Fe sin verdad

¿Será que hay una relación estrecha entre la fe y la verdad?

Al ver su mundo y su iglesia de hoy, ¿Está Cristo preocupado por las corrientes teológicas que los vientos nos traen o queda satisfecho al ver las manos levantadas de los que indican deseos de recibirlo como Salvador personal? La respuesta es obvia. Los tiempos peligrosos demandan de una fe firmemente basada en la verdad de la Palabra de Dios.

Pero hablar de la verdad no es tema sencillo. El último medio siglo ha producido un gran cambio en cuanto al concepto de lo que es la verdad. Para el hombre moderno las líneas bien definidas se han vuelto borrosas. En la filosofía se ha avanzado del absolutismo al relativismo. En el arte se ha cambiado del realismo al impresionismo y expresión abstracta. Lo que uno entiende de una obra de arte moderna depende de lo que uno ve e interpreta. Me acuerdo del momento de mirar una obra titulada “Visión Cósmica” en un museo de arte. A mí me parecía un enorme huevo estrellado. Pero no había que decírselo al artista. En la música se ha progresado del clasismo con su forma y estructura establecidas hasta los truenos y relámpagos del rock contemporáneo, y en la religión también los “Grandes teólogos” del presente siglo han convencido a muchos que dejen sus creencias absolutas y literales para entregarse al relativismo, al existencialismo, a la contextualidad, a la ética de la situación. El resultado de la misma es que muchos se han desviado de la fe y la verdad.

San Pablo escribió proféticamente a Timoteo: También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos (2ª. Timoteo 3:1). No se refería a las ametralladoras, bombas y proyectiles atómicos que hoy espantan a medio mundo, sino al mayor peligro de torcer los valores eternos relacionados con la verdad. El apóstol menciona a hombres”… que se resisten a la verdad… corruptos de entendimiento, réprobos en cuanto a la fe (2ª. Timoteo 3:8) 3:7 Estas siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad. ¿Cuál es nuestra gran tarea inconclusa en cuanto a la fe y la verdad? San Judas nos da la respuesta en dos partes de su pequeña epístola profética. Primero dice: Que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”, luego dice: Edificándoos sobre vuestra santísima fe”

Para contender ardientemente tenemos que prepararnos para la batalla. Primero examinar nuestra propia posición de fe: “Examinaos a vosotros mismos, si estáis en la fe” les dice Pablo a los 2ª. Corintios 13:5. Confrontarnos con la verdad de la palabra en estudios de seriedad. Investigar, comprobar, convencernos. Luego entender que esa verdad tiene que transmitirse en el hogar, desde el púlpito y en el aula de la clase.

“Hay hambruna de la Palabra de Dios” una reportera escribía sobre el tema de la ignorancia de la gente respecto a la Biblia. He aquí lo que ella dijo:

“Es claro que muchos americanos no conocen su Biblia, 60 por ciento de los americanos no pueden mencionar la mitad de los Diez Mandamientos, y el 63 por ciento no puede nombrar los cuatro evangelios del Nuevo Testamento. 81% cree que la frase ‘Dios dice: ayúdate que yo te ayudaré” es una cita directa de la Biblia…”.

¡Qué vergüenza! Qué terrible acusación para la nación más bendecida de la tierra. Y esa es la mayor razón de por qué se encontrará tan poca fe genuina.

La batalla resultará mil veces más productiva si es preventiva en lugar de correctiva. Nuestra lucha no es contra la “sangre y carne” de los teólogos modernos, si no en contra de las potestades de las tinieblas que habitan los que enseñan verdades torcidas.

