Hágase tu Voluntad

I. “HÁGASE TU VOLUNTAD”, EL IMPERATIVO MÁS GRANDE

1. ¿Qué significa la voluntad de Dios el Padre? (Efesios 1:11).

Cuando Jesús nos presentó la tercera petición del “Padre nuestro”, nos reveló uno de los asuntos más serios del carácter de Dios: su voluntad. Este imperativo implica que lo que Dios es y hace debe ser obedecido.

Por supuesto que la pregunta en cuestión ningún ser humano podrá responderla, porque nadie puede conocer sus designios. Pese a esto, se puede entender la voluntad de Dios como revelada en distintos escenarios.

Alguien la presentó de esta manera: “Podemos hablar de la voluntad de Dios decretada, soberana, permisiva, universal, histórica, nacional, grupal, individual, y demás variantes. Por ello, aceptamos que su estudio contempla muchas y variadas perspectivas.

Entendemos que la voluntad de Dios es predestinada, pero a la vez tiene presente la libertad moral. Es perfecta, pero incluye la imperfección del pecado. Es incondicional, pero también establece condiciones.

Es inmutable, pero no pasa por alto las diversas decisiones humanas”. Una cosa es definitiva en relación a la voluntad de Dios, que él es el Creador y el Director de la obra, y al final “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Efesios 1:11).

2. ¿Qué significó la voluntad de Dios para el Hijo? (Mateo 26:42).

Significó todo. Hacer la voluntad del Padre fue su mayor deleite. No hubo nada en el Hijo que no fuera llenado por la voluntad del Padre. Sus propias palabras así lo confirman: “No puedo yo hacer nada por mí mismo… porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre.” (Juan 5:30).

Jesús nunca dudó en querer hacer la voluntad del que lo envió. Su más grande testimonio queda corroborado con estas palabras: “…porque yo hago siempre lo que le agrada (Juan 8:29).

En la oración de su agonía en el Getsemaní, acoge totalmente esta voluntad: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Todos sabemos que esta ha sido la oración más difícil.

Ver a Cristo en esa batalla en el huerto, debiera conmovernos ante semejante sacrificio hecho por nuestros pecados. Cuando Jesús dijo: “Hágase tu voluntad”, en ese momento puso su alma en agonía y rindió al Padre su propia voluntad.

Pero sobre todo, cuando él oró de esta forma enfrentó la cobardía de la traición. Si alguien supo lo que es hacer la voluntad del Padre fue Cristo. Por esto es que nos dice ahora: “Hágase tu voluntad…”.

3. ¿Qué significa la voluntad de Dios para nosotros? (Romanos 12:2).

Bueno, debiera significar lo mismo que significó para Cristo: agradar a Dios, rendir nuestra voluntad a la suya y sacrificarnos, si eso es lo que el Padre nos pide. Pero en la práctica no siempre es así.

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