Justo Cuando más lo Necesito

2. Disculpando al ofensor v. 5. 

Pablo, cual boxeador dentro de un ring, se había acostumbrado a recibir golpes de sus contrincantes donde se daban sus debates teológicos. Y en Jerusalén estaban dadas las condiciones no solo para ser golpeado sino también para ser  asesinado. Lo primero que hizo para provocar la ofensa fue mirar “fijamente al concilio”, con una mirada de consciente integridad y coraje, como buscando dentro de ellos a alguien que le reconociera para comprobar la calidad de su testimonio. Y fue, en efecto, la presentación de un testimonio  intachable que despertó la ira del sumo sacerdote. “¿Por qué me golpeas?” o “¿Por qué abusas de tu autoridad?”, pudo ser la pregunta de Pablo, sobre todo por la forma cómo recrimina al ofensor v. 3. Pero observe la capacitad de rectificación de este apóstol, sobre todo cuando se dio cuenta que era el sumo sacerdote v. 5. ¿Cómo actuaría usted en ese momento? ¿Qué tan rápido rectifica usted frente a una ofensa cometida? Al final Pablo sabía que lo que él dijo (v. 3), Dios se encargaría de hacer justicia. En la caída de Jerusalén, el año 70 d C, Ananías fue asesinado. No se desanime si sufre injustamente, Dios no pasa por alto ni olvida las ofensas a sus hijos.

III. DIOS  SE ACERCA PARA DARLE ÁNIMO CUANDO VE QUE USTED ES UN VALIENTE CONFESANDO SU NOMBRE 

1. Predicando sobre la resurrección v. 6. 

Hay un mensaje que siempre producirá reacción entre la gente y ese es el de la resurrección. Para algunos es más fácil creer en la reencarnación que en la resurrección, sobre todo la que ha sido anunciada y dejada por Cristo. Como Pablo era un maestro en el dominio de todos los escenarios, después que fue golpeado se percató quiénes eran sus oyentes, y con una audacia muy propia de su formación, produjo una división entre los presentes, aprovechando que allí estaban los fariseos, sus antiguos colegas. Así que Pablo, sabiendo las diferencias entre los fariseos y los saduceos, pues mientras los fariseos creían en la resurrección y en la vida futura, los saduceos rechazaban  estas creencias, aprovechó el momento para dividirlos. El resultado fue un reconocimiento a su favor, pues los escribas tuvieron que decir: “Ningún mal hallamos en este hombre…” v. 9. ¡Qué veredicto para alguien que se llame cristiano! Cuando tenemos el coraje y la valentía de hablar de la esperanza de la resurrección de Jesús, sin avergonzarnos, ese  mensaje causará división, pero al final escucharemos las mismas palabras que le dijo el Señor a Pablo: “Ten ánimo…”. Que ninguno de nosotros padezca por hacer el mal, pero si lo hacemos por predicar a Cristo, el Señor nos alentará a seguir adelante.

2. Aprovechando el momento v. 6. 

Ya hemos hablado de la crueldad y el acto ilegal de este sumo sacerdote de golpear a Pablo  cuando comenzó a hablar. El verbo  “golpear” que se utiliza acá es el mismo  que Lucas describe cuando  Pablo  fue atacado por una turba según Hechos 21:23, y también es el mismo verbo que se usa para los golpes que le dieron los solados a Jesús (Mt. 27:30). Por lo tanto aquello  no fue una simple bofetada, sino un embate encarnecido. El asunto es que un golpe de ese tipo era humillante, capaz de producir el más grande desánimo y salir de aquel lugar resentido. ¿Cómo habría reaccionado usted ante un golpe así? ¿Le darían ganas de seguir hablando? Pero Pablo, como alguien que no quiere ni perder tiempo ni pasar por alto el momento, se reviste de un gran coraje y valentía, y alzando su voz  para que supieran que nadie le hacía callar, predicó en el concilio, el lugar más emblemático para hablar de Cristo. Simplemente aprovechó el momento. Esta es la acción que más cuenta con el  respaldo del cielo. Quiero decir que la valentía, y no la cobardía para hablar del Señor sin avergonzarse de su nombre, tiene el más completo respaldo de su presencia. ¿Se ha preguntado por qué fue en la Gran Comisión que el Señor les dijo a sus discípulos que estaría con ellos todos los días hasta el fin del mundo? Porque es el trabajo que más demanda su protección y el traerá sus recompensa.

