El perdón de nuestros pecados

¿Cuánto valoramos el sacrificio de Cristo? De eso depende si se tiene vida en Él o vivir bajo condenación rechazando su sacrificio.

Es muy hermoso que dentro de sus planes eternos ya estábamos contemplados en que íbamos a estar en sus caminos, claro está que Dios no es el responsable de que se le acepte o no para ser salvo, eso está en la libre voluntad de cada persona (libre albedrio), no es de que de manera arbitraria Dios decida quién va a ser salvo y quien va a ser condenado, sino del corazón de cada persona nace la fe, el aceptar a Jesucristo y vivir para Él.

Efesios 1:4-7según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,” (imagínese Dios que conoce de manera perfecta todas las cosas pasadas presentes y futuras (presciencia divina) el ya conocía que nosotros íbamos alcanzar la salvación a través de Jesucristo, no es de que nosotros lo hayamos escogido y amado primero sino que es parte de su gran amor que nos tiene que nos muestra su misericordia, no nos ha llamado el Señor por ser personas buenas, más bien nos ha rescatado del pecado para llevar buenas obras de justicia y santidad de la verdad, ese es el plan trazado de parte de Dios hacia nosotros) 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,” nosotros vivíamos esclavos al pecado y muertos espiritualmente, entonces Jesucristo pagó el precio del rescate de nosotros para ser libres mediante su infinita gracia, él ha perdonado todos nuestros pecados, somos libres en Él, solo que no hay que usar esa libertad para pecar.

Romanos 8:1 Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” tenemos que vivir conforme a lo que Dios nos manda que hagamos a través de su palabra, no vivir conforme a los deleites de la carne sino conforme a su ley.

¿Y qué pasa si fallamos al Señor de manera accidental, no premeditada?

1 Juan 1:9 – “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”

Recordemos que se ha efectuado en nosotros el nuevo nacimiento que se da en el momento que aceptamos a Jesucristo como nuestro salvador desde ese momento comienza una nueva vida en Él, tenemos una nueva naturaleza en Cristo.

El Señor nos transforma y nos hace nuevas criaturas, posteriormente él va limpiando todo lo que no le agrada a Él. Es como cuando nos metemos a bañar nos lavamos todo nuestro cuerpo y hasta cambiamos nos vemos diferentes. Eso es lo que pasa en nuestro espíritu en el momento del nuevo nacimiento el Señor nos da la limpieza general de nuestros pecados, pero volviendo al ejemplo.

¿Qué pasa en el transcurso del día si nos ensuciamos alguna parte del cuerpo?

¿Se vuelve a limpiar todo el cuerpo? ¿o solo la parte que se ensució? Solo la parte que se ensució. Así también nosotros somos salvos a través de la fe y el Señor nos limpia de todos nuestros pecados.

Posteriormente al nuevo nacimiento tenemos que limpiar nuestras vidas en la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo de manera continua. “Si confesamos nuestros pecados (esto implica reconocer los mandamientos de Dios y saber que le hemos fallado), él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.

Inicio del perdón de nuestros pecados

Todo inicia en reconocer la falla que tenemos delante de Dios para posteriormente confesemos delante de Él nuestro pecado para que él nos limpie y seguir adelante en nuestra santidad progresiva, confesar sig.: revelar una persona a otra sus actos, ideas o sentimientos ocultos.

¿Usted ha hecho esto? Ha revelado sus actos, ideas o sentimientos ocultos a Dios. Porque eso es lo que debemos de hacer para que él nos limpie nos perdone y siga trabajando en nosotros.

Por lo tanto la culpabilidad y la contaminación que hace el pecado en nuestra alma son quitadas por la sangre de nuestro Señor Jesucristo. ¿Por qué si nuestro Dios ya no se acuerda más de sus pecados, por qué usted los sigue recordando?

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