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La Belleza de un Carácter Doblegado

Hechos 21:40-22:1-16

INTRODUCCIÓN:

Joe Stowell, actual presidente del Instituto Bíblico Moody, cuenta de su experiencia en una visita a África. Estaba en el oeste de dicho continente, y los misioneros le contaban acerca de las normas de belleza que existían entre los pobladores. Resulta que uno de los misioneros había sido criticado por la apariencia de su esposa. Sucedía que la esposa era una mujer esbelta, y esto no era aceptable en aquella cultura. Se consideraba que el esposo no estaba cuidando bien de ella, porque era muy flaca.

Entre aquellas personas, la mujer con sobrepeso era considerada muy bella. Conforme más pesaba la mujer, más pulcra era. Incluso había un proverbio en aquella parte del mundo que decía: Si tu esposa se sube al camello, y el camello no se puede parar, tienes una esposa realmente bella. Según este ejemplo, y en culturas como las nuestras que se gastan altas sumas de dinero para verse distintos,  la belleza llega a ser  relativa. La verdad es que lo que te hace realmente bello es tu carácter. En la historia que tenemos para hoy nos topamos nuevamente con el hombre que deja toda una huella en el Nuevo Testamento. Hablamos  de  Pablo, el singular apóstol que fue marcado por un carácter indoblegable,  hasta llegar a encarnar las virtudes del Señor en su vida como ningún otro en la historia.

El hombre que habla  ahora no es nada comparable con aquel  que venía respirando aires de muerte contra los cristianos, pero que al ser abordado en el camino a Damasco, ahora con mansedumbre ha tenido que decir: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Ga. 2:20).  Bien pudiéramos  pensar que cuando Pablo dijo: “Sed imitadores de mí, como también yo lo soy de Cristo”, él debió tener presente lo que había dicho el Señor: “Aprended de mí, que soy manso y humilde corazón…”. Esta imitación es la esencia de un verdadero carácter cristiano. Pablo vivió lo que Jesús dijo. ¿Es posible tener un carácter transformado? ¿Es posible cambiar de carácter si soy un creyente? Veamos cómo hacerlo.

I.  EL CARÁCTER EN SU ESTADO NATURAL PUEDE REVELAR UN ROSTRO PERVERSAMENTE MALIGNO

1. Un carácter  formado en la tradición v.3. 

El carácter de Pablo respondía a la manera estricta con la que fue formado. Esto es lo que va decir en presencia de sus acusadores. Así que, en medio de una audiencia que ahora le escucha con más atención porque  estaba hablando en su idioma hebreo, les expone quién fue él antes de conocer a Cristo. Pablo deja ver con claridad que su carácter fue recocido por ser un estricto fariseo, educado a los pies del rabino Gamaliel, el más grande maestro de su tiempo. Las palabras “estricto” y  “celoso” ponen en contexto como fue este hombre antes de encontrarse con el Señor. Su forma de ser y de reaccionar es el resultado de una formación que lo marcó para responder como lo hacía. Si bien es cierto que fue formado con mucha “teología”,  tenía muy poca  sensibilidad para aquellos  que pensaban distinto a él. Hay algo en esto que nos toca muy de cerca. El carácter en su estado natural siempre reaccionará de la misma forma. En algunos casos, y  usando el “celo de Dios”, no se miden las palabras para ofender a otros. Al actuar de esta manera podemos revelar un lado perverso y maligno. Hay mucho  “fariseísmo” (como en el caso de Pablo) en un carácter que no tiene el control del Espíritu. Que atropella pretendiendo  “agradar” a Dios.

2. “ Perseguía yo este Camino hasta la muerte…” v. 4.   

