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El camino a la prosperidad

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Predicas Cristianas Prédica de Hoy: El camino a la prosperidad

Predicas Cristianas Texto Bíblico: Salmo 1

INTRODUCCIÓN: 

Este fue el deseo del anciano apóstol Juan cuando le escribió a un tal Gayo: Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Juan 2).

La prosperidad del alma de acuerdo con la postura bíblica debe ser la más buscada porque de ella depende la prosperidad material.  

La prosperidad según la visión del mundo se base en la estabilidad de los negocios que se tengan, la seguridad del dinero en una cuenta bancaria, el prestigio que presenta un título académico, la presencia de una casa amoblada con carros de marcas reconocidas, los viajes de placer a los lugares de renombre, así como el relacionarse con las personas que despiertan admiración y reconocimiento.

Pero la prosperidad según la visión bíblica no apunta tanto hacia lo que el hombre puede tener para lograr deleites materiales, pero si los que producen deleites espirituales a través del llegar a ser más que el hacer.

La prosperidad del alma y del espíritu es la base para todo tipo de prosperidad en la vida. Jesús dijo: “Buscad el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas vendrán como añadidura…”. En el presente salmo tenemos a un hombre triunfante, dichoso y feliz.

Ninguna descripción logra definir tan diáfanamente la felicidad en un ser humano como lo hace este salmo. Todos los conceptos sobre prosperidad y triunfos eclipsan cuando son medidos con las características del varón bienaventurado descrito en el primer salmo de la Biblia. Veamos en qué consiste la prosperidad de este varón bíblico. Cuál es el camino a la prosperidad auténtica. Por qué el “varón bienaventurado” de este salmo es próspero.  Por dónde pasa esta prosperidad.

I. PASA POR ESCOGER LOS AMIGOS CORRECTOS

a. Hay malos consejeros (vers. 1)

La más grande influencia de nuestra vida la determinan los buenos o malos amigos. Los amigos nos moldean más de lo que podemos pensar. En este sentido la vida pareciera depender de los consejos que se toman.

En nuestra niñez contamos con los consejos del hogar, en la escuela contamos con los consejos del maestro, en el trabajo contamos con el consejo del jefe y en la iglesia contamos con el consejo de un pastor, maestro o anciano.

Sin embargo “el consejo de los malos” debe evitarse porque se terminará haciendo lo que ellos te proponen. Como dijo Steve Maraboli: “Si pasas todo el tiempo con las gallinas, vas a terminar cacareando”.

No hay sabiduría en sus palabras, no hay esperanza en sus promesas y no hay confianza a lo que se invita. No puede haber nada bueno en un consejo de un hombre malo.

El mundo esta lleno de una pobreza moral y espiritual porque los hombres incautos oyen más el consejo de la “serpiente antigua”. El hombre próspero según la Biblia seguirá el consejo de lo que es justo y de lo que es sabio. El varón próspero según la Biblia se deslinda del consejo de los malos.

b. Evita el camino de los pecadores (vers. 1b)

La palabra “camino” en la Biblia esta muy ligado al rumbo que se sigue en la vida. Tanto es así que se nos dice: “…su vida guarda el que guarda su camino” (Proverbios 16:17).

Un camino es una invitación para entrar a ver lo que hay en él. La Biblia recomienda, “paraos en los caminos” porque no todos son buenos. Se nos dice que: “Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 16:25).

El varón bienaventurado es aquel que rechaza la invitación de todo aquello que lo invita a pecar. Hay una sutileza en las palabras cargadas de pecado. Hay una justificación para hacer lo malo. Hay una tendencia a no ver nada malo en lo que es rechazado por los ojos santos de Dios.

El asunto no es lo que a mi me agrada, sino que yo debo vivir “comprobando lo que agrada a Dios”. Esto plantea que el creyente no hace transacciones con los pecadores.

No entra en yugo con ellos porque la Biblia le dice “no os unáis en yugo desigual con los incrédulos”. El asunto es que el creyente entiende que su camino no es el de los pecadores. Que ellos no son sus amigos y por lo tanto se alejan de los caminos por donde andan los que no aman ni temen a Dios.

c. Evitando la silla de escarnecedores (vers. 1c)

Notemos las tres cosas que no hace el “varón bienaventurado” de este salmo: “No anda… ni se detiene… ni se sienta”. De acuerdo con este texto, hay lugares donde un creyente no debe sentarse.  O sea, él se aleja de todo lo que afecta su relación con su Dios y su salvador.

