Ningún Lugar para Ocultarse

2. Los libros del juicio v. 12b.

La justicia que aplicará el “Juez justo aquel día” será de acuerdo al registro de todas las acciones de esta vida, las cuales serán develadas por los libros que se abrirán en aquel solemne momento. Nos llama la atención que Juan no solo vio un libro sino varios. Esa visión de los libros abiertos delante del “gran trono blanco” es muy  significativa. Nadie podrá decir aquel día que no hizo tal cosa, pues los libros serán abiertos. Pero, ¿cuáles libros serán abiertos? Bueno, el primero libro será la Biblia misma. Los pecadores que se burlaron de ella, oirán el texto que los acusa: “El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Jn. 12:48). También el libro de las obras hará presente el juicio. Pero el libro más temido de todos, es “el libro de la vida”. ¿De qué se trata el “libro de la vida?”. No estaríamos forzando la hermenéutica si decimos que en lugar de llamarse el “libro de la vida”, lo llamamos “el libro de los vivos”, por ser un  registro de los nombres al nacer. Pero cuando un pecador muere sin aceptar a Cristo, su nombre es borrado de allí.  No hallarse inscrito en ese libro será la tragedia más grande de la vida v.15.

3. El fallo del juicio v. 12c, 13c.

El final del versículo 12 es muy importante, pues dice  que todos esos muertos, “grandes y pequeños”, fueron juzgados de acuerdo a todas las cosas que hicieron,  buenas o malas. También la última parte del versículo 13 dice lo mismo. ¿Se imagina que cada pecado sea leído en voz alta durante el juicio?  Usted tendrá que estar seguro que cuando eso sea leído, la justicia será exacta. Aquel no será un momento para protestar la decisión. El fallo del juicio vendrá por lo que quedó escrito en tales libros. En ese juicio cada persona tendrá que valerse por sí mismo. Nadie le representaráese día. Mis padres no me podrán ayudarme. Mi iglesia no me podrá ayudarme. Mi pastor no me podrá ayudarme. No valdrán las excusas que se presenten de por qué la persona no vino a Cristo con todas las oportunidades que le ofreció. El fallo de aquel juicio será muy justo. Cuando se lean los cargos por los cuales estoy siendo acusado, no podré negarlo, porque todo está registrado. Los libros del juicio son como una grabación. No habrá confusión porque todo lo que el Juez leerá tendrá que ver con la misma persona. Amigo, escape de esa sentencia. No espere que Cristo sea su Juez, sino su salvador aquel día. Venga a él ahora.

III.  EN ESTE  JUICIO  NADIE PODRÁ OCULTARSE DE SU SENTENCIA

1. Una sentencia de muerte v.14.

La sentencia que sale del “gran trono blanco” será de muerte. Se ha dicho que el que nace dos veces, morirá una vez. Pero el que nace una sola vez, morirá dos veces. Esta aseveración se hace en el sentido que cuando nacemos espiritualmente no temeremos a la “muerte segunda”, que no es sino la condenación eterna. Lo más temido que el hombre sin Cristo debiera imaginarse es  que la  “muerte segunda”, la que plantea  la separación eterna de Dios en el lago de fuego que arde, será por los siglos de los siglos. Pablo revela lo terrible de la “muerte segunda”  cuando habla de la separación de Dios, de acuerdo   2 Tesalonicenses  9-10. Lo más severo de aquel juicio será saber que aquello será una muerte donde no hay muerte. Imagínese cuán grande será la sentencia para ir  a un  tormento que jamás tendrá fin. Imagínese por un instante el horror de escuchar de Jesús la sentencia que enviará para siempre al tormento eterno al pecador, al decirles: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41). Imagínate vivir tu vida como quisiste, sin tener en cuenta el sacrificio de Cristo, ahora oír tu  condena de la cual nunca podrá salir. No permitas que esto te suceda.

2. En una mala compañía eterna v. 15.

El juicio del “gran trono blanco” será el juicio final. Ese será el último día que los pecadores le verán el rostro al Señor. Habrá una gran diferencia en ese encuentro para el juicio y condenación, y el encuentro que  tendrá el creyente con su salvador eterno. Será la única vez que el pecador mirará a Cristo, pero lo verá como Juez.  Entonces, ¿a quién verá el pecador cuando sea lanzado al “lago de fuego”, su morada eterna? Imagínese estar en compañía de esos hombres perversos de la historia que cometieron los más horrendos crímenes, violaciones  y atrocidades por la eternidad. Imagínese estar en compañía de la bestia, el falso profeta y el anticristo en una escena de terror. Imagínese estar en compañía eterna con los demonios que antes eran ángeles del Señor. Pero sobre todo, imagínese estar en compañía con Satanás y ver continuamente tan horrible y repugnante rostro. El versículo 15 de Apocalipsis 20 es el más triste de toda la Biblia:“Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”. Frente a ese panorama desolador y tenebroso del juicio final, nada mejor que los hombres ahora busquen al salvador. Después será muy tarde. Venga a Cristo hoy.

CONCLUSIÓN: 

¿Sabía usted que el juicio del “gran trono blanco” no tenía por qué suceder? El infierno no fue creado para el hombre. Desde el principio el hombre fue creado para el cielo. De hecho él tiene parte del cielo, pues fue creado a “imagen y semejanza de Dios”. La creación y también la salvación fue un plan de Dios. Jesucristo vino como el salvador del mundo. Lo último que él querrá será ser el Juez de los pecadores en el juicio final.

La gracia de Dios es el regalo inmerecido para este mundo que ahora se ha apartado de Dios. Ella se ha  extendido  al pecador para venir a Cristo ahora que es “el tiempo aceptable”. Dios no quiere que nadie perezca (2 Pe. 3:9). Él no quiere ver al hombre, corona de su creación, en las llamas eternas. En el juicio del “gran trono blanco” no habrá otro chance de la gracia. Aquel será el más terrible día para el pecador que rechazó a Cristo en la tierra y  que ahora se enfrentará a él para oír su final sentencia: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt. 25:41). Pero usted no tiene que enfrentar este juicio final, si viene a Cristo hoy. No vaya a ese juicio, venga a Cristo.

(571) 251-6590

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