Invasión Inminente

Pastor José R. Hernández

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Predicas Cristianas - Invasión Inminente

Invasión Inminente

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Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: Invasión Inminente

Lectura Bíblica: 2 de Crónicas 20:1-24

Introducción

En el día de hoy me gustaría comenzar con un poco de humor. Resulta ser que un predicador le vendió un caballo a un amigo, y le dijo que el caballo estaba muy bien entrenado. El predicador le dijo que él había entrenado al caballo a que andará cuando escuchaba “Gloria a Dios”, y que se detuviera cuando escuchaba “Amen.”

Entonces este hombre se monto en el caballo y dijo “Gloria a Dios”, al oír esto el caballo comenzó a correr como un cohete. Asustado y atemorizado de la velocidad que llevaba, al hombre se le olvido las instrucciones y comenzó a gritar: “!Wo, Wo!” Pero el caballo mas corría. El problema estaba en que corría acercándose mas con cada paso a un precipicio.

Estando ya casi al borde del precipicio, el hombre se acordó de las instrucciones del predicador y grito a toda voz “!Amen!” y el caballo paro en seco a solo pulgadas del borde de la colina. Según miraba este hombre el gran abismo del cual se había salvado, limpio el sudor de su frente y clamo con gran voz “!Gloria a Dios!”

Creo que en muchas ocasiones nosotros pasamos a ser tal como este hombre que compro este caballo. En muchas ocasiones aunque hemos recibido instrucciones especificas, aunque hemos escuchado Palabra de Dios, en momentos determinados se nos olvidan las cosas y tal como este hombre, nos atemorizamos y nos olvidamos de las cosas que hemos aprendido y escuchado.

Hoy quiero que analicemos un ejemplo de cómo debemos actuar cuando somos confrontados con situaciones difíciles. Dos armas poderosas a nuestro alcance cual son la alabanza y oración. En el día de hoy estaremos usando 2 de Crónicas 20:1-24. Porque la lectura es extensa no la leeré completa, sino la analizaremos en porciones más pequeñas.

Josafat estaba en gran problema

verss.1-2Pasadas estas cosas, aconteció que los hijos de Moab y de Amón, y con ellos otros de los amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra. 2 Y acudieron algunos y dieron aviso a Josafat, diciendo: Contra ti viene una gran multitud del otro lado del mar, y de Siria; y he aquí están en Hazezon-tamar, que es En-gadi.

Lo primero que podemos ver aquí es que Josafat estaba en gran problema a causa de esta invasión que le venia del exterior. Esto fue algo que cogió a Josafat completamente desprevenido porque en tiempos atrás, las naciones a su alrededor le temían (vers. 10).

Los estudios bíblicos nos ilustran que lo que le paso a Josafat en ese entonces no es muy diferente a las cosas que nos suceden a nosotros hoy en día. Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado tanto a las bendiciones de Dios, que cuando somos atacados nos sorprendemos. Cuando somos atacados no reaccionamos como debemos reaccionar.

Reaccionamos tratando de resolver la situación o problema por nuestras propias fuerzas. Como les ilustre con el chiste en esta mañana, muy a menudo a nosotros nos pasa tal como al hombre con el caballo; se nos olvidan las cosas cuando somos sorprendidos por un ataque, recapacitamos momentáneamente, pero tarde o temprano se nos vuelve a olvidar lo que Dios has hecho por nosotros y seguimos nuestros caminos. Reaccionamos a las cosas no poniendo a Dios primer lugar, sino quizás en segundo o tercer lugar. Pero este no fue el caso de Josafat, ¿cómo reacciono él?

La Palabra nos dice:

Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. 4Y se reunieron los de Judá para pedir socorro a Jehová; y también de todas las ciudades de Judá vinieron a pedir ayuda a Jehová. (verss. 3-4)

Fíjense bien que la preocupación principal aquí de Josafat no fue la de preparar a su ejercito. Aquí no nos dice que salió a reunirse con sus generales y capitanes, aquí no encontramos que él fue a revisar sus tropas. Lo primero que hizo Josafat fue “consultar a Jehová.”

Lo primero que Josafat hizo fue orar y pedir el favor de Dios. Esto es algo que muchos de nosotros fallamos de hacer, y después nos quejamos de que Dios no nos escucha. Les digo esto porque en numerosas ocasiones al vernos confrontados con situaciones difíciles, ya sean en el trabajo o en el hogar, en vez de primeramente consultar a Dios, pues tratamos de resolver y combatir las cosas por nuestras propias fuerzas.

Josafat aquí no trato de preparar a su ejercito para montar una defensa, él no acudió a sus generales para que planearan un ataque, él acudió a Dios. La Palabra nos dice que él “hizo pregonar ayuno a todo Judá,” la Palabra nos dice que él convoco a todas las ciudades en su reino para que se uniesen en oración. Él señalo un día de ayuno y oración, a fin de confesar unidos sus pecados y pedir “socorro a Jehová.” Pensemos en esto por unos momentos.

