B. El bebé vendría como un ganador.
Hay una diferencia entre “herir en el calcañar” y la herida en la cabeza que recibiría la serpiente. Lo primero sería una lesión temporal, mientras que en la cabeza, la herida sería fatal y eterna.
La palabra “herida” tiene la idea de “aplastamiento”. Así que mientras la serpiente podía golpear el talón de toda la humanidad, a la que había engañado, el redentor aplastaría la cabeza de la serpiente con una herida mortal. La cruz se encargó de propinar esa herida.
El Señor Jesucristo sufrió la muerte por todos los que en Adán habían pecado, pero la muerte no pudo retenerlo. En la mañana del tercer día resucitó de entre los muertos como el más grande vencedor en una batalla jamás antes librada. Al morir y resucitar, no solo hirió mortalmente en la cabeza a la “serpiente antigua”, sino que le condenó a la más densa y eterna oscuridad en el lago de fuego, junto a sus demonios (Apocalipsis 20:10).
¿Qué pasó finalmente en esta batalla? El “príncipe de la vida” entró en el campo de batalla con el “príncipe de la muerte”. Cuando la batalla había terminado, el “príncipe de la vida” emergió como el único vencedor. Ahora, todos los que le hemos conocido disfrutamos de su victoria y compartimos el botín de su conquista. Al levantarse de los muertos venció todos los poderes y potestades y ahora concede vida eterna a todos los que le reciben por fe (Juan 5:24; 11:25-26).
III. LO TERCERO QUE NOS PRESENTA EL TEXTO ES UNA FOTOGRAFÍA REDENTORA DEL BEBÉ PROMETIDO
Nota: Después que Dios pronunciara el juicio a los culpables, hizo algo digno de su carácter. Dios mismo mata a un animal, seguramente una oveja, y utiliza su piel para hacer vestidos para Adán y Eva. Esta es una figura única de la muerte del Cordero que vendría de parte de Dios.
1. Tenemos una fotografía de su sacrificio (vers. 21)
Entremos acá en la imaginación. Veamos el corazón aterrado de Adán y Eva al ser testigos de la muerte por primera vez. Nunca habían visto un derramamiento de sangre. Ahora pueden ver como Dios, con sus propias manos, mata a un animal para cubrir sus cuerpos desnudos.
La pena tuvo que ser muy grande para ambos al ver ahora el costo de su gran pecado. Por primera vez supieron que la paga del pecado es muerte (Génesis 2:17; Romanos 6:23). Lo que vemos en este versículo es un retrato claro de lo haría después del Cordero que Dios enviaría por nosotros.
De acuerdo a la palabra, él sería el cordero sin mancha para el perdón de pecado (1 Pedro 2:22). Él vino a este mundo para tener el “calcañar herido” de modo que después pudiera aplastar la cabeza de la serpiente.
Siga con su imaginación hacia el Calvario. Vea al Cordero de Dios clavado en una cruz. Vea sus torturadores maltratando y escupiendo su rostro. Véalos como arrancan la barba de sus mejillas, pues hasta allá llegada la ignominia.
Escuche el sonido del látigo cruel golpeando una y otra vez su espalda. Siéntalo en su agonía mientras queda guindando entre cielo y tierra a través de los clavos que perforaron su santo cuerpo. Mire finalmente como la sangre brota de su cabeza, de sus manos y de pies heridos. Mire como Dios mata al cordero con sus manos y como su sangre es derrama a través del madero de la cruz. Esa es la real fotografía del Edén.
2. Tenemos una fotografía de suficiencia.
Después que Adán y Eva pecaron se dieron cuenta de su desnudez. Acto seguido intentaron cubrirse al hacer delantales de hojas de higuera. Sin embargo, sus esfuerzos no fueron suficientes, así que Dios tuvo que matar un animal inocente para cubrir sus cuerpos desnudos.