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El Camino Recorrido

Texto Biblico: Deuteronomio 8:1-5

INTRODUCCIÓN:

El año 2014 está a punto de terminar. Según se cuenta el tiempo, al finalizar este año habrán pasado 12 meses, 365 días, 8.760 horas, 525. 600 minutos y 31.536.000 segundos. Las preguntas que vienen al final de esta jornada son obvias. ¿Cómo impactó este año mi vida? ¿Cuáles fueron las buenas obras que hice por los demás? ¿Cuántas cosas dejé en el camino que me propuse cumplir al principio? ¿A cuántas personas les comuniqué el evangelio? ¿Cuánto aumentó mi amor a Dios y a la Iglesia? ¿Cómo cumplí mi llamado como esposo o esposa respectivamente? ¿Qué tan buen hijo fuí? El camino ya ha sido recorrido.

Ahora nos toca a todos evaluarnos con sinceridad delante del Señor, ante quien no podemos esconder nada de lo que hicimos o dejamos de hacer. El pueblo de Israel pasó por un largo desierto durante cuarenta años, trayendo como consecuencia que las viejas generaciones no entraron en la tierra prometida, debido a su desobediencia e incredulidad. Y justo cuando ya han pasado ese período, a los que se les permitió entrar en la tierra prometida, el Señor les recuerda en el libro de Deuteronomio “las lecciones del desierto” y sus advertencias.

Ellos no deberían olvidar jamás la “escuela” que representó el desierto durante esos años. Pero sobre todas las cosas, ellos no deberían olvidarse jamás de la poderosa presencia de Dios en el camino recorrido y su fidelidad, a pesar de su infidelidad. Al igual que Israel, nosotros hemos “recorrido el camino” en el año transcurrido. Por supuesto que un año no es lo mismo que cuarenta, pero si tiene características que valen la pena aplicar. El tiempo pasado es un camino recorrido y siempre dejará una marca en cada vida. Este pasaje nos mostrará la necesidad de recordar quién nos acompaña en el camino que recorrimos, cuáles fueron los propósitos de las pruebas que enfrentamos durante este tiempo y cuáles fueron las bendiciones de las promesas cumplidas.

I. DEBEMOS ACORDARNOS QUIEN FUE EL FIEL ACOMPAÑANTE EN EL CAMINO RECORRIDO

1. Un acompañante para el camino nuevo.

Los GPS han sido uno de los mejores inventos que el hombre ha hecho para buscar direcciones. Pero la verdad es que algunos de nosotros aún con tan perfecto “guía” solemos perdernos. El ser humano nació limitado para conocer los caminos. Su condición como pecador le hace vivir perdido buscando el camino. Qué bueno saber que Dios no solo conoce cada camino, sino que ya anduvo por ellos. Eso es nuestra garantía. Cuando el pueblo de Israel pecó contra Dios haciendo el becerro de oro (Ex. 32), recibió la dura noticia que Dios no le acompañaría de allí en adelante. Pero Moisés, quien había recibido la orden de llevarlos a la tierra prometida, no aceptó esta resolución divina. Dios les había ofrecido su ángel, pero Moisés tampoco aceptó esta oferta, al decir tajantemente: “Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saque de este lugar” (Ex. 33:15). Por supuesto que la presencia de un ángel era grande, pero nada podrá superar la presencia de “Jehová tu Dios”. Moisés se aseguró de la presencia de este fiel acompañante. El año que ha pasado nos reveló caminos inciertos, pero la presencia del “divino compañero del camino” nos condujo hasta donde estamos hoy.

2. Un acompañante para el desierto.

El desierto podría ser la más visible descripción de aquello que carece de vida, de gozo y de esperanza. En un desierto no se puede apreciar la belleza de las flores con sus olores y colores. En ese lugar usted no escuchará el trinar de las aves que alegran las hermosas mañanas como en los días de primavera. Allí pareciera que el tiempo no avanza. Nuestra vida enfrenta su propio desierto. Al igual que Israel hay días donde pareciera haberse alejado el gozo porque no vemos nada en el horizonte que nos alegre la vida. Y es aquí donde surge la pregunta que a veces no hace sentido en la vida. ¿Por qué pasar tanto tiempo en lugar sin vida y sin las condiciones para la felicidad? ¿Por qué Israel cruzó el desierto cuando se pudo ir por otro camino? Bueno quizás estas preguntas no son lo más importancia cuando descubrimos quién fue el acompañante del desierto que nos trajo hasta este lugar. Pero esta es su promesa: “He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis? Otra vez abriré camino en el desierto, y ríos en la soledad” (Is.43:19). No importa cuán grande sea tu desierto si el Señor es tu acompañante. ¿Te guió así el Señor durante el año que termina?

3. Un acompañante de tiempo completo.

El número 40 en la Biblia tiene un gran valor simbólico. Representa el “cambio” de un período a otro, así como los años de una generación. Observe cómo el diluvio duró 40 días y 40 noches. ¿Qué sucedió después de aquellos días? Pues que una nueva humanidad vendría detrás del diluvio. Moisés tuvo que permanecer 40 días en el monte Sinaí y al final de ese tiempo su vida fue otra. Elías peregrinó durante 40 días hasta el monte Horeb. Después de eso él fue otro hombre. Nuestro Señor Jesucristo ayunó 40 días para pasar de una vida privada a una vida pública. Ahora vea esto, los israelitas pasaron 40 años en el desierto con una generación infiel. Los que entraron a Canaán fueron otros, comprobando la fidelidad de Dios, quien cuidó de ellos sosteniéndoles hasta que todos se asentaron en la nueva tierra. A Israel el Señor le dijo: “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto…”. Hay un compañero del camino que no cambia. Su presencia ha sido garantía para el largo camino del año que termina.

II. DEBEMOS ACORDARNOS CUÁL FUE EL PROPÓSITO DE LAS PRUEBAS EN EL CAMINO RECORRIDO

1. El Dios que nos prueba.

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