La oración de Josafat (verss. 5-12)

¿Que significa la oración? La oración de Josafat no fue una oración cualquiera, no fue una oración apresurada, sino que fue una oración que reconoció el dominio soberano de la divina providencia y da a Dios toda la gloria por ello, y toma ánimo con este pensamiento “¿no eres tú Dios en los cielos, y tienes dominio sobre todos los reinos de las naciones? ¿No está en tu mano tal fuerza y poder, que no hay quien te resista?”

Fue una oración que se apoyo en el pacto de Dios con Su pueblo: “Jehová Dios de nuestros padres.” Fue una oración reconociendo que no existía nadie en quien ellos pudiesen confiar “Dios nuestro, ¿no echaste tú los moradores de esta tierra delante de tu pueblo Israel, y la diste a la descendencia de Abraham tu amigo para siempre?” Fue una oración que demostraba una total dependencia de Dios, Su poder, y Su gloria “¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer, y a ti volvemos nuestros ojos.”

Aunque Josafat disponía de un gran ejercito (verss.14-18) él acudió al Padre en oración. La oración demuestra una total confianza en Dios cuando nos humillamos ante Él, cuando le pedimos que nos guíe diciendo: Padre te necesito, no lo puedo hacer solo.

No existe ningún substituto para la oración, particularmente cuando nos encontramos en situaciones difíciles. Ayuno y oración por el pueblo de Dios es la única arma que podemos usar contra los poderes de las tinieblas. Sé que les he dicho esto en otras ocasiones, sé que todos saben que la oración es un arma eficaz y cortante, pero les pregunto: ¿cuándo fue la ultima vez que una familia se unió en ayuno y oración pidiéndole socorro a Dios?

No es necesario que me contesten, esa pregunta es solo un punto para reflexionar. Estar a solas con Dios es una prioridad; a pesar de que el ministerio de Jesús era grande él siempre encontró tiempo para estar a solas con el Padre (Juan 17:1-2; Juan 12:27-28; Mateo 14:23; Lucas 6:12; 9:28-29; 18:1).

Quiero dirigirme a todas las cabezas de familia aquí en este día y a todos los que reciben estas predicas por el Internet. Tenemos mucho que aprender de Josafat, tenemos que aprender que no podemos confiar en nuestras propias fuerzas, no podemos permitir que nuestro orgullo o ego nos impidan pedirle ayuda a nuestro Padre celestial.

Como cabezas de familia tenemos que tomar esta responsabilidad en serio, el ser la cabeza de la familia no es solo el trabajar y darles a nuestras familias las mejores vidas que podamos. Como cabezas de familias nosotros tenemos que dar el ejemplo, tenemos que combatir las fuerzas del enemigo que nos atacan a diario.

Tenemos que hacer tal como hizo Josafat, reunir a nuestros hijos, hijas esposos o esposas y unirnos en oración. Muchos pensaran que esto no es nada fácil, ya que muchos tenemos diferentes labores y horarios opuestos a nuestras familias, que muchos tenemos agendas complicadas y llenas. Pero estoy seguro que el pueblo de Judá también tenía agendas complicadas, tenía labores diarias, tenía responsabilidades que cumplir.

Pero nada de esto los detuvo, ellos se unieron en ayuno y oración. Ellos se dieron cuenta que solo Dios los podía salvar de esta situación que ahora enfrentaban (vers. 12). Nosotros tenemos que seguir este ejemplo, tenemos que darnos cuenta que las malas situaciones que se presentan en nuestros hogares no son nada mas que una invasión del enemigo que quiere destruir la paz que Dios nos ha dado (Juan 14:27; Juan 16:33). Tenemos que darnos cuenta que por mucho que hagamos y planeemos, si no le pedimos a Dios que nos entregue la victoria, pues el enemigo persistirá, y en algunos casos triunfara.

¿Qué sucedió en el caso de Josafat?

Y estaba allí Jahaziel hijo de Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita de los hijos de Asaf, sobre el cual vino el Espíritu de Jehová en medio de la reunión; 15 y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16 Mañana descenderéis contra ellos; he aquí que ellos subirán por la cuesta de Sis, y los hallaréis junto al arroyo, antes del desierto de Jeruel. 17 No habrá para qué peleéis vosotros en este caso; paraos, estad quietos, y ved la salvación de Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, porque Jehová estará con vosotros. 18 Entonces Josafat se inclinó rostro a tierra, y asimismo todo Judá y los moradores de Jerusalén se postraron delante de Jehová, y adoraron a Jehová. 19 Y se levantaron los levitas de los hijos de Coat y de los hijos de Coré, para alabar a Jehová el Dios de Israel con fuerte y alta voz. (verss. 14-19)

Ellos recibieron una respuesta inmediata, Dios no les dejo partir de ese lugar preocupados o angustiados, ellos recibieron la seguridad de que saldrían victoriosos. Dios les animo a confiar cuando les dijo por medio del profeta “porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” En ese momento Dios les quito toda preocupación, Dios les libero de toda angustia. Dios quiere hacer lo mismo con nosotros.