Todos estos verbos nos revelan la determinación de rechazar cualquier relación con los pecadores en lo que concierne a sus prácticas o sus negocios. La palabra “escarnecedores” es la equivalente a los burladores, los cuales se encuentran a la orden del día.

Los hay desde los que se mofan porque usted va una iglesia con su Biblia y su familia hasta los que ridiculizan las verdades eternas por los goces temporales. Los que siguiendo los “nuevos vientos de doctrinas”, mezclados ahora con las nuevas formas de pensar, ponen en entredicho la inerrancia de la palabra revelada.

El hombre próspero de este salmo no oye ni se “sienta” con los burladores. No se deja envolver con aquellos que en el fondo son enemigos del evangelio y rechazan la gracia divina. Mis apreciados hermanos debemos este salmo es una invitación para que seamos selectivos a la hora de escoger nuestras amistades. No todas nos convienen.

II. PASA POR EL DELEITE DE LA LECTURA CORRECTA

a. Una lectura deliciosa (vers. 2)

El varón que describe el salmista sabe escoger amistades correctas, pero, sobre todo, sabe escoger la lectura correcta. Así que en lugar de estar en los caminos de los que le harán daño, prefiere deleitarse en la palabra de Dios. La palabra “delicia” expresa: deseo, propósito e interés por algo especial. Cuando algo se convierte en delicioso, no hay manera de dejarlo.

Tome en cuenta un exquisito plato, un placentero viaje, un gran masaje en el cuerpo o la celebración del éxito de alguien a quien amamos mucho. Pero, por otro lado, hay deleites malos que esta generación ama tanto.

Esos deleites se caracterizan por lo efímero y las cosas vanas. Contrario a esto la Biblia nos dice que el varón bienaventurado se deleita en “la ley de Jehová”.

Yo estaba buscando una comparación a esta experiencia y otro salmo me ayudó. Observe lo que nos dice el Salmo 19:10: Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal”.

Nada es más apetecible  que el oro afinado  y más dulce que la miel del panal. Estas dos figuras nos ilustran la manera cómo debemos hacer de la palabra de Dios el asunto más deseado, más deleitoso, la lectura que más nos edifica.

b. Una lectura para meditarla (vers. 2b)

Nuestro mundo va muy rápido. A veces no tenemos tiempo ni para pensar, así que la idea de meditar en lo que leo es una tarea difícil. Si de por si leer la Biblia es todo un desafío para muchos creyentes, haciéndose difícil su lectura, cuanto más llegar a meditar en ella.

Pero el varón bienaventurado que busca la prosperidad para su alma, sabe que aquí está el gran secreto para una vida victoriosa.

Hoy día, la meditación ocupa un lugar de muy privilegiado en muchos lugares del mundo; el yoga es una forma. La meditación como un medio de relajamiento mental y físico hace que el hombre crea en sus capacidades mentales para valerse por si mismo.

Pero la meditación bíblica se basa en Dios, no en mi mismo. Es posible que para muchos la Biblia sea un libro obsoleto y sin sentido, pero el secreto de la dicha en el corazón, la belleza del carácter, el fruto en el servicio y la prosperidad que se obtiene en todo lo que hace, tiene una conexión con la meditación de la palabra.

La meditación bíblica pone en el centro de nuestra imaginación a Dios con el tesoro de su palabra. El resultado de esto no puede ser otro sino la riqueza espiritual.

III. PASA POR ENRAIZARSE EN EL TERRENO CORRECTO

a. Plantar adecuadamente (vers. 3)

La consecuencia del deleite en la palabra no podría ser otro sino este que nos presenta este texto. El verbo en futuro “será” es como la consecuencia inmediata y permanente del que vive en el deleite de la palabra.

La figura de este árbol es elocuente, sobre todo si se considera el árido Medio Oriente de donde vendría la visión del salmista. Es un árbol trasplantado.

Este tipo árbol necesitó de una mano diligente para ser puesto allí. Dios hace esto por nosotros. Un “árbol plantado junto a corrientes de aguas” tiene asegurada una vida perdurable.

Esta en una posición donde recibe lo que le da vida y consistencia. El agua aquí es símbolo de vida. Esta agua no puedo ser otra cosa sino el Señor mismo.

Él es el agua viva del que se alimentan la raíces. Un árbol bien plantado tiene raíces que penetran hondamente para sostener su tronco y sus ramas, pero sus raíces necesitan del agua viva. Debemos asegurar que tipo de siembra estamos haciendo.

