Predicas Cristianas
Predicas cristianas predica de hoy: Purificación de nuestra boca
Introducción:
PURIFICACIÓN, PURIFICAR, PURO Según la ley de Moisés, la purificación era una ceremonia exigida para limpiar o dejar libre de impureza ritual un objeto, un lugar o a una persona. Este se obtenía por lavamientos, o rociamientos acompañados de ceremonias religiosas prescritas por la ley mosaica. Las leyes de pureza se consignan sobre todo en Lev. 11–16. Estos forman la tercera sección del libro, dedicada a definir los términos de la pureza y la impureza ritual. También fija las normas a las que, para recuperar la pureza legal, había de someterse todo aquel —o todo aquello— que hubiera incurrido en algún tipo de impureza.
La impureza ritual se adquiría por comer alimentos prohibidos, por padecer de ciertas enfermedades de la piel, por tocar un cadáver o un sepulcro, por entrar en contacto con sangre, y por otras razones. Tal impureza incapacitaba a la persona para tomar parte en el culto y, por consiguiente, para entrar en comunión con Dios. El concepto de pureza en el Antiguo Testamento posee en general un sentido figurado y se aplica al pecado la inmundicia, la idolatría, etc.
No se trataba precisamente de impureza moral. Los profetas denunciaron esta última con toda energía, y advirtieron al pueblo que la pureza ritual y externa no tiene valor delante de Dios cuando no va acompañada de la pureza moral, la cual consiste en obedecer los preceptos divinos que exigen una vida limpia, regida por la misericordia, la justicia, el amor a Dios y al prójimo y la fidelidad. Jesús, que respetó en lo esencial los preceptos relativos a la pureza ritual, predicó la absoluta supremacía de la pureza moral, el «corazón limpio», que es lo único que permite «ver» a Dios y entrar en comunión con él. Según el NT, la purificación verdadera, que es obra del Espíritu Santo, se alcanza cuando la persona se vuelve a Dios por la fe en Cristo.
Y es de esta manera que debemos de realizar nuestro mayor esfuerzo por mantener la pureza en los aspectos de nuestra vida; vimos anteriormente como debíamos purificar nuestros ojos para llegar a ver como Dios quiere que veamos. A continuación veremos otro aspecto en el que Dios quiere también tratarnos y es el de la purificación de nuestra boca.
LA PUREZA DE MI BOCA.
El Señor nos dice: “Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios”. Proverbios 4: 24.
Es muy claro que a nuestro Padre le interesa que nuestra forma de hablar sea transformada. Proverbios 10: 11 enseña que: “Manantial de vida es la boca del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos”.
Dios establece diferencia entre la forma de hablar de uno de sus hijos (justo) con la forma de hablar de uno que no es su hijo (impíos):
“Los labios del justo saben hablar lo que agrada; mas la boca de los impíos habla perversidades”. Proverbios 10: 32.
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias”. Proverbios 21: 23.
Esta es una de las verdades, tocante a la palabra de nuestra boca, que nunca debemos menospreciar. Ser limpios en nuestra palabra es agradable a nuestro Padre: Proverbios 18: 4 dice: “Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría”.
Tenemos que cuidar como hablamos:
No te alabes a ti mismo. Proverbios 27: 2.
No hables apresuradamente. Eclesiastés 5: 2.
No dejes que tu boca te haga pecar. Eclesiastés 5: 6.
Nuestro Salvador Jesucristo enseñó que las palabras de nuestra boca pueden contaminar y hacer más daños que algún alimento que comamos. Mateo 15: 11 – 19.
Las instrucciones para los hijos de Dios en Efesios 5: 3 – 8 y en Colosenses 3: 4 – 10 son bastante claras en el sentido de que nuestra forma de hablar debe ser modificado totalmente, a causa de la presencia de Cristo en nuestro corazón.
Leer estos pasajes y analizar cuidadosamente su referencia al uso de nuestra boca y las palabras que con ella decimos.
Efesios 5: 4 nos enseña que debemos ser muy cuidadosos con las expresiones de nuestra boca: “Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías que no convienen, sino antes bien acciones de gracias”. Esto quiere decir que no debemos de decir palabras con:
IRA; ENOJO; BLASFEMIA; PALABRAS DESHONESTAS; MENTIRA.
