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La gota horada la piedra

Predicas Cristianas

Predicas Cristianas Texto Biblico:  Ezequiel 47:8-12Y me dijo: Esta agua salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá esta agua, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río…”

Introducción

Una pequeña cuña abre el tronco más duro. Pensemos que cada uno de nosotros podemos ser una gota que perfora, o una cuña que rompa el gobierno del demonio en la tierra por fuerte que este se haya hecho. Lo fundamental para serlo es nuestra disposición de corazón. 

Trasfondo

Para ubicarnos un poco en ésta palabra, les comento que se trata de un río de aguas dulces que son vertidas sobre el Mar Muerto. Este es una superficie de agua seis veces más salada que el agua de mar.

Su densidad es lo que hace que un cuerpo humano se mantenga fácilmente flotando en la superficie. Esta salinidad hace también que no exista vida en sus aguas. Aquellos peces que ingresan a sus aguas salobres mueren rápidamente. Económicamente, el Mar Muerto es importante ya que se obtienen fácilmente de él muchos productos químicos. Se trabaja poco y se obtienen buenas ganancias.

Por esta pequeña descripción ya tendrán en mente una composición del lugar. Para tener una referencia bíblica, podemos decir que Sodoma y Gomorra estaban junto al Mar Muerto. Y ahora, bien podríamos hacer una comparación con el mundo.

El mundo

El ambiente en que se mueve el mundo es denso, porque el mundo es carnal. Resulta fácil mantenerse en la superficie mediante el dinero. O una posición social, o la fama de cualquier tipo. ¡No hay vida allí! Quien entra en el mundo, quién comienza a gustar o impregnarse de las cosas del mundo muere rápidamente. Tan rápidamente como se destruye su relación con Dios.

Quizás sin siquiera darnos cuenta hacia dónde vamos, creemos avanzar cuando en realidad estamos retrocediendo. Estamos mirando hacia atrás, a espaldas del Señor. Y corriendo el riesgo de convertirnos en estatua de sal. “Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” (Génesis 19:26).

¿Cuanta gente pasa por esta tierra,  y aparentemente disfrutan la vida en ella?

Pero como hijos de Dios, nosotros sabemos que están muertos espiritualmente. Cuando profundizamos en ellos, cuando vemos sus formas de vivir y de actuar, cuando vemos los frutos es cuando comenzamos a percibir su muerte. “Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos?. Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos” (Mateo 7:16-17).

Hay quienes, alejados de Dios, prefieren del mundo, pues de él se obtienen muchas cosas y fácilmente. En el mundo se consigue fama, posición social, placeres carnales y dinero fácil. La oferta es grande, y los métodos muy variados.

Formas de vida que el demonio presenta para conquistar la tierra, el camino ancho y fácil del que habla la palabra de Dios. “Porque ancha es la puerta, y espacioso es el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella”. (Mateo 7:13).

Que el Señor nos guarde en su misericordia de pisar nuevamente esos caminos de los cuales fuimos apartados un día, y no nos deje mirar atrás.

La vida en Cristo

Por otro lado, la vida en Cristo es etérea, es espíritu, y no es fácil mantenerse en ella. Solo aquellos que verdaderamente se entregan al Señor, para cumplir sus mandamientos, transitan sin dificultades por sus veredas estrechas. “Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 6:14).

De la mano de nuestro Padre celestial todo lo podremos tener. Pero no es fácil. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. (Mateo 7:7). Ya dijimos que no es fácil el camino del cristiano, pero tampoco es imposible. Nada viene sin trabajar. Pero cuando cumplimos con nuestra parte, podemos estar seguros de que recibiremos nuestra recompensa.

Nuestra recompensa

“Pedid”. Debemos trabajar arduamente pidiendo en oración, clamando en nuestro espíritu, y en unidad con el Espíritu Santo. Puesto que “El Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles”. (Romanos 8:26b). Debemos prepararnos en la palabra de Dios para así pedir correctamente. Es solo así como lograremos nuestros anhelos. Preparémonos, pues el Señor nos dice: “Pedís, y pedís mal…” (Santiago 4:3).

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