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Invasión Inminente

En el día de hoy me gustaría comenzar con un poco de humor. Resulta ser que un predicador le vendió un caballo a un amigo, y le dijo que el caballo estaba muy bien entrenado. El predicador le dijo que él había entrenado al caballo a que andará cuando escuchaba “Gloria a Dios”, y que se detuviera cuando escuchaba “Amen.” Entonces este hombre se monto en el caballo y dijo “Gloria a Dios”, al oír esto el caballo comenzó a correr como un cohete. Asustado y atemorizado de la velocidad que llevaba, al hombre se le olvido las instrucciones y comenzó a gritar: “!Wo, Wo!” Pero el caballo mas corría. El problema estaba en que corría acercándose mas con cada paso a un precipicio. Estando ya casi al borde del precipicio, el hombre se acordó de las instrucciones del predicador y grito a toda voz “!Amen!” y el caballo paro en seco a solo pulgadas del borde de la colina. Según miraba este hombre el gran abismo del cual se había salvado, limpio el sudor de su frente y clamo con gran voz “!Gloria a Dios!”

Creo que en muchas ocasiones nosotros pasamos a ser tal como este hombre que compro este caballo. En muchas ocasiones aunque hemos recibido instrucciones especificas, aunque hemos escuchado Palabra de Dios, en momentos determinados se nos olvidan las cosas y tal como este hombre, nos atemorizamos y nos olvidamos de las cosas que hemos aprendido y escuchado. Hoy quiero que analicemos un ejemplo de cómo debemos actuar cuando somos confrontados con situaciones difíciles. Dos armas poderosas a nuestro alcance cual son la alabanza y oración. En el día de hoy estaremos usando 2 de Crónicas 20:1-24. Porque la lectura es extensa no la leeré completa, sino la analizaremos en porciones más pequeñas.

2 Crónicas 20:1-2 – Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. 2 Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi.

Lo primero que podemos ver aquí es que Josafat estaba en gran problema a causa de esta invasión que le venia del exterior. Esto fue algo que cogió a Josafat completamente desprevenido porque en tiempos atrás, las naciones a su alrededor le temían (2 Crónicas 17:10). Los estudios biblicos nos ilustran que lo que le paso a Josafat en ese entonces no es muy diferente a las cosas que nos suceden a nosotros hoy en día. Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado tanto a las bendiciones de Dios, que cuando somos atacados nos sorprendemos. Cuando somos atacados no reaccionamos como debemos reaccionar. Reaccionamos tratando de resolver la situación o problema por nuestras propias fuerzas. Como les ilustre con el chiste en esta mañana, muy a menudo a nosotros nos pasa tal como al hombre con el caballo; se nos olvidan las cosas cuando somos sorprendidos por un ataque, recapacitamos momentáneamente, pero tarde o temprano se nos vuelve a olvidar lo que Dios has hecho por nosotros y seguimos nuestros caminos. Reaccionamos a las cosas no poniendo a Dios primer lugar, sino quizás en segundo o tercer lugar. Pero este no fue el caso de Josafat, ¿cómo reacciono él? La Palabra nos dice:

2 Crónicas 20:3-4 Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. 4Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová.

Fíjense bien que la preocupación principal aquí de Josafat no fue la de preparar a su ejercito. Aquí no nos dice que salió a reunirse con sus generales y capitanes, aquí no encontramos que él fue a revisar sus tropas. Lo primero que hizo Josafat fue “consultar a Jehová.” Lo primero que Josafat hizo fue orar y pedir el favor de Dios. Esto es algo que muchos de nosotros fallamos de hacer, y después nos quejamos de que Dios no nos escucha. Les digo esto porque en numerosas ocasiones al vernos confrontados con situaciones difíciles, ya sean en el trabajo o en el hogar, en vez de primeramente consultar a Dios, pues tratamos de resolver y combatir las cosas por nuestras propias fuerzas.

Josafat aquí no trato de preparar a su ejercito para montar una defensa, él no acudió a sus generales para que planearan un ataque, él acudió a Dios. La Palabra nos dice que él “hizo pregonar ayuno a todo Judá,” la Palabra nos dice que él convoco a todas las ciudades en su reino para que se uniesen en oración. Él señalo un día de ayuno y oración, a fin de confesar unidos sus pecados y pedir “socorro a Jehová.” Pensemos en esto por unos momentos.

¿Que significa la oración? La oración de Josafat (2 Crónicas 20:5-12) no fue una oración cualquiera, no fue una oración apresurada, sino que fue una oración que reconoció el dominio soberano de la divina providencia y da a Dios toda la gloria por ello, y toma ánimo con este pensamiento “¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?” Fue una oración que se apoyo en el pacto de Dios con Su pueblo: “Jehová Dios de nuestros padres.” Fue una oración reconociendo que no existía nadie en quien ellos pudiesen confiar “Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?” Fue una oración que demostraba una total dependencia de Dios, Su poder, y Su gloria “¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.”

Aunque Josafat disponía de un gran ejercito (2 Crónicas 17:14-18) él acudió al Padre en oración. La oración demuestra una total confianza en Dios cuando nos humillamos ante Él, cuando le pedimos que nos guíe diciendo: Padre te necesito, no lo puedo hacer solo. No existe ningún substituto para la oración, particularmente cuando nos encontramos en situaciones difíciles. Ayuno y oración por el pueblo de Dios es la única arma que podemos usar contra los poderes de las tinieblas. Sé que les he dicho esto en otras ocasiones, sé que todos saben que la oración es un arma eficaz y cortante, pero les pregunto: ¿cuándo fue la ultima vez que una familia se unió en ayuno y oración pidiéndole socorro a Dios? No es necesario que me contesten, esa pregunta es solo un punto para reflexionar. Estar a solas con Dios es una prioridad; a pesar de que el ministerio de Jesús era grande él siempre encontró tiempo para estar a solas con el Padre (Juan 17:1-2; Juan 12:27-28; Mateo 14:23; Lucas 6:12; Lucas 9:28-29; Lucas 18:1).

Quiero dirigirme a todas las cabezas de familia aquí en este día y a todos los que reciben estas predicas por el Internet. Tenemos mucho que aprender de Josafat, tenemos que aprender que no podemos confiar en nuestras propias fuerzas, no podemos permitir que nuestro orgullo o ego nos impidan pedirle ayuda a nuestro Padre celestial. Como cabezas de familia tenemos que tomar esta responsabilidad en serio, el ser la cabeza de la familia no es solo el trabajar y darles a nuestras familias las mejores vidas que podamos. Como cabezas de familias nosotros tenemos que dar el ejemplo, tenemos que combatir las fuerzas del enemigo que nos atacan a diario.

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