Un Llanto en el Desierto

Estos versículos nos revelan cómo puede quedar el corazón de una madre frente al sufrimiento de su hijo. Agar no quiso presenciar la muerte de Ismael, por lo que prefirió estar a la distancia. ¿Puede usted pensar en un cuadro más conmovedor del sufrimiento familiar?

La pregunta que Dios le hizo a Agar (vers. 16) hay que ponerla en el mismo contexto de su dolor porque esta mujer representa a todas aquellas que han sido usadas y luego abandonadas. Son aquellas que van por todas partes arrastrando a sus hijos sin rumbo fijo. Pero como Dios no las ha abandonado, les pregunta con profunda simpatía: “¿Qué tienes mujer?”.

Dios sabe de esas mujeres que han sido proscritas como Agar por alguna patrona y luego despedida por el hombre que formó parte de su vida, procreando algún hijo. También sabe de aquellas empobrecidas porque le falta el pan y el agua de su odre (vers. 15). Él sabe que los recursos humanos pronto se agotan y quedan a la deriva sin saber qué hacer y a dónde ir. Pero también Dios conoce a esas mujeres que han perdido toda esperanza y prefieren estar lejos para no ver morir al hijo de sus entrañas. Dios no dejará el llanto sin alguna respuesta.

3. Vista en la escasez de la vida (vers. 15).

La pregunta más común de mucha gente frente alguna tragedia es: “¿Por qué Dios permite que suceda esto?”. Se entiende por esta queja que como Dios es soberano y todo lo puede, no debería dejar que la gente justa pase por esos dolores que llegan a ser insoportables. Léase con esto: terribles accidentes, enfermedades que se prolongan con el tiempo, injusticias de los gobiernos, tragedias en los hogares….

Ese cuadro lo tenemos en esta historia. Abraham despachó a Agar y a Ismael con muy pocos recursos, sobre todo cuando él sabía que sus dos amados no tenían lugar donde llegar ni nadie les esperaba. ¿Por qué Dios permitió que Abraham, quien era tan rico, enviara a su propia familia en esta condición?

La falta de agua en el desierto es la peor noticia que puede recibir un viajero. No hay agua en tales lugares. El ambiente simplemente es hostil y lo que más rápido llega es la muerte. ¿Por qué Dios permite la escasez de esta manera? Estas eran las mismas preguntas con las que Israel murmuraba contra Dios. Pero la verdad es otra. La voluntad permisiva de Dios busca al final cambiar todo para bien. Él levanta al caído porque no permitirá que sus planes perezcan.

III. EL LLANTO EN EL DESIERTO ES ATENDIDO POR EL DIOS QUE JAMÁS DESAMPARA A SUS HIJOS

1. “Y oyó Dios la voz del muchacho…” (vers. 17).

Dios se hace cargo siempre de nuestros errores. La llegada de Ismael no era lo que él había planificado para Abraham, pues en todo caso fue el producto de una decisión apresurada de la anciana pareja. Hermanos, nunca ayudemos a Dios en sus planes tomando una decisión que no ha sido revelada por él. Pero nuestros errores no quitan la misericordia divina.

Dios había decidido cumplir su plan con la llegada de Ismael. Así que al final Dios oirá el “llanto del desierto”. El llanto de Ismael tuvo que ser muy fuerte, audible y de gran lamento. No solo anhelaba el agua para satisfacer su sed, sino que anhelaba la voz y el abrazo de su padre. Él no tuvo la culpa de venir en esa condición.

Él no era el responsable que se le estuviera privando de su primogenitura y su herencia. Así que es allí, en el desierto, y debajo de aquel árbol donde llora su pena, su tragedia y su futuro. Pero Dios oyó su oración. Amados, no hay un clamor que Dios no oiga. No hay una pena que él no conozca. Bien pudiéramos llegar al más insoportable sufrimiento; a la más prolongada condición física o del alma, pero donde estemos él oirá “la voz del muchacho”. Dios siempre oye nuestra oración.

2. “Entonces Dios le abrió los ojos…” (vers. 19).

