Hombres y mujeres que marcan la diferencia

Fernando Alexis Jiménez

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Hombres y mujeres que marcan la diferencia

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Este principio lo resaltó el Maestro cuando dijo: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.” (Mateo 5:16, Nueva Versión Internacional)

El segundo es que si nuestras actitudes no son distintas que otrora, no ha habido cambio y por ende, no estamos marcando la diferencia. Somos productos iguales con distinto rótulo.

Predica Cristiana – ¿Qué influye en su vida?

Todo alrededor nuestro ejerce una poderosa influencia en nuestro ser si se lo permitimos. Si nos alimentamos de la maldad del mundo, cultivaremos maldad en el corazón, y por supuesto, obraremos maldad. Fe ahí la necesidad de poner un filtro a la información que recibimos y procesamos en la mente.

El axioma es sencillo: obramos de acuerdo con lo que pensamos, y pensamos de acuerdo a la información que añadimos en el corazón. El rey David lo expresó de manera práctica cuando escribió: “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores…”(Salmo 1:1 a, Nueva Versión Internacional)

Una sociedad como la nuestra, gobernada por el pecado, legítima lo pecaminoso. Le parece normal. Esa realidad determina el que desarrollamos dos elementos claves en nuestra existencia: el sentido de justicia y el principio de la rectitud.

El primero nos ayuda a poner en una balanza todo cuanto concebimos u obramos, y el segundo, nos permite caminar en consonancia con lo que Dios espera de nosotros.

En conjunto, los dos nos ayudan a no movernos en la dirección que el resto de las personas en camino al caos personal y social. En otras palabras, es comenzar a marcar la diferencia. Dejar de ser productos iguales con rótulos diferentes.

Predica Cristiana – “Dime con quien andas… y…”

Además de los regaños por mi hiperactividad, a mi abuela Mélida le debo buena parte de las enseñanzas que han resultado valiosas en mi cotidianidad. Una de ellas es un refrán muy popular en Latinoamérica: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.

El rey David lo expresó en otros términos que tienen profundo significado: “…ni cultiva la amistad de los blasfemos…” (Salmo 1:1 b)

Las amistades hay que evaluarlas cuidadosamente. Si alguien me insta e incluso, genera condiciones propicias para que usted y yo obremos maldad, no lo podemos considerar una amistad apropiada y verdadera.

Es el tipo de personas a quienes—sin cortar de plano la posibilidad de hablar—debemos distanciar. Aunque parezca demasiado radical, es la actitud que ayuda en estos casos.

Tomemos el caso de Jorge Alberto, un hombre convertido a Jesucristo pasados los cuarenta años. Su esposa llevaba mucho tiempo orando por él. Sumamente difícil: era borracho, mujeriego, con ínfulas de ateo y un complejo de superioridad que le acompañaba como una sombra, sin dejarlo actuar equilibradamente. Cuando volvió la mirada a Dios, experimentó un cambio altamente positivo.

Justo cuando iba avanzando en el crecimiento personal y espiritual, sus amigos de ottrora lo invitaron –una y otra vez—a irse de farra. Él los oía de buena gana. Pese a ello, los frecuentaba.

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Fernando Alexis Jiménez
Autor

Fernando Alexis Jiménez

Fernando Alexis Jiménez es pastor en la Misión Edificando Familias Sólidas. Fue ordenado al Ministerio en la Iglesia Alianza Cristiana y Misionera Colombiana.

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