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¿Quien esta libre de pecado?

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Predica de Hoy: ¿Quien esta libre de pecado?

Predicas cristianas.. Texto bíblico: Romanos 3:10-26

Introducción

La doctrina del pecado no suele ser muy atractiva para muchos. La gente no se siente complacida al escuchar esta parte de la Escritura porque los hace sentir muy mal. Esto es porque su conciencia los acusa. Y también, porque en cierta manera, este conocimiento implica una arrepentimiento.

Sin embargo, la doctrina del pecado es sumamente necesaria para nuestro crecimiento espiritual. En primer lugar, porque sin esta doctrina todo el evangelio pierde sentido. Si no hay pecado y por tanto, no hay condenación, entonces, ¿por qué necesitamos oír de un Salvador? ¿Jesús es Salvador de quién? Sin este conocimiento, la gente no puede llegar realmente a los pies de Cristo.

Es más, sin este conocimiento los creyentes no pueden crecer en su vida espiritual. La madurez cristiana requiere una vida de arrepentimiento. ¿Pero de qué vamos a arrepentirnos, si no conocemos en que hemos pecado? Además, una doctrina pequeña sobre el pecado engendra pequeños fariseos en nuestra iglesia, cristianos arrogantes que creen que no tienen fallas.

De hecho, la raíz de muchas de nuestras debilidades espirituales es nuestro orgullo espiritual. Solemos creer que somos demasiado fuertes, y nos valemos por nuestras fuerzas. No recordando que la fuerza del cristiano está en recordar que tan débil es él, pero qué tan fuerte es Dios (2 Corintios 12:9-10).

Por esa razón, en evangelio de hoy, hablaremos sobre la doctrina del pecado, y su importancia para nuestra vida espiritual. Esta predica cristiana estará basada en Romanos 3:10-26, un pasaje donde Pablo define claramente la miseria del hombre. Pero también nos ofrece un antídoto para todos nuestros males.

I.  El pecado – Nadie hace lo bueno (verss. 10-12)

a. No hay justo.

Ser justo aquí significa tener cualidades morales, internas sin ningún pecado. Es importante ver que aquí el texto habla más del ser que del hacer. No hay ningún justo, es decir, nadie que no haya sido contaminado por el pecado.

b. Nadie entiende.

Esto quiere decir que nadie tiene la capacidad de entender la gran miseria en la que se encuentra, ni cómo solucionarla. Nadie sabe el mal terrible en el que está, ni lo que le agrada a Dios. Su razonamiento ha sido completamente cegado por la dureza de sus corazones.

Por eso, no puede existir tal cosa como alguien que pueda salvarse a sí mismo. ¡Todos están ciegos por el pecado!

c. Nadie busca a Dios.

Esto significa por lo menos tres cosas. Primero, que nadie ha encontrado el camino correcto para llegar al Dios verdadero. Los dioses que siguen muchos son falsos, creación humana. Así que, aunque creen en una deidad, no buscan a Dios.

Lo segundo es que nadie tiene motivaciones sinceras al buscar a Dios. Todas sus motivaciones son egoístas. Siempre buscando algo de qué beneficiarse de sus supuestos dioses.

Y en tercer lugar, también significa que nadie tiene la capacidad por sí mismo de volverse a Dios. Si de ellos dependiera, el hombre jamás se volvería a Dios. El hombre ama su pecado, y le encanta estar en esa condición. Nadie lo busca, porque nadie desea hacerlo.

d. Nadie hace lo bueno.

Esto está muy claro. Nadie tiene la capacidad de cumplir perfectamente la ley de Dios. Nuestras obras buenas son trapos de inmundicia (Is. 64:6). Así que, no hay nadie que tenga nada moralmente bueno, no delante de Dios.

II. Todos hacen lo malo (verss. 13-18).

a. Usamos nuestra lengua para el mal.

Ahora, no es sólo que no hacemos lo bueno, sino que también hacemos lo malo. Esto se demuestra en la forma de usar nuestras palabras.

Lo primero que dice es que nuestra garganta es un sepulcro abierto (vers. 13). Eso significa que la forma de hablar de los hombres demuestra lo que hay en su corazón. Un sepulcro lleva dentro un cadáver. Así mismo, la forma de hablar del hombre demuestra lo podrido que está su corazón. Como dice el Señor Jesús, la boca demuestra lo que hay en el corazón (Mateo 12:33-34).

Después dice que usamos nuestra lengua para distorsionar la verdad, al engañar a otros. ¿Quién de nosotros no ha dicho una mentira? ¿Y quién no ha perjudicado a otro por no decir la verdad? Todos somos culpables de este pecado.

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