Hombres y mujeres que marcan la diferencia

Finalmente cedió a la tentación y volvió a ser el mismo bebedor de antes. ¡Pudo evitarse una caída espiritual si solo se hubiera apartado a tiempo de quienes, llamándose sus amigos, le presionaban a volver atrás de su andar cristiano. Recuerde: debemos marcar la diferencia.

Asuma nuevos principios de vida

Hace pocos días el computador portátil de casa se echó a perder por un virus. Se perdieron muchas fotografías, apuntes deshilvanados para artículos y escritos futuros. Lo curioso del asunto es que el técnico de sistemas me miró con una amplia sonrisa y dijo: “Nada de qué preocuparse. Es más , el aparato tiene memoria suficiente para incorporarle nuevos programas que le serán sumamente útiles”.

Ese incidente viene a mi mente cuando veo este principio en la Escritura: “… sino que en la *ley del SEÑOR se deleita, y día y noche medita en ella...”(Salmo 1:2). Es esencial incorporar nuevas pautas de pensamiento a nuestra vida, las cuales—fundamentadas en la Biblia—producirán cambios en nuestro ser. Tendremos una afectación positiva. Pensaremos y actuaremos diferente. Base para el crecimiento personal y espiritual.

Cuando se opera una transformación en nuestro ser, se producen dos cosas: la primera, mejora nuestra intimidad con Dios y las relaciones interpersonales, y la segunda, vienen a nuestra vida bendiciones de lo alto:

Es como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuanto hace prospera!” (Salmo 1:3)

Todos los seres humanos podemos cambiar, no en nuestras fuerzas sino en las de Dios. Con la ayuda del Señor Jesucristo podemos lograrlo. Él nos acompaña durante todo el proceso.

Nos guía y fortalece a cada uno. Pero el paso inicial es recibirlo en nuestro corazón, abrir las puertas a una existencia renovada. Tomados de Su mano, podemos ser hombres y mujeres que marquen la diferencia.

¿Tomó la decisión?

La decisión más importante de todo ser humano es recibir a Jesucristo como Señor y Salvador. Hacerlo es muy sencillo. Incluso ahora mismo, allí donde se encuentra.

Dígale: “Señor Jesucristo, te recibo en el corazón como mi único y suficiente Salvador. Gracias por morir en la cruz por mis pecados y abrirme las puertas a una nueva vida. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”.

Tengo tres sugerencias para usted. La primera, hable cada día con Dios. Eso es orar. Desarrollar intimidad con nuestro Padre celestial.

La segunda, lea la Biblia en donde aprenderá principios dinámicos tomados de la Biblia que le ayudarán en su crecimiento personal y espiritual, y la tercera, comience a congregarse en una iglesia cristiana. ¡Hoy ha comenzado una nueva vida!

© Fernando Alexis Jimenez. Todos los derechos reservados.

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