El “árbol de nuestra vida” no puede ser sembrado lejos de las “corrientes de aguas”. Hacer esto es dejar que las raíces de nuestra fe no sean profundas, es dejar que las ramas de la esperanza se debiliten y es dejar que los frutos de la salvación no salgan o se marchiten.

b. El fruto en su tiempo (vers. 3b)

Esto habla de productividad. Todo lo que Dios creó fue para la productividad. Cuando Dios creó al hombre le dijo desde el principio que lo había puesto para que crecieran y se fructificaran.

Dios creo a la mujer para que diera fruto; eso es, que trajera hijos. Pero observe que el texto habla de un fruto en su tiempo. Con frecuencia somos testigos de las cosechas fuera de tiempo.

A veces compramos ciertas frutas que fueron tomadas sin que pasaran por el proceso de maduración natural; el sabor nunca es igual. El fruto a tiempo, con buen sabor y abundante, es señal de vida próspera.

Esta figura nos muestra que un fruto directo del deleite de la palabra es que podamos dar frutos en toda buena obra. Jesús le dio tanta importancia a esto que dijo: En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8).

Observe que no dice “frutos”, sino “mucho frutos”. La más grande contradicción es la de un creyente sin frutos. Ahora de acuerdo con este texto los frutos de un creyente no pueden ser a destiempo. La permanencia y lo a tiempo de este fruto nos ilustra cómo debe ser la vida cristiana. El fruto a tiempo nos habla de una vida próspera y permanente.

c. Su hoja no cae (vers. 3c)

En el otoño las hojas se caen y las recogemos. Pero hay muchos árboles que siempre están verdes. Las hojas representan nuestras convicciones. Sin convicciones no podemos dar frutos. ¿Cuál es la diferencia entre el fruto y la hoja? Antes del fruto viene la hoja. El acumulamiento de la sabia en las ramas va a dar frutos.  

Pero los pinos son siempre verde. Qué figura tan viva para ilustrarnos lo que tiene permanencia, lo que no se acaba, lo que no se marchita con el tiempo y lo que es siempre fresco y natural.

La prosperidad espiritual es semejante a esta “hoja que no cae”. La “sabia” del Espíritu produce tal vida y tal frescura que no hay en el síntomas de una vida marchita.

Puede ser que su “hombre viejo” se vaya deteriorando pero el “interior, no obstante se renueva de día en día”. La hoja verde es un indicador de esa renovación diaria. El varón bienaventurado de este salmo es próspero porque está plantado en el lugar adecuado y con los recursos adecuados para dar los resultados adecuados.

Esta es la prosperidad que vale la pena buscar y proclamar. El que la hoja no caiga habla de permanencia, de algo  siempre fresco. ¿Ha visto como el pino de los lugares fríos siempre está verde, fresco y de buen olor?

CONCLUSIÓN

Nos llama la atención cómo el salmista le dedica los últimos versículos al destino final de los malos. Como el salmo habla de dos caminos, el del justo y el de los malos, al final los dos llegan al término de sus vidas. Los malos irán de mal en peor.

Por un lado, serán como “el tamo que arrebata el viento”, por otro lado, no tendrán chance de levantarse en el juicio como si tuvieran derecho, pero además se nos dice que la senda de los malos perecerá.

Mientras que, en el caso de los justos, en virtud de haber tomado el camino de la prosperidad, al final no será arrebatado como el tamo porque es un árbol plantado. Si se levantará en la congregación de los justos.

Y, sobre todo, su camino no será cerrado, sino próspero hasta el final. La frase dominante de esta primera joya de los salmos es: “...y todo lo que hace, prospera”. Note que el énfasis del texto es en lo que se hace y no tanto en lo que se tiene.

Me temo que la desviación moderna de los predicadores de la prosperidad bíblica se ha debido más a un énfasis por tener las cosas, que ver la prosperidad en las cosas que se hacen.

Esto último puede indicarnos que contamos con muchos hombres y mujeres prósperos, aunque estén desprovistos de ciertos bienes materiales. Jesús corroboró esto al decirnos: “…porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee” (Lucas 12:15b).

Dejo constancia que no estoy en contra de la prosperidad material, sino que debemos orientarnos hacia lo que la Biblia nos dice y este salmo es un buen ejemplo de ello.

La prosperidad espiritual nos capacita para vivir una prosperidad integral. Este fue el gran deseo de Juan para con el amado Gallo, cuando le dijo: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. (3 Juan 2)

© Julio Ruiz. Todos los derechos reservados.

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2 comentarios en «El camino a la prosperidad»

  1. Simplemente hermoso como detalla usted este salmo, deberian hacer mas énfasis en la enseñanza de la verdadera prosperidad, la que nos deja el alma en éxtasis, al seguir en obediencia a nuestro Dios.

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