías deberían conocer que el amor para Dios tenía que tocar primero el corazón.
Sabido es que hay otros “amores” que ocupan el corazón y pronto desplazan el verdadero amor que se lo debemos al único Dios según la enseñanza del “shema”. Una familia que trasmite a sus hijos es gran mandamiento le estará asegurando una vida saludable y un crecimiento integral.
2. Amar al Señor con toda tu alma (vers. 4b)
¿Cuál es la diferencia de amar a Dios con todo el corazón y con toda el alma? Que mientras uno toca la parte de mis emociones, la otra toca la parte de mi intelecto. Amar a Dios con el alma es con un pleno conocimiento de quien es él y por qué a él. El alma es el recinto de todo mi ser.
De acuerdo con la Biblia, el hombre es un ser “tripartito”; eso es, posee espíritu, alma y cuerpo. Si a través del espíritu el hombre se comunica con Dios (Juan 4:24), y el Espíritu Santo toma nuestro cuerpo para ser su templo, por medio del alma el hombre ama a Dios con toda la intensidad, con todo su ser.
El alma tiene que ver con mi propio yo (mi ser interno), por lo tanto, cuando decido amar a Dios con toda mi alma lo que estoy es quebrantando mi propio orgullo, que busca siempre mi propia gloria, por una mayor entrega y una total rendición a mi amado Dios.
Este amor no es fácil. Demanda el mayor de los sacrificios y eso casi nunca forma parte de lo que tenemos que dejar por el amor que le debemos a él. Dios no espera un amor menos que este, porque el suyo por nosotros tiene el más caro de los sacrificios: la muerte de su propio Hijo.
3. Amar al Señor con todas las fuerzas (vers. 4c)
Me estuve preguntando por qué Moisés y Jesucristo hicieron un especial énfasis en este tipo de amor por Dios. Por qué se habló de este tema en el contexto de las recomendaciones a las familias que iban a poseer la tierra. Qué relación tiene una familia sana con este tipo de amor.
Bueno, la verdad es que esto es como la puesta en acción de lo anterior. Yo no puedo decir que amo a Dios si no lo demuestro. Esperamos que Dios nos ame y nos llena la despensa de bendiciones, pero no siempre estamos prestos para invertir nuestras fuerzas para su servicio.
En el hogar debemos utilizar nuestras fuerzas para servir al Señor. Admitimos que nuestras fuerzas todos los días las consumidos por el pan que hay que traer a casa, a veces las consumimos haciendo cosas en la casa, otras veces las consumimos para mantenernos en forma.
Mientras que algunas veces las gastamos en las cosas más triviales, pasajeras y efímeras, pero no las invertimos en el Señor. Cada vez que invirtamos las fuerzas en otra cosa pensemos cuánto de eso lo hacemos para el Señor. Enseñemos a amar a Dios a nuestros hijos con todas sus fuerzas desde la niñez.
III. CON PADRES QUE VALOREN LA DISCIPLINA A SUS HIJOS
1. Repetirla a los hijos (vers. 7 a)
No hay otra forma más rápida de aprender que a través del método de la repetición. De hecho, se dice que para formar un hábito hay que repetir algo voluntariamente hasta poder hacerlo de forma automática.
El filósofo griego Aristóteles decía que: “Somos lo que hacemos repetidamente, por tanto la excelencia no es un acto, sino un hábito”. En este pasaje Moisés ha hablado de la importancia de la palabra de Dios como en ningún otro. Se refirió a ella en siete ocasiones y su énfasis ha sido ponerla en el corazón (vers. 6).
Y para que esto suceda debe enseñársela a los niños desde su temprana edad antes que otra cosa llene sus corazones. Los padres de hoy saben lo rápido que aprenden nuestros hijos por oír continuamente lo que le dice la TV y ahora todos los programas que aparecen en sus videos juegos.
Los que trabajan con esos juegos saben lo adictivo que es para los niños ciertos programas y por qué ellos lo aman tanto. Dios, sabiendo la importancia de eso, instruyó a Moisés para que los padres repitieran esta palabra a sus hijos. El mejor hábito que un padre le debe crear a su hijo es el de repetir la palabra. Eso lo librará de muchos males.
2. Hablar de ellas siempre (vers. 7b)
La escuela dominical ni el sermón pueden sustituir lo que deben hacer los padres para que sus hijos aprendan la palabra de Dios. Esto requiere de padres comprometidos con la palabra, pues no se puede dar lo que no se tiene. Esta es nuestra primera responsabilidad.
Cuándo hay que hablar a los hijos esta palabra, ¿cuándo vengan a la iglesia? ¡No! Observe el texto: En la casa y en el camino, al acostarse y al levantarse. Esto parece extraño, pero Israel es lo que es porque los padres se esfuerzan en hacer esto hasta el día de hoy. `
De esta manera, la idea del texto es ayudar a los padres en la formación sana de sus hijos a través de una palabra hablada, pero sobre todo una palabra aplicada. Todo padre debe recordar la verdad del proverbio: “Instruye al niño en su camino…”.
Con mucha frecuencia los padres les dejan la instrucción a los maestros, a los amigos y las redes sociales (hoy día). Los padres deben no solo hablarles de esta palabra, sino aplicarla. Por ejemplo, la Biblia le dice al padre que debe corregir a su hijo, porque si no lo hace no lo quiere; “amarlo es disciplinarlo” (Proverbios 13:24) NVI. La primera escuela del niño es la palabra de Dios.
CONCLUSIÓN:
Los versículos 8 y 9 son muy interesantes para cerrar este tema de una “na familia sana”. Es cierto que durante el tiempo que vino Jesús, los rabinos lo tomaron literalmente, pues se ponían en sus manos, en sus frentes y en el borde de sus vestidos, las llamadas filacterias (trozos de pergaminos en cajitas) de modo que los demás lo vieran.
Bueno, de allí viene más la idea de la palabra “fariseo”, a quien Jesús le llamó hipócritas pro hacer esto. Sin embargo, la idea de estos versículos va más allá de un concepto literal. Su esencia es que la vida es un libro abierto que debe ser visto por todos. Observe que Moisés habla ahora de lo externo (mano, frente, postes y puertas).
Todo eso está afuera, se exhibe a los demás. Veámoslo de estas dos formas. La mano es un símbolo de lo que hacemos y nuestra frente es un símbolo de lo que pensamos. Una familia sana se forma con lo que pensamos y con lo hacemos con la palabra de Dios.
Los postes y las puertas es lo que la gente ve en nosotros. Para los griegos y romanos, el umbral era un lugar de reunión de los demonios. Para los judíos, el lumbrar era un lugar de la presencia de Dios. De hecho, fue allí donde se puso la sangre del cordero para que ese hogar fuera preservado.
El umbral era el testimonio público. ¿Qué ve la gente en nuestro hogar? ¿Qué testimonio le damos al vecino? ¿Puede ver la gente en un hogar cristiano una familia sana de acuerdo a la “shema” bíblica?
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