En nuestros días el lenguaje se ha degenerado a tal grado que aún los que somos hijos de Dios nos vemos envueltos en las formas de hablar que el mundo maneja.
Pero recuerda que ésta no es la voluntad de Dios para nuestra vida, Él quiere que sus hijos hablemos de tal manera que nuestra forma de hablar nos identifique como sus hijos.
MUCHO CUIDADO CON NUESTRA LENGUA.
Alguien escribió satíricamente la siguiente descripción: “Soy más mortífero que el estridente proyectil de un obús. Yo gano sin matar. Destruyó casas, quebranto corazones y arruino vidas. Viajó en alas del viento. No hay inocencia lo bastante fuerte para intimidarme, ni pureza lo bastante pura para desalentarme. No me importa la verdad, no respeto la justicia, ni tengo misericordia con los indefensos. Mis víctimas son tantas como la arena del mar, y a menudo son también inocentes. Nunca olvido y casi nunca perdono”.
Supongo que ya muchos se habrán dado cuenta que este autor está describiendo el chisme; pero lo que se dice aquí de ese pecado en particular puede aplicarse a todos los pecados de la lengua en general. Por eso la biblia nos advierte una y otra vez que tengamos mucho cuidado con nuestro hablar.
Lee esta pequeña muestra del libro de Proverbios:
Pr. 11:9: “El hipócrita con la boca daña a su prójimo; mas los justos son librados con la sabiduría”.
Pr. 12:18: “Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina”.
Pr. 15:4: “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu”.
Pr.18:21: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos”.
Y en un tono similar Santiago 3:6-8 escribe en su carta: (Leer)
El pastor John MacArthur enumera algunas de los epítetos que la biblia usa para describir la lengua: “malvada, engañosa, perversa, inmunda, corrupta, aduladora, difamante, chismosa, blasfema, insensata, jactanciosa, amargada, maldiciente, contenciosa, sensual y vil. Y esta lista no es exhaustiva”.
Es a la luz de esa sobria realidad que Pablo escribe en Ef. 4:29: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”.
La palabra que la Biblia RV traduce como “corrompida” significa literalmente “podrida, dañada, contaminada”; en el tiempo de Pablo era usada para referirse a una comida descompuesta. Todos sabemos lo que sucede cuando algo se pudre: no solo hace daño al que lo come, sino que sabe y huele mal. Las cosas podridas deben echarse bien tapadas a la basura.
Y lo que Pablo nos dice en este texto es que algunas palabras tienen ese mismo problema. Son palabras podridas, dañadas, contaminadas, y corrompen al que las escucha. Tales palabras, dice Pablo, no son consecuentes con la nueva vida que nosotros tenemos en Cristo. Si somos cristianos, si nuestros corazones han sido transformados por el poder del evangelio, debemos tomar todas esas palabras y echarlas bien tapadas en el bote de la basura para que no puedan dañar a nadie.
Una de las evidencias que revelan la transformación del corazón en la vida de un hombre o de una mujer es que su boca está siendo purificada y convertida en un instrumento de bendición. Santiago está preocupado porque los que profesan la fe puedan hacer una evaluación adecuada de su fe.
Esa es una de las enseñanzas de la carta de Santiago (comp. 1:26 – el capítulo 3:1-12 se encuentra en este contexto). Lo que Santiago está diciendo aquí es que la realidad espiritual del corazón queda al descubierto por nuestra forma de hablar, no por las actividades religiosas en las que estemos envueltos.
Nuestra liturgia puede ser correcta, lo mismo que nuestra teología, pero uno de los indicadores más confiables de nuestra verdadera condición espiritual es nuestra lengua. El Señor Jesucristo lo dijo de esta manera, (Leer Mt. 12:33-37).
El árbol se conoce por el fruto y de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre y la mujer cuyos corazones han sido transformados por el poder del evangelio deben mostrarlo a través de un hablar transformado.
Ahora, eso no quiere decir que tan pronto nos convertimos dejamos de tener problemas con la lengua. La Biblia enseña que el pecado todavía mora en nosotros, y aunque ha dejado de ser nuestro rey sigue siendo nuestro enemigo. Y si le damos oportunidad usará nuestros labios para hacer mucho mal.
