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Ningún Lugar para Ocultarse

Predicas Cristianas | Estudios Biblicos

Apocalipsis 20:11-15

INTRODUCCIÓN:

¿Qué sucederá al final de los mil años después que Satanás haya sido lanzado al lago de fuego?  Bueno, inmediatamente ocurra ese periodo se dará el último juicio, conocido como el “Juicio del Gran Trono Blanco”. Aquel juicio será  descubierto, donde no habrá “ningún lugar para ocultarse” porque en ese momento la tierra y los cielos habrán huido  delante de Dios. ¿Puede imaginarse a un juicio  donde no haya lugar para ocultarse?

Cuando Adán y Eva pecaron contra Dios se “escondieron” en el mismo paraíso. Vea que ahora el hombre, al ser juzgado por Dios, queda solo delante del Juez eterno.  El mismo texto dice: “… y ningún lugar se encontró para ellos”. El asunto es que cuando se concluya  la carrera de la historia humana, y con eso se destruye la antigua creación, entonces ya lo primero no existirá más, porque  “el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apc. 21:1).

Cuando suceda el juicio del “gran trono blanco”, aparecerán los “cielos nuevos y tierra nueva donde vamos a vivir”. Pedro ofrece abundante material para conocer la forma cómo desaparecerán los cielos y al tierra (2 Pe. 3:10-12). “Los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que hay en ella serán quemadas” (v. 10). En el versículo siguiente declara: “todas estas cosas han de ser deshechas” (v. 11). Y en el versículo 12 estos conceptos se combinan cuando dice: “los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán”. La forma cómo la tierra será destruida, junto con los cielos actuales, sugiere que el  juicio del gran trono blanco se dará en el espacio. El único lugar que será visto allí es el trono del Señor. Veamos, pues, la naturaleza de semejante juicio final.

I.  EN ESTE  JUICIO  NADIE PODRÁ OCULTARSE DEL JUEZ

1. Los adjetivos del Trono v. 11ª.

Primero se llama “Grande”. Este adjetivo califica su poder. Simplemente será el más alto tribunal del universo. Lo más cercano a nuestra compresión acerca del “juicio del gran trono blanco” sería el Tribunal Supremo. No hay mayor tribunal del  país que este, pero aún las sentencias dictadas en ese tribunal siempre podrán ser apeladas. ¿Cuál es la diferencia con el “tribunal supremo de Dios” y los terrenales? Cuando el juicio se hace desde este trono, no hay apelación a otra instancia mayor, porque éste es el Tribunal Divino ante el cual nadie tendrá derecho a una defensa. No habrá un abogado allí.  Pero también ese  gran trono es “blanco”. Esto habla de la pureza que tendrá aquel tribunal. Sabido es que todos los tribunales humanos están manchados por el pecado, el prejuicio y la falibilidad. Sin embargo, este tribunal es absolutamente perfecto y la sentencia dictada aquí siempre es justa y recta. El Juez que ocupa ese trono es infalible. Él no está contaminado por el pecado o el prejuicio, sino que emite un fallo en perfecta justicia y equidad. Su condición como el “Santo de los santos” le hace adornar la blancura de ese trono. Ningún  trono posee esta naturaleza. La blancura es el símbolo de todo lo celestial.

2. El juez del trono v. 11b.

Es muy interesante que al principio Juan no nos revele  el nombre del Juez que se sentará en el “juicio del gran trono”. Pero quedará al descubierto en la medida que vamos leyendo la Biblia. El hombre que se sienta en semejante trono no podía ser otro sino el mismo Cristo. El  apóstol Juan anticipadamente nos había dicho: “Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo…” (Jn. 5:22). ¿Puede ver usted la magnitud de este texto? El Padre eterno le ha entregado al Hijo para que sea él quien se siente ese trono para juzgar. No podía ser de otra manera. Nadie más podrá sentarse allí para este juicio eterno. Quien ocupará ese trono no será, por cierto, el humilde carpintero de Nazaret. Por el contrario, el que se sentará allí será el  Rey de Reyes y Señor de Señores. El profeta Daniel nos dio un anticipo de ese trono, cuando nos dijo: “Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente” (Dn.. 7: 9-10). ¡Nadie como este Juez!

3. El Juez y los juzgados v. 11c.

Sin duda que lo más impresionante  de juicio del “gran trono blanco” será la poderosa mirada del Señor, con sus ojos como “llamas de fuego” que penetrarán fijamente a los juzgados, quienes estarán  delante de él en un espacio donde  ya no habrá esta tierra y los cielos que fueron antes creados. Como  Juez que todo lo sabe y todo lo ve, no habrá  pecado oculto delante él.  No habrá ningún fingimiento y ninguna pretensión en ese gran día del juicio. Nadie podrá  hablar de su propia condición. Nadie podrá defenderlo porque ahora Jesús no es intercesor, sino el Juez justo. Aquel será el momento para que cada uno escuche, según lo escrito en los libros,  cada acto pecaminoso, cada pensamiento y cada palabra que tuvo que ver con su naturaleza perdida. Nada se  ocultará delante de este Juez. Mucha gente el en día de hoy se está yendo más lejos de la presencia del Señor con las cosas que hacen, pensando que así podrán estar ocultos frente al rostro de ese Juez que aparecerá para castigar la desobediencia de los hombres. Pero el día de dar cuenta se acerca (He. 4:13). Así que nadie podrá esconderse delante de ese Juez justo. Ese día él sabrá todo lo que necesita saber de ti, y así serás juzgado.

II.  EN ESTE  JUICIO NADIE PODRÁ OCULTARSE DE SU JUSTICIA

1. Los acusados delante del trono v. 12ª.

¿Quiénes serán los acusados que serán juzgados? Juan nos presenta una visión sumamente interesante. Lo primero que él ve son “muertos grandes y pequeños”. Esto suena medio extraño. ¿Cómo pueden estar los “muertos” de pie? La única explicación es que sean muertos espirituales. Así que lo primero que nos revela este texto es que allí no habrá creyentes en ese juicio. Y la razón es esta: La Biblia nos dice que los que le hemos entregado nuestra vida a Cristo “pasamos de muerte a vida” (Jn. 5:24). Cuando usted recibe la salvación eso jamás se perderá. Cuando el “gran juicio del trono blanco” ocurra, estaremos más vivos que nunca, pues ya tendremos nuestros cuerpos glorificados. Los juzgados que estarán delante de semejante trono serán todos aquellos que jamás nacieron de nuevo; que rechazaron a Jesucristo como su salvador eterno. No habrá excepción aquel día. La Biblia nos dice que “el alma que pecare, esa morirá” (Ez. 18:20).  Cada persona que murió sin Jesucristo  enfrentará la justicia eterna. Vea usted esta escena. Todos los que murieron sin Cristo y están en el mar, serán traídos delante del Juez. Lo mismo hará la muerte y el Hades. Todos los perdidos verán su rostro.

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