¿PARTERAS DE QUIEN SOMOS DE FARAON O DE JEHOVA?
Ezequiel 16:4-5
Y en cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu ombligo, ni fuiste lavada con aguas para limpiarte, ni salada con sal, ni fuiste envuelta con fajas. No hubo ojo que se compadeciese de ti para hacerte algo de esto, teniendo de ti misericordia; sino que fuiste arrojada sobre la faz del campo, con menosprecio de tu vida, en el día que naciste.
Introducción:
La Biblia nos habla de unas parteras de Egipto llamadas Sifra, y otra Fúa, que recibieron una orden del Faraón quien les dijo: Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, y veáis el sexo, si es hijo, matadlo; y si es hija, entonces viva. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Y el rey de Egipto hizo llamar a las parteras y les dijo: ¿Por que habéis hecho esto, que habéis preservado la vida a los niños?
Y las parteras respondieron a Faraón: Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; pues son robustas, y dan a luz antes que la partera venga a ellas. Y Dios hizo bien a las parteras; y el pueblo se multiplicó y se fortaleció en gran manera.
Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias. La valentía de estas dos mujeres fue recompensada.
En nuestros días cuando hablamos del Faraón estamos hablando de Satanás, quien no tiene interés que nazcan nuevas criaturas en Cristo, y las parteras somos nosotros como iglesia, entonces en esta hora quiero preguntarles, el trabajo de quien estamos haciendo, si de Satanás o de Jehová, que cuidados y trato estamos teniendo con los recién convertidos o los que recién vienen a nuestra iglesia?
1. Nacer de nuevo:
Juan 3:3: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
La frase se puede traducir también “nace de arriba,” lo que indica que Dios realiza el nacimiento espiritual. Esta respuesta a lo que Nicodemo había dicho a Jesús debe haberle inquietado, pues como fariseo él tendría confianza en su participación en el futuro reino mesiánico. Pero la persona no regenerada, quien no ha nacido de nuevo, no puede comprender el reino de los cielos, mucho menos entrar en el reino de Dios. Es decir, el reino prometido de Dios que se inauguraría con la llegada del Mesías.
Este nuevo nacimiento lo experimentamos al reconocer a Jesucristo como nuestro Salvador.
Con una frase tan sencilla como lo es “si quiero” así como cuando los novios contraen matrimonio, de la misma manera Jesús nos propone una nueva vida, libre de la maldición del pecado. Solamente tenemos que decir: “Si acepto” con esas palabras dejamos de ser hijos de perdición para llegar a ser Hijos de Dios. Es así de sencillo solo con pronunciar unas cuantas palabras pero eso sí con todo el corazón de la misma manera como el novio ansioso de poder llamar a su amada mi esposa o viceversa.
Pero cuando ya hemos nacido de nuevo al igual que un recién nacido hay que hacer varios trabajos, le pudiera llamar así, para que esté listo antes de entregarlo a la madre, las parteras tienen que hacer algunas cosas con esa criatura para que esté lista y se vea bien.
Seamos sinceros, los bebes cuando nacen no tienen nada que ver con los que nos presentan en la televisión, es más, más de algún varón, se ha contenido de reprender al diablo cuando ve esa criatura, toda llena de sangre, con la piel arrugada y algunos órganos inflamados.
Lo mismo pasa con los nuevos creyentes, queremos bebes de televisión y la verdad es que todavía traen la inmundicia del mundo, están muy golpeados y lastimados, por eso como buenas parteras tenemos que hacer nuestro trabajo con todo el cuidado que le damos a un recién nacido.
Primero que nada:
A. Cortar el cordón
2ª. Corintios 5:17
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.
Desde el momento del nacimiento de cada niño, cuando se corta el cordón umbilical separando al hijo de la madre, el ser humano enfrenta todo tipo de riesgos
El primer trabajo que se hace con el niño es romper el cordón umbilical, para separarlo de la matriz de la madre. Aunque conocemos a personas de 40 años o más que todavía no se le ha cortado el cordón de su mamá, pero ese es otro tema.
El recién nacido no puede cortar el cordón solo, hay que ayudarlo.
Así el nuevo convertido, está sujeto todavía al mundo, a su pasado, tiene que desligarse de él. Todavía están atados a cosas que tienen que cortar.
El cordón con el pasado se corta únicamente cuando nos damos cuenta de que lo que necesitamos lo podemos adquirir de una fuente mejor. Debemos darles un poco del amor, el poder y la sanidad de Dios. Debemos alentarlos a que vengan al Shadai, el amamantador para recibir el alimento que necesitan, tenemos que enseñarles a que tomen de Dios la vida que remplace y anule su necesidad por la vida anterior.
Hay relaciones que tienen que cortar, hábitos que necesitan amputar de su vida cotidiana, Dios quiere liberarlos pero el miedo, la culpa los tienen atrapados en el pasado. Dios quiere que ayudemos a cortar el cordón del chantaje, manipulación y la esclavitud emocional que los tiene atados a una persona que controla su vida y los amarra a su lado.
Nuestro deber es ayudarlo a poder salir de ese mundo de pecado romper esas ataduras que no le permitirán ir al cielo.
Enseñarle como se vive la nueva Vida en Cristo Jesús.
El cordón se corta al momento del nacimiento, pero tarda algunos días en secarse y caerse, de la misma manera, el nuevo creyente, no va a dejar todo su pasado de la noche a la mañana, es un proceso que lleva su tiempo, ir dejando atrás todo lo que lo ataba.
Y nuestro deber como parteras es ayudar a que el ombligo se mantenga limpio mientras se cae, y tener la debida paciencia, no apresurar su caída, porque puede causar un desangramiento y ocasionar la muerte prematura de la nueva criatura. No impacientarnos por el lento crecimiento y aprendizaje de los nuevos, como tal todo proceso lleva su tiempo, y al igual que el cordón, los malos hábitos y las ataduras se caerán a su tiempo.
B. Lavados
Hechos 22:16: Ahora, pues, ¿Por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
No es responsabilidad del bebe bañarse. No es responsabilidad de la persona recién salvada lavarse a sí misma. ¿Como debemos cuidar a un bebe recién nacido en Cristo? Primero debemos hacerle cierta limpieza, la Biblia dice que somos limpiados por el agua de la Palabra. Cuando le damos la palabra a un nuevo cristiano, estamos lavando a esa persona.
Muchos han recibido ayuda con tan solo darle unos versículos bíblicos afirmándoles quienes son en Cristo y lo que puede llegar a ser. Por ejemplo: TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE, EN CRISTO SOMOS MAS QUE VENCEDORES, SI TUS PECADOS FUEREN ROJOS COMO LA GRANA, SERAN EMBLANQUECIDOS COMO LA NIEVE, CONOCEREIS LA VERDAD Y LA VERDAD OS HARA LIBRES.
Recordemos que es responsabilidad de la Iglesia darle instrucciones al nuevo creyente, para que pueda bautizarse lo más pronto posible luego de su conversión. Si no les damos información e instrucciones a cerca del bautismo, estamos impidiendo que esa persona, manifieste ante el mundo que ha nacido de nuevo. El primer nacimiento ya se dio, que es el del Espíritu, pero también tiene que nacer del agua, y eso se da por medio del bautismo.
La manera en que vamos a manifestar exteriormente el cambio que se ha dado en nuestro interior es por medio del bautismo.
Es un acto por el cual estamos manifestando que hemos muerto al pecado, hemos sido lavados.