La Navidad según Génesis 3:15

 B. El bebé vendría como un ganador.

Hay una diferencia entre “herir en el calcañar” y la herida en la cabeza que recibiría la serpiente. Lo primero sería una lesión temporal, mientras que en la cabeza, la herida sería fatal y eterna.

La palabra “herida” tiene la idea de “aplastamiento”. Así que mientras la serpiente podía golpear el talón de toda la humanidad, a la que había engañado, el redentor aplastaría la cabeza de la serpiente con una  herida mortal. La cruz se encargó de propinar esa herida.

El Señor Jesucristo sufrió la muerte por todos los que en Adán habían pecado, pero la muerte no pudo retenerlo.  En la mañana del tercer día resucitó de entre los muertos como el más grande vencedor en una  batalla jamás antes librada. Al morir y  resucitar, no solo hirió mortalmente en la cabeza a la “serpiente antigua”, sino que   le condenó a la más densa y  eterna oscuridad  en el lago de fuego, junto a sus demonios  (Apocalipsis 20:10).

¿Qué pasó finalmente en esta batalla? El “príncipe de la vida” entró en el campo de batalla con el “príncipe de la muerte”. Cuando la batalla había terminado, el “príncipe de la vida” emergió como el  único vencedor. Ahora, todos los que le hemos conocido disfrutamos de su victoria y  compartimos el botín de su conquista. Al levantarse de los muertos venció todos los poderes y potestades y ahora concede vida eterna a todos los que le  reciben por  fe (Juan 5:24; 11:25-26).

 III. LO TERCERO QUE NOS PRESENTA EL TEXTO ES UNA FOTOGRAFÍA REDENTORA  DEL BEBÉ  PROMETIDO

Nota: Después  que Dios pronunciara el juicio a los culpables, hizo algo digno de su carácter. Dios mismo mata a un animal, seguramente una oveja,  y utiliza su piel para hacer vestidos para Adán y Eva. Esta  es una figura única de la muerte del  Cordero que vendría de parte de Dios.

 1. Tenemos una fotografía de su sacrificio (vers. 21)

Entremos acá en la imaginación. Veamos el corazón aterrado de Adán y Eva al ser testigos de la muerte por primera vez. Nunca habían visto un derramamiento de sangre. Ahora pueden ver  como Dios, con sus propias manos, mata a un animal para  cubrir sus cuerpos desnudos.

La pena tuvo que ser muy grande para ambos al ver  ahora el costo de su gran pecado. Por primera vez supieron que la  paga del pecado es muerte (Génesis 2:17; Romanos 6:23). Lo que vemos en este versículo es un retrato claro de lo haría después  del Cordero que Dios enviaría por nosotros. 

De acuerdo a la palabra, él sería el cordero sin mancha para el perdón de pecado (1 Pedro 2:22).  Él vino a este mundo para tener el “calcañar herido” de modo que después pudiera aplastar la cabeza de la serpiente.

Siga con su imaginación hacia el Calvario. Vea al  Cordero de Dios clavado en una cruz. Vea sus torturadores maltratando  y  escupiendo su rostro. Véalos como arrancan la barba de sus mejillas, pues hasta allá llegada la ignominia.

Escuche el sonido del látigo  cruel golpeando una y otra vez  su espalda. Siéntalo en su  agonía mientras queda guindando entre cielo y tierra a través de los clavos que perforaron su santo cuerpo. Mire finalmente  como la sangre brota de su cabeza, de sus manos y de pies heridos. Mire como Dios mata al cordero con sus manos y como  su sangre es derrama a través del madero de la cruz. Esa es la real fotografía del Edén.

 2. Tenemos una fotografía  de suficiencia.

Después que Adán y Eva pecaron  se dieron cuenta de su desnudez. Acto seguido intentaron cubrirse al hacer delantales de hojas de higuera. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes, así que Dios tuvo que matar un animal inocente para cubrir  sus cuerpos desnudos.

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