Pero tenemos que confiar en Él, tenemos que unirnos en oración, tenemos que reprender las fuerzas del enemigo que tratan de destruir lo que Dios nos ha dado. Cuando nos unimos en oración, cuando llegamos ante su presencia humillados reconociendo que solo Él nos puede ayudar, Él responderá nuestras oraciones. Él nos quitara esa carga, preocupación o tormento. Él peleara esa batalla cual nosotros sabemos que no podemos ganar solos, Él nos dirá “porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.” Pero para poder obtener esta respuesta, primero tenemos que confiar en Él, tenemos que orar y alabar Su santo nombre. Tenemos que escucharle en todo momento y estar dispuestos a descansar en Él (Mateo 11:28-29).

Josafat y el pueblo de Judá confió y descanso en Dios, y por eso Dios le entrego una victoria total (vers. 30). Josafat tenia 1,600,000 hombres a su disposición, tenia un ejercito grande y poderoso, pero su primera preocupación no fue la de reunir al ejercito. Su primera preocupación fue la le acudir a Dios.

Josafat no se preocupo de cómo debían ellos estar equipados o de que todos estuviesen bien armados para la batalla; Josafat les animo a creer en Jehová su Dios (vers. 20). Asta ahora hemos analizado la oración, pero entonces ¿qué de la segunda arma? ¿Qué de la alabanza? Sé que quizás algunos hayan pensando que se me olvido mencionar la segunda arma, pero no fue así.

Prestemos mucha atención a lo próximo que aconteció.

Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. 22 Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros. 23 Porque los hijos de Amón y Moab se levantaron contra los del monte de Seir para matarlos y destruirlos; y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó a la destrucción de su compañero. 24 Y luego que vino Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues ninguno había escapado. (verss. 21-24)

¿Se han dado cuenta de lo que sucedió aquí? La alabanza saldría en vanguardia (Salmos 95:1-2; Salmos 96:1-2; Salmos 150), Josafat no mando a los soldados mas armados al frente, el mando a los cantores que cantasen alabanza a Dios. No fue la caballería quien dirigió la carga al combate, fueron los cantores con alabanza a Dios. Con esta extraña táctica de combate lo que Josafat estaba declarando es que él estaba completamente confiado en la Palabra de Dios.

Fíjense bien lo que les voy a decir, la oración de Josafat llego a los oídos de Dios, la oración de Josafat comenzó el proceso, pero fue a través de la alabanza que Dios les libero. El enemigo aun siendo innumerable, cayo derrotado, no a filo de espada de hombre o de ángel, ni con tempestad de fuego y granizo, sino por la intervención de Dios.

Tan pronto el pueblo de Judá comenzó su obra de alabanzas, Dios comenzó su obra de liberación. Ellos no tuvieron que hacer nada, Dios lo hizo todo por ellos. La Palabra nos dice “ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros.”

Para concluir.

Cuando el enemigo avanzo en Judá, Dios hablo por medio de Jahaziel. Dios le dijo a ese pueblo que no temiese, que no se preocuparan porque la batalla se era de Él. Quizás nosotros no estemos luchando contra un ejercito, pero todos los días luchamos con la tentación, la presión y huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12) que quieren que nos rebelemos contra Dios.

Debemos recordar que como creyentes, tenemos el Espíritu de Dios en nosotros. Si pedimos la ayuda de Dios cuando nos enfrentamos a lucha Dios peleara por nosotros, y ¡Dios siempre triunfa! ¿Cómo podemos dejar que Dios pelee por nosotros?

Lo hacemos al darnos cuenta que la lucha no es nuestra sino de Dios; lo hacemos cuando reconocemos las limitaciones humanas y al permitir que la fortaleza trabaje a través de nuestros temores y debilidades; lo hacemos al asegurarnos que buscamos los intereses de Dios y no nuestros deseos egoístas; lo hacemos al pedir la ayuda de Dios en nuestras batallas diarias. La oración de Josafat tenia cinco ingredientes esenciales.

1. Le entrego la situación a Dios
2. Busco el favor de Dios
3. Reconoció la soberanía de Dios
4. Alaba la gloria de Dios
5. Profeso una dependencia completa de Dios

Sigamos el ejemplo de Josafat para que en momentos difíciles también escuchemos “porque no es vuestra la guerra, sino de Dios.”

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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José R. Hernández
Autor

Pastor José R. Hernández

José R. Hernández; educación cristiana: Maestría en Teología. El Pastor Hernández y su esposa son ciudadanos de los Estados Unidos de América.

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