¿Por qué Agar no había visto la fuente da agua antes? Bueno, cuando se llora demasiado los ojos se llenan de lágrimas y eso pone una visión borrosa. Las terribles pruebas de la vida oscurecen todos nuestros sentidos y no nos dejan ver las bendiciones de la provisión de Dios en esos momentos. Vea este cuadro. El hombre en su escasa provisión solo ofrece un odre lleno de agua para el camino. Eso habla que el hombre en si es escaso. Nos revela que las provisiones humanas tienen el sello de lo perecedero, de lo temporal y transitorio.

Pero vea ahora el otro escenario. Dios es quien provee de una fuente en el desierto. Allí, en ese lugar, donde más deseamos del “agua viva”, es cuando vemos la provisión divina. Dios le abrió los ojos a Agar porque estaba cegada por su dolor e impotencia.

La tarea de Dios sigue siendo la de abrir los ojos de sus hijos para que vean las bendiciones que al puesto delante de nosotros para que no perezcamos.

Agar necesitaba una nueva visión para que entendiera que su Dios cumpliría su promesa en ella. Las lágrimas del sufrimiento pueden llevarnos a una renovada visión. Dios nos mostrará una fuente donde el agua del odre se ha acabado.

3. “ Y Dios estaba con el muchacho; y creció…” (vers. 20).

Dios le había prometido a Agar que haría de su hijo una gran nación. Así fue la promesa: “Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación” (vers. 18. Note todo lo que Dios hace con aquellos que lloran su tragedia y lamentan su condición. No sólo él oye y provee, sino que se asegura en darle a nuestra vida una esperanza segura.

Dios acompañó a Ismael por el resto de su vida. De él vendría la gran nación árabe hasta el día de hoy. Así que, si de Isaac vino el gran pueblo de Israel, de Ismael vendrían “beduinos del desierto”. Ese pueblo, al igual que Israel, son hijos de Abraham, e históricamente han sido muy bendecidos. El llanto del desierto no se pierde en toda su anchura, pues Dios lo oye. He aquí la promesa. Nadie que forme parte del plan de Dios perecerá. Él nos acompañará por todo el gran desierto de nuestras vidas. Esa es su promesa.

CONCLUSION:

Escuche otra vez el texto: “Y le faltó el agua del odre… Y ella se sentó… y alzó su voz y lloró” (verss. 15-16). Pero este llanto de dolor encuentra una respuesta divina: “Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está” (vers. 17). . ¿Hay alguno de ustedes en esta condición en esta hora? ¿Le falta agua a tu odre? ¿Tus esperanzas de salvación se secaron?

¿Te sientes solo en el desierto de este mundo? ¿Has alzado tu voz y has llorado por tu situación sin esperanza? Si así vives, ¡entonces hay esperanza para ti! El “ángel de Dios”, que es el mismo Cristo preencarnado, vino a Agar en su miseria mientras lloraba. “Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua; y fue y llenó el odre de agua…” (Gn. 21:19). ¡El muchacho bebió y Agar bebió, y se saciaron!

Cristo sacia la sed del alma (Jn. 7:37). Si hay un llanto en tu corazón que no ha sido satisfecho dile al Señor que abra tus ojos para ver la fuente. En el desierto de tu vida, el Señor calma tu sed. Ven a tomar de esa agua viva que es gratuita.

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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3 comentarios en «Un Llanto en el Desierto»

  1. Que triste es saber que en un conflicto de una nacion o familiar muchos sufren pero tambien este relato y comentario de la palabra no hace ver que por mas siervos pueblo de Dios que seamos nadie comprende el amor de Dios y que Dios permitiera lo de ismael para tratar con isrrael si los judios entendiran que hay que amar esta desendencia y lo arabes entendieran que ser primero o ultimo no tiene valor que lo importante es que Dios nos ama y que en la vida eterna no hay fronteras todos seremos un solo pueblo tanta inteligencia en este mundo y no pueden resolver esto porque solo con el corazon y dejando que Dios que nos guie se podra hacer cambien las armas por biblias dejen que las escrituras los guie y todo cambiara aunque las profecias se cumpliran pero por lo menos habra paz en sus corazones

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  2. Pastor. Dios le bendiga. Bonito sermon. Pero no se dice falta de sed. Ni falta de hambre, pues esto significa que no tenian sed ni hambre. Dios lo guarde.

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