El Dios que provee

II. EL SEÑOR PROVEE DIRECCIÓN

«Junto a aguas de reposo me pastoreará» (Salmo 23:2)

Cuantas situaciones enfrentamos que vienen de gratis a nuestras vidas. La enfermedad que llega sin pedir permiso. El padre que fallece cuando nadie lo esperaba. Los hijos que caminaban con Dios se fueron al mundo. El matrimonio está a punto de destruirse.

La economía familiar colapsó porque la compañía donde trabajaba cerró. Él negocio fracasó. Cuantas cosas llegan a preocuparnos, presionarnos, deprimirnos, estresarnos. Y no sabemos que hacer, que decisión tomar, a donde acudir, a quien consultar, qué camino tomar.

David estaba en situaciones como la nuestra o tal vez peor que las nuestras. Tenía mil razones para vivir preocupado, ansioso, estresado, deprimido, mal humorado.

Enfrentaba serias crisis en el gobierno y el ejército, buscando constantemente estrategias para defenderse de sus enemigos internos y externos y para colmo tenía graves conflictos en la familia [con hijos rebeldes].

Sin embargo, me encanta como a pesar de todas estas insoportables cargas, él dice en la segunda parte de este versículo dos del salmo 23, que el Señor que es su Pastor, Junto a aguas de reposo lo va a pastorear, es decir, lo lleva [lo guía] a arroyos de aguas tranquilas. Lo guía por el mejor camino.

David sabía que las ovejas se asustan cuando van a beber agua que se mueve aprisa, o que esté agitada. Por eso los pastores buscan charcos de agua, o un lugar quieto donde las ovejas puedan calmar su sed. De ahí su expresión “junto a aguas de reposo me pastoreará” (Salmo 23:2).

Es bueno saber que Dios no ignora nuestras dificultades, nuestros problemas y conflictos, la vida agitada que vivimos. Él conoce nuestra condición, nuestras debilidades y se acuerda de que somos polvo. (Salmo 103:14), y nos lleva por el mejor camino. Él Señor va delante, limpiando el sendero, cortando las ramas, apartando las piedras, señalando el camino.

David quiere dejarnos saber que Dios no es como esos ganaderos que se ayudan de perros entrenados y que van detrás del ganado gritándole a voz en cuello. David dice que el Señor como nuestro Pastor va delante y nos guía por el mejor camino. Nos guía a través de su Palabra (Salmo 119:105); por medio de su Espíritu Santo (Juan 16:3; Hechos 13:2); y muchas veces dispone personas para que nos den oportunos y sabios consejos.

Le pido al Señor que me enseñe a no desesperarme, porque Dios es el que guía mi vida, mi familia y la iglesia. Él siempre nos llevará por el buen camino. Siempre está en control de todo. Y si algo sale mal, y si las circunstancias son adversas y suceden cosas que no entiendo ni me puedo explicar. Me consuela saber que la biblia dice “que a los que aman a Dios, TODAS las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” (Romanos 8:28).

Pablo sabía por experiencia que Dios puede o no cambiar la situación directamente, pero aun manteniéndose difícil las cosas, Dios garantiza buenos resultados al final. Él hace que todo cuanto nos sucede sea para el bien nuestro. ¿Cómo lo hace? No lo sé. Él sabe cómo hacerlo.

Le doy gracias al Señor por la manera en que me ha guiado en diferentes épocas de mi vida. Le doy gracias a Dios porque ha tenido compasión de mí cuando he fallado y me he querido desviar de su camino y apartarme de sus propósitos. Él ha sido mi ayuda y mi sustento, el me ha dado fuerzas y esperanza. Todo se lo debo a ÉL.

CONCLUSIÓN

En su libro “Aligere su Equipaje”, Max Lucado, uno de los escritores cristianos más prolíferos de este tiempo, cuenta que, para enfrentar la ansiedad, un individuo que vivía preocupado decidió contratar a alguien para que se preocupara por él.

Esta persona buscó y buscó, hasta que encontró un hombre que aceptó asumir sus preocupaciones por un salario de 200 mil dólares al año. Después que el hombre aceptó el trabajo, la primera pregunta que le hizo a su patrón fue: «¿Dónde va usted a conseguir los 200 mil dólares anuales para pagarme?» El hombre respondió: «Bueno, ahora, ese problema es suyo».

Lamentablemente, la preocupación es un trabajo que uno no puede delegar, pero si lo puede vencer. No hay mejor lugar para comenzar que en el versículo dos del Salmo 23. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.” (Salmo 23:2).

¡JESÚS vino a darnos descanso de esas cargas que son imposibles de llevar! Él compró para ti y para mi delicados pastos y aguas de reposo cuando venciendo la muerte se sentó a la diestra de Dios el Padre en los cielos. Y está capacitado para decir “En esta tierra les abundarán siempre las pruebas y las tristezas, pero no teman, porque yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33 NTBAD)

Démosle gracias al Señor porque en él encontramos el verdadero reposo para el alma afligida y la paz que sólo él sabe dar.

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.

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