La inmoralidad sexual pasa su cuenta de cobro…

La intimidad sexual en el plan de Dios solo es concebible al interior del matrimonio. Tener este tipo de contactos solo para dar rienda suelta a los deseos de vivir el momento, como ocurre con muchos adolescentes y jóvenes, va en contravía del propósito divino y acarrea vacío espiritual, sentimental, emocional y lo más grave: la transmisión de graves enfermedades. Incluso, muchos casos de cáncer en la mujer están vinculados a su iniciación sexual temprana.

El asunto fue esbozado claramente por el apóstol Pablo cuando escribió: “Los alimentos son para el estómago y el estómago para los alimentos»; así es, y Dios los destruirá a ambos. Pero el cuerpo no es para la inmoralidad sexual sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo.” (1 Corintios 6:13, Nueva Versión Internacional) Obrar contrario a este principio está llevando a nuestra juventud al abismo.

Aun cuando el panorama luce ensombrecido ¡Todavía hay esperanza! Está en el Señor Jesucristo. Si le permitimos que reine en nuestros hogares, sociedad, lugar de trabajo e iglesia, y aplicamos los principios que Él enseñó y que están contenidos en la Biblia, habrá cambio. Son los mismos principios que aprendieron nuestros padres y que las nuevas generaciones desecharon hasta llegar al caos que apreciamos hoy día.

¿Qué podemos hacer?

Lo primero y más grande es permitirle al Señor Jesucristo que reine en medio nuestro. Es clave. Un segundo elemento es crear las condiciones entre la juventud para encarar su propia realidad.

El hecho de ser adolescentes y jóvenes no justifica un comportamiento irresponsable. Por el contrario es una etapa de la vida en la que deben ejercer liderazgo: “Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que los creyentes vean en ti un ejemplo a seguir en la manera de hablar, en la conducta, y en amor, fe y pureza.” (1 Timoteo 4:12. Nueva Versión Internacional)

Es esencial que mantengamos estrecho contacto con la juventud y recordarles siempre, sin que suene a sermón, la importancia de mantenerse alerta, fortalecidos en Jesucristo para encarar la tentación y no caer en prácticas contrarias a lo que Dios tiene planeado para todo ser humano “Huyan de la inmoralidad sexual. Todos los demás pecados que una persona comete quedan fuera de su cuerpo; pero el que comete inmoralidades sexuales peca contra su propio cuerpo.” (1 Corintios 6:18. Nueva Versión Internacional)

Usted y yo –como adultos—tenemos una enorme responsabilidad con ellos. Si bien es cierto no podemos cambiar sus corazones, forma de pensar y actitudes, sí podemos orar a su favor.

Hoy es el día de pararnos en la brecha (Cf. Ezequiel 22:30), y dar la batalla por nuestra juventud, encaminándola a Jesucristo; en esa tarea, es importante saber que Él nos respaldará y llevará a ser lo que en Cristo siempre: más que vencedores.

© Fernando Alexis Jiménez. Todos los derechos reservados.

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