Los principios de Jesucristo
En otras palabras, los principios de Jesucristo tienen que ser parte de nuestra vida; tienen que ser la parte principal de nuestra vida. Con esto en mente entonces podemos fácilmente apreciar que cuando el Señor reprendió a los apóstoles porque ellos no permitían que los niños se le acercaran, Él no implicó o dijo que debemos mantenernos como niños espiritualmente. Tenemos que crecer, tenemos que madurar. Pero entonces, ¿qué nos está diciendo el Señor aquí? Para poder responder esa pregunta tendremos que analizar tres características muy especiales de un niño.
I. Los niños confían implícitamente
La primera característica de un niño es que confía implícitamente. Esta característica es algo que todos los padres de familias conocemos. Nunca se me olvidará que cuando mi hijo era un niño, él me hizo una pregunta acerca de un personaje muy reconocido en la música. Él quería saber ¿cómo había esta persona obtenido tanta fama?
Le conteste sin pensar y en forma de broma, y lo que le dije no era nada cierto. Le dije que el cantante había obtenido gran fama rápidamente porque él cantaba disfrazado con un traje de bailarina, y se ponía una nariz roja y grande de payaso, así que el público lo reconocía e iban a ver sus conciertos para ver el espectáculo.
Después de esa conversación no pensé más en el asunto, hasta que un día mi hijo llegó a la casa de la escuela muy triste. Cuando le pregunté qué le pasaba, él me contó que había pasado una gran vergüenza en su clase de música.
Resulta ser que en la clase de música surgió el tema de este cantante tan famoso, y el maestro preguntó que quién sabía cómo y cuándo había este cantante obtenido su fama. Mi hijo fue el primero en levantar su mano y fue seleccionado por el maestro. Pero, al dar la respuesta que él había obtenido de mí, me contó que todos le habían mirado con una cara muy rara y se habían reído de él.
Hermanos, nuestros hijos confían en lo que le decimos sin dudar, pero esto es algo que muchos cristianos no hacen. Muchos cristianos claman confiar en Dios implícitamente, pero en realidad este no es el caso.
No les digo que no confiamos en Dios nunca, pero si les digo que existen numerosas personas que dudan más de lo que confían. Es exactamente por esa razón que el Señor también duda de lo que pueda hallar en la tierra cuando regrese [3].
La fe, el confiar en Dios en todo momento, es algo esencial en la vida de todo cristiano fiel. Si queremos vivir vidas victoriosas, nuestra fe no puede ser una que se bandee de un extremo a otro, nuestra fe tiene que ser constante y firme. Sé que en ocasiones, debido a circunstancias o situaciones, a nosotros se nos hace difícil mantenernos firmes; se nos dificulta al tener que pasar por situaciones difíciles, pero fíjense bien que dije que es difícil, pero no dije que es imposible [4]. Dile a la persona que tienes a tu lado: confía en Dios.
II. Un niño está dispuesto a aprender
La segunda característica de un niño es que siempre está dispuesto a aprender. Esta es otra característica que todo padre conoce muy, pero muy bien. Les pregunto, ¿cuántos han escuchado esa pregunta tan famosa: “¿por qué?” de nuestros hijos. Esta es la pregunta sin fin, ya que una vez que contestamos el primer “¿por qué?” siempre es seguido por el segundo y el tercero y por mucho que expliquemos siempre surge otro “¿por qué?”.
Pero esta pregunta es la que nos demuestra el deseo de aprender y conocer que tienen los niños. Lamentablemente, muy pocos cristianos retienen esta característica. En muchas ocasiones permitimos que las situaciones que nos rodean bloqueen nuestro entendimiento. En muchas ocasiones permitimos que las situaciones que nos rodean cierren nuestra mente, y no estamos dispuestos a aprender y/o a escuchar.
Lo que sucede entonces es que nosotros mismos nos encerramos en esa prisión de preguntarnos “¿por qué a mí?”, en vez de preguntarle a nuestro Padre “¿por qué?” Preguntarle a Dios el por qué de una situación es de suma importancia, porque en todo lo que nos sucede, ya sea bueno o malo, siempre existe algo que debemos aprender. Y cuando le pedimos al Padre que nos revele el por qué de las cosas, el Espíritu Santo dará la respuesta.
La convicción del Espíritu Santo es la que nos permitirá ver qué acción nuestra causó que esa dificultad llegará a nosotros, o quizás qué falta de acción nuestra es la responsable. En todo lo que nos sucede siempre hay algo que aprender, pero solo lo lograremos aprender cuando se lo preguntemos a nuestro Padre.
No podemos dejarnos encerrar en la ignorancia, no podemos dejarnos encerrar en una prisión de sufrimiento, no podemos dejarnos encerrar en tradiciones, costumbres, y/o prácticas religiosas, tenemos que aprender nuestra lección en todo. Tenemos que estar dispuestos a aprender para poder alcanzar ver la gloria de Dios. Dile a la persona que tienes a tu lado: aprende.