En cuanto a esto hay un dato interesante. “Se ha calculado que la persona promedio hablará unas 18,000 palabras al día, suficientes para un libro de cincuenta y cuatro páginas. ¡En un año eso llega a sesenta y seis volúmenes de 800 páginas!”
Si estamos en el promedio, pasaremos un quinto de nuestras vidas hablando. Y muchas personas hablan más que eso. ¡Imagínense todas las cosas dañinas que se pueden decir en toda una vida!
De ahí el mandato de Pablo en Ef. 4:29: “Que ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”. Pablo no dice aquí que debemos disminuir el número de palabras corrompidas que salen de nuestra boca. Más bien el Espíritu Santo lo inspiró para escribir un mandato absoluto: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca”.
LAS PALABRAS OCIOSAS POR LAS CUALES SEREMOS JUZGADOS
ALGUNOS EJEMPLOS OBVIOS DEL HABLA INACEPTABLE
1. Usando el nombre del Señor en vano – Ex 20:7
a. Esto es, sin una actitud de reverencia sincera
b. Uno puede ser culpable en esta dos formas:
ü Usando el nombre del Señor para jurar o blasfemar.
ü Usando vanas repeticiones de Su nombre
c. Aplicado también al nombre de Jesús, porque Su nombre debe ser sostenido con honor – Fil 2:9-11
2. Palabras que son viles – Ver 1 Ped. 3:10
a. Palabras mentirosas, o aquellas que causan tropiezo entre hermanos – Prov. 6:16-19
b. Palabras lisonjeras – Rom. 16:18
c. Lenguaje deshonesto – Ef. 5:4
OTROS EJEMPLOS DE HABLA INACEPTABLE…
1. El exceso de palabras – Sant. 1:26; Prov. 10:19; 13:3
2. Palabras apresuradas – Prov. 29:20; ver Sant 1:19
3. Hablar mal de otros. Chisme.
a. De los que están en autoridad – Ex 22:28; Judas 8
b. De los que nos rodean – Mt 5:21-22
4. La adulación – Sal 12:1-4; ver Rom. 16:18
5. Los juramentos – Mt 5:33-37; Sant 5:12
6. Cualquier palabra corrompida – ver Ef 4:29
a. Incluyendo algunos eufemismos (una expresión inofensiva sustituida por una considerada ofensiva)
b. Algunos ejemplos de eufemismo (¡bendito! [para significar maldito], ¡suéltalo!, ¡tonterías!, ¡cielos!, ¡caramba!)
c. ¿Cuál es el error de tales expresiones?
1) Significan las mismas cosas pero con palabras menos ofensivas
2) Son las mismas emociones injustas ocultas en el eufemismo o en su equivalente
3) Reflejan una actitud del corazón contraria al espíritu propio de la conducta cristiana – ver Ef 4:31-32; Col 3:8-15
[Con frecuencia nuestra habla es por el hábito…pero tal hábito refleja “la abundancia del corazón”, por ejemplo, lo que ha sido permitido para que habite en el corazón y que revela la verdadera naturaleza de nuestros corazones cuando son usadas de tal forma. Mientras que intentamos almacenar un “buen tesoro” en nuestros corazones (ver Mt 12:35), aquí están…]
II. ALGUNOS PRINCIPIOS PARA EL HABLA ACEPTABLE
DOS GUÍAS BÁSICAS…
1. Nuestra habla debe guiarnos a la edificación – Ef 4:29
- Aquella que ánima y edifica
- Aquella que extiende la gracia a otros – ver Col 4:6.
Por ejemplo, las respuestas blandas en las conversaciones – Prov. 15:1.
Por ejemplo, las palabras que son apacibles a los que las oyen – Prov. 15:4,23; 25:11
2. Nuestra habla debe ser caracterizada con acciones de gracia – Ef 5:3-4
- Una actitud apropiada de los santos – ver Col 1:12; 2:7; 3:15,17; 4:2
- En tanto que la murmuración y la contienda no son apropiadas – ver Fil 2:14-15
“Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.” Sal 19:14
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