La avaricia

Abandona la avaricia

Quien quiera trabajar en la obra de Dios debe abandonar primero la avaricia; el albañil que es avaro abandona la obra cuando encuentra en su camino otra obra que le parece mejor y que logrará algún rédito, aun cuando ésta sea realmente de tinieblas.

De la gran obra de Dios se retiran los avaros, por lo que muchos son los que comienzan el trabajo, pero pocos los que lo terminan, “el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos escogidosMateo 22:13-14.

El avaro es básicamente dominado por el miedo, siempre guarda por si pasa algo negativo en su vida, y crea a su alrededor una mentalidad mezquina.

La mente mundana se compone de miedo, avaricia, individualismo, escasez y tendencia al control, pero la nueva mente en Cristo nos enseña que en este momento es necesaria la obediencia, la armonía, y sobre todo, la paz.

En lo espiritual, nos encontramos el caso de personas que anhelan el poder, y tratan de llegar a él de cualquier forma, entonces se rodea en un mundo en el cuál están los otros pecados, ahí el amor y la obediencia no existe, pues el dinero ha dejado el corazón de lado, dejando de ser un aliado para ser un enemigo, por lo que se ve la mezquindad al no querer perder lo que se tiene y se ha ganado, pues se olvida que todo lo que tiene proviene de Dios.

Ahora…., cuando desde lo cristiano se habla de progreso, ¿debe entenderse progreso exterior o interior? Pues parece que el interior y lo exterior son excluyentes, y lo son cuando intervienen las valoraciones mundanas por sobre las espirituales, y esta es una forma de avaricia disfrazada de consumo, creando necesidades que no son reales para el común de las personas para no dar cumplimiento a lo que espiritualmente se nos está pidiendo.

La prosperidad es sentirse y actuar de acuerdo con la prosperidad del Señor, y esta sintonía espiritual tiene una relación inmediata con la abundancia, pues el mundo fue creado con infinitas posibilidades y oportunidades para el hombre. Reconociendo así que:

dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; …. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comerGénesis 1:26-29.

La prosperidad está compuesta de tres palabras claves que unidas hacen un equilibro fundamental para ser prospero, riqueza, salud y amor, y se trata más de un estado mental pues no se depende del dinero para comenzar a ser prospero.

Sino que todo depende de nuestra entrega a Dios y la obediencia a su guía, y para llegar a ella tenemos que cambiar nuestros procesos mentales para basarlos en nuestras actitud frente a la Palabra de Dios, cambiando el concepto errado que tenemos frente al dinero.

Cuando consideramos la prosperidad como un estado de Dios, y que como tal necesita ser alimentada a través de una relación fluida con el Señor en obediencia, los nuevos pensamientos comienzan a manifestarse.

Muchos son educados con la idea de  dar el diezmo, pues esta enseñanza sale muchos pasajes de la Biblia por la importancia de dar. Pero a diferencia de lo que hemos aprendido, el diezmo no es una obligación, sino que es un requisito básico para mantener la relación con el Señor a través de la obediencia, y de esta manera nos aseguramos no interrumpir la prosperidad, ya que dar el diezmo significa devolver al Señor parte de lo que hemos recibido para mantener el flujo de las bendiciones que de Él provienen.

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