Necesitamos más que una fe diluida y descafeinada. Necesitamos lo auténtico. En noches pasadas conversábamos de que existe jugo de china con su pulpa y verdadero sabor de china, mezcla de jugo de china al cual ya le agregan agua y un poco de azúcar y bebida de china que de jugo ya no tiene nada más que el nombre porque el sabor y el color es artificial. De la misma manera nos están presentando un evangelio mezclado, que de evangelio ya no tiene más que el nombre de Jesús. Nos hemos quedado en: “Mi Dios pues suplirá todo los que nos falte conforme a sus riquezas en gloria” y ¿Quiénes quieren ir al cielo?. Amen por eso, is good, pero no suficiente ni completo. El evangelio es andar con santidad, vivir por la fe, hay que morirse.

Es tiempo que le agreguemos azúcar y cafeína a nuestra vida espiritual. Sin darnos cuenta estamos tomando una actitud light aplicándola a nuestra fe. Queremos las bendiciones pero sin la obediencia. La comodidad sin el sacrificio. La felicidad sin el arrepentimiento. Mientras pidamos un evangelio light, aguado, descafeinado, fast free, sugar free, no tendrá ningún efecto en nuestras vidas o las vidas de los demás.

Es hora de edificarnos sobre nuestra santísima fe. Levantémonos. Reciba el evangelio con todo lo que trae aunque nos dé reflujo, alergia, y dolor de cabeza, acepte la cafeína, el azúcar, la grasa y demás cosas que trae el evangelio. Reconociendo que le va a causar ciertas molestias, pero el evangelio sin molestias no está haciendo ningún efecto.

Fortifiquémonos. Las fuerzas que nos rodean quieren derrumbar nuestro edificio espiritual, pero venceremos por el Espíritu de verdad. El Hijo del Hombre viene ¿Hallará fe en la tierra?

Es necesario orar para aumentar nuestra fe. No basta solo con creer. Los demonios también creen y tiemblan. Jesús cuando hizo esta pregunta “Hallara fe en la tierra cuando venga el hijo de Dios” terminaba la hablar sobre ser persistente en la oración.
18:1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?

El propósito de esta parábola, en palabras del evangelista Lucas, era enseñar a sus discípulos la necesidad de la oración perseverante, y por esto se nos presenta el ejemplo de la persistencia de esta viuda, la cual pudo lograr que un juez tan malo como el descrito allí le hiciera justicia. La injusticia es una de las características de nuestro mundo, y por eso la esperanza del creyente no está en esperar que este mundo se tornará mejor, sino en el retorno glorioso de Jesucristo al final de la historia. Mientras tanto, es el deber de los cristianos mantenerse suplicando en oración que Dios haga justicia.

La mayoría cree en la oración, pero ¿cuántos creen en orar constantemente? Hay quienes creen que orar es una buena idea pero no lo ven como una necesidad, pero Jesús lo cree así.

El orar constantemente es una necesidad, puesto que algunas batallas requieren algo más que una breve invocación.

A veces Dios puede retrasar la respuesta a nuestras oraciones. Pero el retraso divino no significa negativa divina. Puede ser que Él pretenda usar el retraso como una herramienta para probar y fortalecer nuestra fe. Además, Él escogió retrasarse hasta la fecha designada. Él tiene un tiempo. Por medio de la oración con súplica y acción de gracias, mostramos que sabemos y estamos confiados en que Él contestará de la mejor forma y en el momento oportuno, de acuerdo a Su voluntad. Nosotros debemos permanecer firmes, fieles, y mantener una comunión inquebrantable con Él.

Sólo la fe nos inspirará a persistir a pesar de las dificultades, los obstáculos y la oposición. Es una fe que debemos pedir a Dios que nos dé, y una que también debemos ejercitar cada día, de modo que no vivamos tanto por la vista, sino en la práctica continua de la confianza en el Señor y sus promesas.

La incredulidad es otra de las notas que describe nuestro mundo. Pero cuando Cristo vuelva, es posible que la fe esté en su nivel más bajo. “La pregunta de Jesús implica que tal fe no será hallada en la tierra a menos que sus discípulos aprendan a orar siempre y no desmayar.” Propongámonos, en dependencia de Dios, que con nosotros será diferente, porque “nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma” (Heb. 10:39).

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