IV. DIOS SE ACERCA PARA DARTE ÁNIMO CUANDO PERCIBE LOS PELIGROS QUE PUEDEN ARRUINAR SUS PLANES

1. Salvado por el  “tribuno” v. 10. 

Pablo es un caso insólito en la Biblia y especialmente en la historia de la iglesia del primer siglo. Donde se hace presente hay conflicto, división, movimiento, soldados, peligro, amenazas, celos, golpes, azotes y un sinfín de resultados impredecibles. Ningún otro hombre despertó tantas pasiones y encendió la ira de sus adversarios como él. Fue el hombre muy  amado por sus discípulos, pero extremadamente odiado por su propio pueblo. Este  pasaje nos muestra a un Pablo  más seguro en la cárcel  que fuera de ella. El peligro, pues, era inminente. Pero es aquí donde interviene el Señor. Pablo pudo ser “despedazado”, pero la pronta intervención de Dios a través del tribuno, logró su escape. Hemos dicho que Dios se vale de todos los medios para lograr sus fines. Me llama la atención, por ejemplo, que él usó algunos animales para hablar, disciplinar y alimentar a sus siervos. Así tenemos que una asna le habló a un profeta irreverente (Nm. 22:28). Unos cuervos alimentaron a un profeta hambriento (1 Re. 17:6) Y un pez disciplinó a un profeta desobediente (Jonás 1:17). Así, pues, no es extraño que ahora use a un importante oficial romano para que salve a su apóstol. Dios conoce el peligro que nos acedia  y estará allí para liberarnos. ¡Anímese hermano!

2. Salvado por el sobrino  v. 12, 16. 

¿Se ha preguntado por qué  Dios no envió un ángel para destruir a los cuarenta hombres que se habían juramentado hasta dar muerte a Pablo? o ¿por qué Dios usó a un muchacho? Bueno, por lo mismo que hemos dicho. Dios es soberano y demuestra que no se le escapa nada al momento de defender y alentar a sus hijos. Muchas cosas se han dicho de la aparición de este sobrino de Pablo, pero el asunto es que vino justo cuando más lo necesitaba. Y  esto es el corazón de este mensaje. Cuarenta hombres se habían hecho un juramento que incluía el ser  “anatemas” o  malditos, hasta que  dieran muerte a este hombre (v. 13). ¿No era esto una exageración así, como el plan que tramaron  contra un inofensivo apóstol? Pero Dios puso al sobrino de Pablo en el momento cuando él estaba en el mayor peligro. Con esto quedó comprobado que hasta ahora nadie  ha estropeado el plan de salvación que Dios ha diseñó para que se predique su evangelio. Los hombres de Dios mueren cuando él quiere, no cuando otros lo planifiquen. Cuando Dios se acerca y nos dice: “Ten ánimo…”,  es porque sabe que nada ni nadie podrá arruinar nuestras vidas, ni el propósito que el Señor tiene con ellas.

CONCLUSIÓN:

Justo cuando  más necesitó del Señor, Pablo  contó con él v11. Lo primero que el Señor hizo fue venir personalmente. No envió a uno de sus mejores ángeles,  sino que vino en persona. Vea que vino de noche, eso significa cuando la prueba era más adversa. Él no vino para cuestionarlo por no haber hecho caso a las advertencias de ir  a Jerusalén, sino para animarlo a seguir adelante. Estas fueron sus palabras: “…como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma”. Amados hermanos, cuando nos comprometemos con el Señor, él se compromete con nosotros: “Nunca te desampararé, ni te dejaré” (He. 13:5,6), nos dice la bendita promesa.

¿Qué le desamina ahora?  ¿Hay alguna prueba que lo ha llevado a sentirse preso y se encuentra en el más fuerte sufrimiento? Saque el coraje que hay en usted, pues así como ha sido fiel hasta ahora, la meta es serlo hasta la muerte.  La promesa es que el Cristo que nos da la victoria hoy,  nos las dará en el futuro.   Amén.

Deja un comentario