1. “¿Qué hacéis llorando y quebrantándome el corazón?” v. 13.
Esta pregunta pudiera verse muy dura, sobre todo por el amor que toda esa gente le tenía al apóstol, pero cuando está en juego el agradar a Dios más que a los hombres, no puede ser de otra manera. El corazón de Pablo estaba quebrantado frente a tanta demostración de aprecio, pero eso no lo estaba ayudando. Hay en esto una verdad enorme. Los seres que están tan cerca de nosotros pudieran ser usados para desanimarnos en los firmes propósitos de servir y dar lo mejor de lo que tenemos al Señor. Así, pues, no juzguemos a Pablo por alguna obstinación intransigente, sino que esto nos muestra la fortaleza de su carácter. ¿Y no fue lo mismo que enfrentó el Señor con sus discípulos? Cuando él habló de ir a Jerusalén y morir en manos de los verdugos con la complacencia de los religiosos, Pedro trató de convencerlo de no morir allí (Mt. 16:22-23).
Ante esto el Señor no vaciló en reprender a Pedro, hasta el punto de llamarlo Satanás, porque en ese momento era un tropiezo para hacer la voluntad de su Padre. El “viaje sin retorno” es aquel donde no damos vuelta atrás cuando la decisión que hemos tomado es la correcta. Mientras no sea el Espíritu Santo que nos prohíba, debemos seguir adelante. Hay ocasiones donde es “mejor obedecer a Dios antes que los hombres”. Y que “el obedecer es mejor que los sacrificios”. Esto es algo que siempre queda muy claro en los estudios biblicos.
2. Dispuestos a ser atados y hasta morir v. 13b.
Los estudios biblicos nos revelan que la vida de este ponderado hombre de Dios es simplemente extraordinaria. Vea que Pablo en lugar de cansarse por las dificultades, incluyendo las que pretendían detenerle en su decisión de avanzar en su carrera (Hch. 20:24), las usó para construir una solución más rica de modo de continuar hasta el final. Pablo sabía que su vida estaba en constante peligro, pero su resolución ya la había tomado: “…ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios”.¿Cuál es la resolución que usted tiene para vivir? ¿Hasta dónde está dispuesto a sacrificarse por el Señor? Nada prueba más nuestra fe que cuando somos sometidos a alguna persecución. El temor de ser ofendido, ridiculizado, y en algunos casos hasta ser torturados por Cristo, pone a prueba nuestro temple cristiano. Los estudios biblicos nos enseñan que la decisión de ser cristiano no es temporal sino eterna. La valentía de seguirle implica tomar su cruz, y quien esto hacía, sabía que se enfrentaba a una muerte segura. Pablo escribiría a los romanos después: “Por causa de ti somos muertos todo el tiempo”. Cuando decidimos seguir a Cristo nos embarcamos en un “viaje sin retorno”. El punto de llegada será el cielo mismo.
IV. EN ESTE VIAJE SIN RETORNO LO MÁS IMPORTANTE SERÁ HACER LA VOLUNTAD DE DIOS
1. “Hágase la voluntad de Dios” v. 14.
Hubo muchas voces que alertaron a Pablo a no ir a Jerusalén. Pero ninguno de ellos pudo persuadirle a no hacer este viaje final. ¿Por qué este empeño? Bueno, algunos sostienen que Pablo traía consigo una ofrenda para los santos y le era necesario hacerla llegar. Otros opinan que Pablo, como judío al fin, no pasaría la oportunidad de celebrar la pascua con sus hermanos. Pero lo que hay en el fondo es que Pablo quiso hacer la voluntad de Dios. Y al ver los acontecimientos que siguen entenderemos que, en efecto, él se movía dentro de la esfera de la voluntad de Dios, y eso era lo más importante. Seguramente ya había leído lo que dijo el salmista: “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado”. Pablo también sabía de la histórica decisión de Cristo de ir también a Jerusalén, después de decirle al Padre “pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lc. 22:42). Esto es lo que finalmente obedeceremos. Si usted no hace la voluntad de Dios, no importa el resto de lo que haga.
2. “Después de esos días…subimos a Jerusalén” v. 15.
Aquí está la meta final. Los compañeros de Pablo, que también le persuadían, subieron con él a Jerusalén. La osadía y valentía de Pablo dejó claro que aquella era la voluntad de Dios y a ella no se podía resistir. Ninguno de ellos sabía del peligro que se aproximaba al llegar a la ciudad de los sueños, pero allí van juntos, confiando en el hombre que hasta ahora les da dado toda evidencia de ser un varón de Dios, determinado a entregar su vida con tal de cumplir con la voluntad de Dios como también lo hizo Cristo. Note que los hermanos recibieron a Pablo con gozo (v. 17, 20), como lo hicieron también con Cristo. Solo que después la ciudad toda se alborotaría por causa de ellos (v. 30). Hacer la voluntad de Dios no siempre parece ser lo mejor, pero Dios tiene control de todo y él hará que lo que ahora nos es difícil de entender, al final resulte para bien.
CONCLUSIÓN:
Un “viaje sin retorno” condujo a Jesucristo a Jerusalén. Allí entregó su vida por nosotros. Otro “viaje sin retorno” condujo a Pablo a Jerusalén, desde donde se enrumbó a su viaje final. Haciendo un poco de historia tenemos que Jerusalén fue una de las ciudades de Canaán, conquistada por Josué, quien fue un tipo de Cristo. Aquella fue la ciudad del rey David, de quien se dijo que vendría el Mesías salvador. En esa ciudad murió Cristo por todos nosotros, y al final de los tiempos, cuando tengamos los cielos nuevos y la tierra nueva, la nueva Jerusalén descenderá “como una novia ataviada para su marido”. En nuestro “viaje sin retorno”, Jerusalén será también nuestro puerto de llegada. Pablo nos muestra a través de su testimonio, que la resolución nuestra debiera ser la misma de llegar allí para estar con nuestro Rey y salvador. ¿Ha emprendido usted ese “viaje sin retorno”? ¿Está viajando para llegar a la Nueva Jerusalén?