Predicas Cristianas
Predicas Cristianas Predica de Hoy: Nuestra recompensa
Introducción
Es fundamental preguntarnos lo que vamos a lograr antes de comenzar con lo que debemos hacer, como hizo David, que lo averiguó antes de enfrentar a Goliat, pues:
“entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?” 1 Samuel 17:26.
Y también el apóstol habla de una recompensa si servimos al señor con todo nuestro corazón, pues Dios tiene bendición para aquellos que aceptaron el reto de servirle con todo el corazón, por eso, “todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” Colosenses 3:23-24.
Leamos la palabra de Dios
Proverbios 11:17-21 “A su alma hace bien el hombre misericordioso; Mas el cruel se atormenta a sí mismo. El impío hace obra falsa; Mas el que siembra justicia tendrá galardón firme. Como la justicia conduce a la vida, Así el que sigue el mal lo hace para su muerte. Abominación son a Jehová los perversos de corazón; Mas los perfectos de camino le son agradables. Tarde o temprano, el malo será castigado; Mas la descendencia de los justos será librada”.
Dios promete prosperidad y una vida sana a los que le sirven
“A Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti” (Éxodo 23:25). Y Jesús dice que quienes aceptan servirle serán honrados por su Padre Celestial. Es decir, elevados en un grado de honor más alto, será tenidos por gran estima por el Padre que está en los cielos.
Y aunque muchos creen que la vida eterna es nuestra única recompensa, Pablo dijo que recibiremos recompensas de acuerdo a las obras que concretemos aquí en la tierra:
“porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencia” 2 Corintios 5:10-11
Y también Jesús dijo que “la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa” 1 Corintios 3:13-14.
La promesa esta y Dios es fiel y verdadero
Sabemos que no se quedará con nada nuestro, ya que todo es suyo. Por eso es muy peligroso tratar de especular en como Dios mira nuestro servicio. Y es así que cuando alguien se jacta de su propio trabajo, corre el peligro de que el orgullo llene su corazón. O otro gran problema viene cuando los hombres se dan por vencidos a causa de no recibir los aplausos de los hombres.
De manera que cuando das o haces algo en el nombre de Cristo, no hay nada malo en tener una sana expectativa de alguna recompensa, pero la ganancia personal no debería ser nuestra motivación, por lo tanto:
“no os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Mateo 6:19-21.
Vemos entonces que Dios solamente puede recompensarnos por los hechos desinteresados que hagamos en beneficio de Su obra, o de otros, “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre” Efesios 6:6-8, pues Él es el que hace las escalas y nos da las recompensas de acuerdo a nuestro dar, y no de acuerdo a lo que nosotros pensamos.
Por eso es que muchos se involucran en la obra y luego de un tiempo de trabajo comienzan a perder interés y participación, incluso hasta el punto de dejar la iglesia, y muchos dan como excusa: “Estaban usándome. Me pedían que haga esto, y que dé para aquello, y que me involucre con esto, y participe de aquello…”; pero “¿Por qué se involucraron en las actividades de la iglesia si no estaban dispuestos a ser usado por el Señor como Él lo desea?”.
Con este criterio, Josué podría haberse quejado de que estaba siendo usado por Moisés cuando se quedó en la montaña orando mientras que él estaba batallando contra Amalec, pero Josué confió, se sometió a Dios, hizo lo que le pedía, y recibió su recompensa de parte del Señor:
“y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada. Y Jehová dijo a Moisés: Escribe esto para memoria en un libro, y dí a Josué que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. Y Moisés edificó un altar, y llamó su nombre Jehová-nisi” Éxodo 17:13-15.
Así que si alguien viene y te dice que están usándote, diles: “Si, me están usando para hacer la obra de Dios, y eso es lo que se supone que deben hacer cuando yo dije: Señor, estoy dispuesto a hacer tu voluntad y quiero ser usado”, y este debe ser nuestro grito de batalla cuando el enemigo nos quiere hacer dejar el servicio, o el cumplimiento de sus ordenanzas.
El problema es que muchos, cuando hacemos o damos algo queremos cosechar inmediatamente, o si es anticipado mejor, y si no nos sentimos recompensados, nos enojamos, pero la Biblia dice que nuestra recompensa viene de parte del Señor, “sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ese recibirá del Señor, sea siervo o sea libre”, “pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” Hebreos 11:6.
Jesús dijo: “Dad y se os dará medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir” Lucas 6:38, “más cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” Mateo 6:3-4; la recompensa y el reconocimiento vendrán del Padre, y Él quien determinará la recompensa justa que debamos recibir.
Ahora, si el Padre elige recompensarte con la sobreabundancia, no dejes que nadie te haga sentir mal por eso, pues tu servicio ha sido reconocido por el Padre y no por un hombre; solo debes entender que es tu deber como cristiano el aceptar cualquier cosa que el Señor te provea, sea grande o pequeña, y luego de esto debes continuar dando y siendo el mismo, con tu fidelidad, humildad y excelencia en el servicio, sin tener en cuenta cuánto pone en tu mano, o cuánta alabanza recibes.
Lo que recibes depende del Padre, pero nuestra parte es ser agradecidos por cualquier cosa que Él nos dé, esperar su recompensa, recibirla agradecidos, y dejar de mirar a otras personas para ver si nos recompensan por lo que nos sacrificamos por ellas; nuestra motivación para servir al Señor nunca debe ser lo material, sino que nuestra motivación debe ser el amor a Dios, entendiendo que cualquier devolución material es un beneficio extra que da a nuestras vidas para disfrutar.
Sobre el justo está la bendición de Dios, y “dirá entonces la gente: Ciertamente los justos son recompensados; ciertamente hay un Dios que juzga en la tierra” Salmos 58:11, donde el justo es el que anda íntegramente delante de Dios y de los hombres, no con doble cara, sino transparente, es quien escucha y obedece a Dios, es el que camina temerosamente delante de Dios; hablando siempre con la verdad, viviendo en rectitud, sin tolerar el pecado, obedeciendo y honrando a sus coberturas naturales y espirituales, eso es lo que la Biblia llama Justo.
Debemos saber que Dios hace diferencia entre el justo y aquél que no anda rectamente delante de Él, porque mientras el pecador vive intranquilo, desesperado y no hay quién lo ayude, el justo vive tranquilo y en paz porque Dios declara en Su Palabra que para el justo hay recompensa y siempre será levantando; hoy te digo que las bendiciones de Dios correrán tras los justos y les alcanzarán, por lo que no van a tener que luchar para alcanzar y conseguir cualquier cosa que Dios les haya prometido, sino que la bendición correrá hacia ellos, y no hay nada ni nadie que pueda interrumpir ese decreto del Señor.
Hay recompensas, hay premios, hay bendiciones para el justo.
Hay bendiciones para quienes han decido vivir rectamente, para los que han decido vivir agradando a Dios, que han decido obedecer la voluntad de Dios sobre su vida, que han decidido apartarse de todo pecado y todo lo que desagrade a Dios; Dios ha soltado sobre nuestra vida promesas, pero nosotros somos los responsables que se cumplan con nuestros pensamientos y acciones.
Las bendiciones están a nuestro alcance, los cielos están abiertos a nuestro favor, pero para vivir una vida de continua de victoria y ver las promesas de Dios concretadas es necesario vivir en justicia, vivir agradando a Dios, y abandonando todo aquello que no le agrade, dejando de vivir una doble vida, medio mundana y media espiritual, porque lo único que puede impedir que recibas las recompensas, las bendiciones, son tus propios pensamientos y acciones.
© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.
Muy hermosa enseñanza muchas gracias es de mucha ayuda; Dios le bendiga