No sabemos si hubo otro como Pablo, pero el testimonio  de la persecución de los indefensos seguidores del “Camino”, nos indica que Pablo al principio fue un instrumento del mismo Satanás para detener el avance de la Gran Comisión.  En su actuación él revela una gran sinceridad en relación a la causa religiosa que defendía. Pero quedó claro que no había nada de amor ni de verdad en lo que hacía.  Él estaba convencido de su obediencia y el  servicio que prestaba a Dios  al actuar de esta manera contra los enemigos del judaísmo.  Su actuación es clara demostración de alguien que en el “nombre”  de Dios se lleva por delante a los más humildes y sencillos. Y es que la historia está llena de gente y grupos religiosos (incluso los así llamados cristianos) cuya sinceridad y celo los llevó a cometer graves pecados contra el prójimo. Nada es peor que al usar el nombre de Dios, o pretendiendo hacer las cosas para Dios, maltratemos con nuestro carácter a aquellos por quien nuestro Señor dio su vida. Él nos da una gran advertencia si los ofendemos (Mr. 9:42).

II. EL CARÁCTER  CUANDO ES CONFRONTADO POR LA LUZ  DE CRISTO  SE DERRUMBA SIN RESISTENCIA

1. “Y caí al suelo, y oí una voz…  ¿por qué me persigues?” v. 7.

Pablo narró varias veces su testimonio, no solo como una defensa ante sus acusadores, sino para probar delante de todos por qué ahora es un hombre nuevo. Y es obvio que el recuerdo más perdurable de aquella experiencia del “medio día de su vida”, cuando fue  rodeado de mucha luz del cielo (v. 2), fue su caída. ¿Por qué afirmamos esto? El carácter de Pablo nos indicaba que no era un hombre de caídas fáciles. Era fuerte, impetuoso, arrogante, soberbio, orgulloso y hasta despiadado. Muchos creyentes se acordarían cómo fueron arrastrados por el pelo y por el piso ante la furia que  él desataba. Pero vea que en el caso de Pablo se cumplió a cabalidad lo que sentencia Proverbios 16:18: “Antes del quebrantamiento es la soberbia,y antes de la caída la altivez de espíritu. En el camino a Damasco lo último que Pablo espera era tener una caída, derribando con ello su carácter. Desde ese momento vino la transformación. Todo creyente pasa por esta misma caída. El propósito del encuentro con la luz de arriba, además de sacar las tinieblas que hay en nosotros, es quebrantar toda la altivez y arrogancia que se esconde en un carácter que vive sin Cristo.

2. “Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien tú persigues” v. 8. 

Cada vez que alguien pretenda ensañarse contra unos de esos “pequeñitos que creen mí”,  se encontrará de frente con el mismo Jesús de Nazaret. ¡Cuán importante es la vida de cada creyente para el Señor! Así que la escena de la caída de Pablo es simplemente elocuente. Las amenazas de muerte que proyectaba un carácter indoblegable han cambiado. El hombre que parecía un león devorando y trayendo  terror entre los hermanos,  ahora se ha convertido en un inofensivo gatito quien temblorosamente tiene que preguntar: “¿Quién eres Señor?”. De esta manera vemos que el carácter del viejo Pablo está en el suelo, esperando ser auxiliado porque no podrá pararse solo. ¿Qué nos enseña todo esto? Que una vez que el hombre es derribado por la luz de Cristo, ya su vida no puede ser la misma. ¿Qué perdió Pablo al ser derribado? Perdió la fama entre los judíos por cuando era “hebreo de hebreos” (Fil. 3:5). Perdió el reconocimiento, pues aventajaba sus contemporáneos (Gál. 1:14). Perdió también su reputación, su celo, su poder, porvenir y hasta posición económica.  Sin embargo, más adelante dirá que todo eso lo tenía por basura con tal de ganar a Cristo (Fil. 3:8). Y usted, ¿qué fue lo que perdió cuando fue derribado?

III. EL CARÁCTER  CUANDO ES QUEBRANTADO  POR LA LUZ DEL CIELO QUEDA DEPENDIENTE DE OTROS

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