Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El Último Encuentro
Predica Cristiana Lectura Bíblica de Hoy: 1 Reyes 21:17-2
INTRODUCCIÓN:
Cuando el texto dice: “Entonces vino palabra de Jehová a Elías tisbita…” v. 17, ya habían pasado entre unos seis a siete años desde los acontecimientos del monte de Horeb. Nada sabemos que pasó con el profeta durante ese tiempo.
No sabemos si ocupó esos años en formar a Eliseo como su sucesor; o tal vez se le permitió reposar durante algunos “años sabáticos” después de la experiencia donde deseó hasta la muerte misma. Lo que sí sabemos es que el Señor lo tenía preparado para un último encuentro, pues el juicio de Dios tiene que cumplirse en la vida de la malvada pareja.
Hay una lección para nosotros en todo esto.
No despreciemos los tiempos cuando Dios nos saca de la vista del público y nos encierra consigo mismo. Puede que no sea agradable, pero es un tiempo que Dios ha escogido de manera de moldearnos más perfectamente de modo que seamos más parecidos a la imagen de Su Hijo.
Son tiempos donde el Señor nos fortalece para enfrentar alguna batalla final. ¿Y cuál era la situación que Elías viviría ante de su “arrebatamiento”? Por cuanto él vivió muy cerca del rey de Israel, su misión sería comunicarle a Acab lo que Dios había determinado para él, su esposa y su familia.
El contexto de esta historia nos habla de cómo la maldad de Acab y su mujer Jezabel llegaron a niveles intolerables. El hecho de matar a un inocente hombre como Nabot, simplemente por el capricho del rey de querer tener su viña, llevaría a decir a Dios: “Ya es suficiente”. Así que ahora la sentencia sobre estas dos representaciones del mal, a juzgar por las palabras de este mismo texto (v. 25), está echada. La muerte con la que morirán será espantosa.
Las consecuencias de sus acciones seguirán a su postrimería. Jezabel iba ser comida por los perros. Así que el juicio de Dios sobre tanta maldad ha llegado en boca del profeta que conoció muy bien a esta familia “real”. El encuentro entre un santo varón de Dios y un rey malvado y profano nos muestran las siguientes lecciones. Veamos cuáles son.
I. EN ESTE ÚLTIMO ENCUENTRO VEMOS A DIOS DECLARANDO SU MISIÓN
1. “Levántate, desciende a encontrarte con Acab…” v. 18.
En el ministerio de Elías esta parece ser la comisión que más escuchó de parte de Dios. Él fue llamado para enfrentar a un rey que llevó el estigma de la maldad sobre sus hombros, y eso le hizo vivir con un gran estrés. Así que esta palabra de Dios fue muy consoladora.
A lo mejor Elías había llegado a la conclusión que ya su ministerio había terminado. Es posible que su tarea la concentrara ahora formando a Eliseo como su sustituto. Pero justo cuando él estaría pensando en esto, vino la palabra de Dios para que se levantara y le volviera a ver la cara al malvado rey Acab.
Dios todavía quería que viera su justicia sobre quien hasta ahora había sido el culpable de una tragedia nacional. Al igual que Elías pudiéramos concluir que ya es suficiente, que ya el trabajo en el Señor se acabó.
Pero esos tiempos cuando sentimos que llegó el “reposo del guerrero”, es cuando podemos oír al Señor decirnos: “Levántate, desciende…”. ¿Sabe usted lo que estaría pensando Juan Marcos después que Pablo lo desechó como ayudante? ¿Qué pudo pensar David después de su gran caída con la que ofendió a su Dios? Qué bueno es saber que Dios nos concede una nueva oportunidad.
2 “¿No mataste, y también has despojado?” v. 19b.
En este último encuentro vemos a un Elías con un reproche severo hacia Acab, pues sus manos estaban llenas de sangre. Hasta ahora este hombre ha quebrantado por lo menos cuatro mandamientos de ley divina. Y este crimen hecho con “premeditación y alevosía” no tiene nombre.
Esto adelantó su propia ruina. Curiosamente este codicioso hombre no gozó mucho tiempo de lo que había tomado por la fuerza. Para Elías el hecho de ser comisionado para darle al rey esta mala noticia tuvo que indicarle que Dios estaba en total control de la situación respecto a estos reyes malvados.
La pregunta con la que ahora confronta al rey tiene la intención de despertar su conciencia cauterizada por el pecado de manera que lo confesare, pero también para que escuche bien cuál es la sentencia divina. Ningún pecado queda impune.
Si bien es cierto que la justicia de los hombres es pisoteada y amancillada, no pasa lo mismo con la divina. El crimen del inocente Nabot será juzgado. La ironía de la vida es que mientras unos están contentos con lo que tienen, otros que lo tienen todo, codician y acaparan lo de los demás. Pero el juicio de Dios no se detiene ante esto. Vendrá por seguro
3. En el mismo lugar que tú lo hiciste v. 19c.
Elías dio a conocer la palabra de Dios de una manera precisa. Hay un par de díscolos que necesitan oír el poder de esa palabra y las consecuencias que trae el pecar contra Dios. Una de las tremendas misiones de un profeta es anunciar los acontecimientos que vendrán en el futuro.
Así que si algo sabia Acab era que Elías fue un profeta de Dios. Él supo esto por los años sin lluvia y también lo que hizo en el monte de Horeb. De manera que la noticia de lo que pasará con él, su esposa y su familia se cumpliría como los demás.
Vea la reacción del rey y la de Elías en este último encuentro. Mientras el uno le da un recibiendo como su enemigo, Elías lo califica como alguien que se ha “vendido a hacer lo malo delante de Jehová” v. 20. Dios sabía lo que había hecho Acab.
Sabía del alcance de su vileza. Pero el juicio contra él no se detiene. El pecado finalmente es condenado y juzgado. Y es que nada escapa a la mirada de Dios. Todo lo que hacemos o tomamos para codiciarlo al final la palabra misma nos sentenciará. Él ve todo y lo sabe todo y él se ocupará de los hombres sobre la base de sus pecados. Dios no puede ser burlado v. 21.
II. EN ESTE ÚLTIMO ENCUENTRO VEMOS LA IMPORTANCIA DE ENTREGAR EL MENSAJE DIVINO
1. Aquí vemos el desafío v. 20a.
Después que Elías oyó el llamado de Dios fue directamente a la villa de Nabot donde estaba un intruso disfrutando de una ganancia mal habida. Ya era notorio que entre estos dos hombres no había ningún tipo de amor. Aunque había pasado mucho tiempo sin verse, era obvio que no podía haber relación entre “la luz las tinieblas”, o entre “Cristo y Belial”.
Pero, paradójicamente, Elías llegó a ser el único amigo que Acab tuvo. ¿Cómo se explica esto? Bueno, que Elías hizo todo lo posible para enseñar a este malvado rey la forma correcta de vivir. Pero, ¿quién era el real enemigo de Acab? Si el rey quería encontrar a un enemigo tenía que buscarlo en su propia casa. En efecto, Jezabel era la fuente de sus reales problemas v. 25.
De ninguna manera Elías era su enemigo. Note la pregunta del rey: “¿Me has hallado, enemigo mío?”. No puede ser un enemigo aquel que vive y trae un mensaje de Dios. Esta verdad no ha cambiado. Los hombres que viven en el pecado como parte de sus vidas, al encontrarse con el mensaje que despierta su conciencia, tendrá un rechazo. Los que traemos la palabra del Señor no podemos ser tu enemigo. La palabra de Dios es salvación para tu alma.
2. Aquí vemos una confrontación v. 20b.
El hombre de Dios no es un boxeador. En todo caso, su misión es enfrentar el pecado en su propia dimensión. Acab sabía que sus pecados habían expuesto la ira y el juicio de Dios. Así que frente a la pregunta que daba por sentado que Elías era su enemigo, esta fue la respuesta del profeta: “Te he encontrado, porque te has vendido a hacer lo malo delante de Jehová”.
La confrontación de un profeta contra un rey era normal. Años atrás lo había hecho Natán con el rey David, cuando le dijo: “Tú eres el hombre”.
No sabemos si Acab racionalizó lo que hizo diciendo que la responsable era Jezabel, pero la confrontación que Elías hace expone al malvado rey con su propia culpa. ¿Por qué razón Nabot está muerto? Él está muerto porque Acab era un codicioso.
Nabot ha muerto porque Acab no tenía control sobre su esposa. Nabot ha muerto porque Acab no tenía ningún respeto por la Palabra clara de Dios. Pero sobre todo, Nabot está muerto porque Acab fue vendido al pecado. Cuando se vive en el pecado cualquier maldad será ejecuta. Así que no sirve de nada justificar el pecado. El pecado debe ser confrontado antes que nos destruya permanentemente.
3. Aquí vemos una condenación v. 21-26.
En términos muy precisos, Elías entrega el mensaje del juicio de Dios a Acab. Lo que el rey oyó fue devastador. Vea que Elías dice de una manera inequívoca no sólo lo que le va a pasar al rey, sino también a su familia y a su reino por causa de sus pecados.
Por seguro que este no fue un mensaje muy popular, pero fue el mensaje de parte de Dios que tenía que entregar. Así vemos que la primera parte del mensaje se dirige al rey mismo. Ahora el martillo de Dios golpeará la cabeza del rey Acab y su familia. Pero sobre todo, el martillo de Dios caería con toda intensidad sobre la malvada esposa v. 23.
Las palabras que escuchó Acab tuvieron que penetrarles muy hondamente: “Barreré tu posteridad y destruiré hasta el último varón de la casa de Acab”. Este castigo habla de perpetuidad. He aquí una de las tristes consecuencias cuando dejamos que el pecado forme parte de nuestra vida. La familia sufre mucho por el pecado de los padres. Esta historia nos habla de la paciencia que Dios tiene para los hombres. Pero también que llegará el día cuando ella se agota y luego viene el juicio divino.
III. EN ESTE ÚLTIMO ENCUENTRO DESCUBRIMOS TODAVÍA LA MISERICORDIA DE DIOS
1. “Y sucedió que cuando Acab oyó estas palabras… anduvo humillado” v. 27.
¿Pudo arrepentirse un hombre como Acab? ¿Pudo alcanzarle la misericordia divina? En las anteriores ocasiones cuando Acab tuvo encuentros con Elías, su corazón se mantuvo cerrado y en rechazo a la voz divina. Note el cambio súbito que ahora se opera.
Las palabras de Elías fueron tan duras que quedó sin posibilidades, y ahora sabe que tiene que arrepentirse o perecerá de acuerdo a la sentencia divina. Vea cómo un sólo versículo le da un viraje total a la vida de este malvado rey. Hay varios verbos que describen las acciones de su arrepentimiento: Rasgar el vestido, poner cilicio en su carne, ayudar, dormir en cilio y andar humillado.
Bien pudiera decirse que eso fue una apariencia de piedad, pero al final es Dios quien califica su quebrantamiento cuando hizo la pregunta a Elías: “¿No has visto cómo Acab se ha humillado delante de mí?” v. 29. El arrepentimiento no es una palabra popular en los púlpitos modernos. Hay temor de usarla. Pero esta es la palabra a la que debiéramos darle más atención, pues la sentencia bíblica es clara: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lc. 10:3, 5). Sin arrepentimiento no hay perdón.
2. “Pues por cuanto se ha humillado delante de mí…” v. 29b.
Es sabido que cuando hay un cambio de corazón en el hombre, también hay un cambio la ejecución del juicio divino. Es un gran descanso saber que el Juez Divino no es igual a los jueces terrenales. Si alguien ha cometido un crimen le aseguro que habrá una sola sentencia: la prisión y el pago de largos años en la cárcel. ¿Qué pasa con el Señor?
Que aún cuando no da por inocente al que haga lo malo, si mira a un corazón que se arrepiente. De modo, pues, que si bien es cierto que el juicio de Dios siempre vendrá, como sucederá con Acab, el humillarse delante de él le dará un giro a alguna sentencia inmediata.
Esta es la gran verdad de la palabra. El rey David había escrito previamente: “El corazón contrito y humillado no desprecias tu, oh Dios” (Sal.51:17). Aún el hombre más perverso del mundo puede ser objeto del amor divino. Solo tiene que arrepentirse.
Si alguien merecía pagar el precio por la maldad, era ese rey malvado llamado Acab. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)…” (Ef. 2:4-5)
CONCLUSIÓN:
Elías tuvo su último encuentro con el malvado Acab. Aquella era la última advertencia. La paciencia de Dios había llegado a un punto final. El juicio contra el rey fue y su esposa fue decretado. Pero, ¿pudiera alguien decir que es demasiado malo para Dios le perdone?
Esto parece ser la conclusión de algunos. Hay creyentes que han perdido el gozo de la salvación y una nueva vida en Cristo, y concluyen, diciendo: “Mi vida es muy mala, Dios no me aceptaría, no puedo cambiar”.
La trampa de Satanás y el propósito del pecado es hacernos ver que no hay remedio ni salida para nuestra condición. Pero, ¿hay un pecador demasiado perdido para que el Señor no le salve? La presente historia nos muestra que aún el hombre más perverso, representado en Acab, puede ser objeto de la misericordia de Dios.
El que era sumamente malo, al término de su vida, recibió un indulto del Señor. Esto no es nuevo. Cuando el Señor moría había un hombre muy perverso a su lado que estaba pagando por las maldades hechas, pero justo en ese momento clamó por misericordia y llegó a ser el primer fruto de la cruz. Para que se dé esto Dios espera que nos arrepintamos. Esa es la condición. ¿Cuál decisión tomará usted hoy?
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